La curva de indiferencia es un gráfico que muestra las diferentes combinaciones entre dos bienes que reportan la misma satisfacción a una persona, y que son preferidas a otras combinaciones. Cuando se llega a dos opciones que son indiferentes para el individuo, estos dos puntos que las representan se encuentran en la misma curva de indiferencia. Si se desplaza a lo largo de la curva en un sentido, está dispuesto a aceptar más de un bien a cambio de menos de otro; y viceversa. Pero cualquier punto dentro de esa curva, le reporta el mismo nivel de satisfacción.

La curva a la que nos referimos refleja, ni más ni menos, las preferencias entre pares de bienes y no tiene relación alguna con el dinero o con los precios. Es más, a lo largo de la curva de indiferencia cada punto tiene un valor monetario distinto, pero el grado de satisfacción es el mismo. Esta relación aumenta o disminuye según la cantidad del bien que ya tenga el consumidor. Como a medida que nos desplazamos a lo largo de la curva de indiferencia aumentamos la cantidad de uno de los bienes, cada vez es necesaria una menor cantidad del otro bien para compensar el cambio; por ello que la pendiente de la curva se hace cada vez más plana. Esto es lo que se conoce como relación marginal de sustitución decreciente.



En este sentido, no hay que olvidar que los bienes de un consumidor dependen de su renta o, lo que es lo mismo, están sometidos a una restricción presupuestaria. En principio, el consumidor puede gastar todo su dinero en un bien u otro, pero la pendiente de esta restricción presupuestaria mide la velocidad a la que ese consumidor puede compensar un bien por otro, y está dada por los precios relativos de ambos bienes. Es decir, la restricción presupuestaria está determinada tanto por los ingresos del consumidor como por los precios relativos de los bienes.