Cuando hablamos de ratios de valuación, la mayoría de los inversionistas suelen enfocar su atención en indicadores como precio-ganancias o rentabilidad por dividendos. Estos indicadores son claramente valiosos e intuitivos, aunque en ocasiones no ofrecen la claridad necesaria. En estos casos, el ratio precio-ventas puede resultar particularmente valioso para analizar la valuación de una compañía.


¿Qué es el ratio precio ventas?



Como su nombre lo indica, el ratio precio-ventas compara el precio de las acciones con la facturación de la empresa. Por lo tanto, el ratio es un indicador al respecto del valor que el mercado le otorga a cada dólar de ventas o facturación del negocio.

El ratio puede calcularse ya sea tomando la capitalización bursátil de la firma y dividiendo el monto por el total de ventas durante el año. Alternativamente, el indicador puede calcularse a nivel de cada acción en particular, tomando el precio de cada acción y dividiendo ese monto por las ventas correspondientes a cada acción durante el último año.

Por ejemplo, si una compañía tiene 100 millones de dólares en ventas y 10 millones de acciones en circulación, las ventas por acción son de 10 millones. Si el precio de mercado de las acciones es de 30 dólares por unidad, entonces el ratio precio-ventas es de 3 veces la facturación del último año.

En industrias en las cuales los márgenes de ganancia son inestables, o incluso cuando buena parte de las empresas en el sector están teniendo pérdidas, otros indicadores como el ratio precio-ganancias carecen de validez analítica. En estos casos, el ratio precio-ventas resulta particularmente útil y valioso.

¿Cómo aplicar de manera inteligente el ratio de precio-ventas?

Al igual que sucede con la mayoría de los ratios de valuación, este ratio suele utilizarse para comparar diferentes alternativas en el mercado. Generalmente, se compara un activo en particular frente al promedio del índice o frente a otras empresas en la misma industria. También suele compararse el ratio precio-ventas de la compañía frente a sus valores históricos, para tener una idea de si la valuación es alta o baja frente a la trayectoria de valuación de la compañía.

Utilizado de esta manera, el ratio precio-ventas resulta especialmente atractivo por su sencillez y practicidad. Sin embargo, es importante tener en cuenta algunas salvedades. La primera de ellas es que el valor de la firma es un concepto dinámico, no estático. Por lo tanto, el crecimiento de ventas tiene un impacto determinante sobre los niveles de valuación del activo.

Si el resto de las variables son iguales, el inversor estará lógicamente dispuesto a pagar un ratio de precio-ventas superior por una compañía con un crecimiento más rápido de ventas que por una empresa con crecimiento más lento. En este sentido, el ratio precio-ventas no es demasiado diferente a otros indicadores, como el de precio-ganancias: a mayor tasa de crecimiento, mayor es la valuación correspondiente.

Algunos inversores suelen incluso estandarizar el ratio, dividendo el ratio precio-ventas por la tasa de crecimiento esperada en la facturación. Por ejemplo, si el ratio precio-ventas es de 3 y el crecimiento esperado en las ventas es del 15% anual, el ratio precio-ventas estandarizado por crecimiento es de 0,2.

Esta versión del ratio presenta algunas ventajas importantes al incluir en la ecuación las tasas de crecimiento; por otro lado, no debe perderse de vista el impacto de la rentabilidad del negocio. A largo plazo, el valor de la compañía depende de las ganancias y flujos de caja que genera el negocio, ya que la facturación en sí misma no crea necesariamente valor para el accionista.

De hecho, muchas veces los errores más costosos se cometen cuando una empresa prioriza demasiado el crecimiento de ventas sin proteger adecuadamente la rentabilidad. Por ejemplo, ofreciendo descuentos de precios insostenibles a largo plazo. Cuando el negocio tiene problemas estructurales de rentabilidad, un aumento en las ventas puede ser incluso destructivo para el valor de la firma.

Es importante tener en cuenta que incluso compañías en la misma industria pueden tener niveles de rentabilidad de lo más dispares en función de sus estrategias de negocios y sus fortalezas competitivas.

En estos casos, lógicamente un negocio con rentabilidad superior merece un ratio precio- ventas también superior. En otras palabras, mientras mayor es el porcentaje de ventas que la compañía retiene como ganancias, más valiosas son esas ventas para los inversionistas, y por lo tanto, se justifica una valuación más elevada en función de las ventas de la empresa.

Por ejemplo, el ratio precio-ventas para Apple (AAPL) se encuentra actualmente en la zona de 3,8, veces la facturación del último año, mientras que su competidor Samsung (SSNLF) ofrece un ratio de precio-ventas en niveles de 1,4. Una primera aproximación podría indicar que las acciones de Samsung se encuentran subvaluadas frente a las acciones de Apple.

Sin embargo, la diferencia de valuación se explica en buena medida en base a los diferentes niveles de rentabilidad de ambas empresas. Mientras que Apple tiene un margen de rentabilidad operativa del 27% sobre la facturación, en el caso de Samsung, la rentabilidad operativa se encuentra en la zona del 15%.

Como vemos, el ratio precio-ventas es una herramienta de valuación bastante interesante, la cual puede ser particularmente útil en casos de empresas o sectores con ganancias volátiles e inestables. Por otro lado, al igual que sucede con todas las herramientas de valuación, es fundamental aprender a usar este ratio inteligentemente para llegar a las conclusiones correctas.