Julio César Alonso es director del Centro de Investigaciones en Economía y Finanzas de la Universidad Icesi

No existen cifras oficiales en Venezuela para la inflación, pero el Fondo Monetario Internacional estima que la inflación, al final de 2018, cerrará en 1.000.000%. Pero independientemente de si este pronóstico es adecuado o no, lo que es claro es que Venezuela está sufriendo una hiperinflación.


En días pasados, el gobierno de Maduro anunció nuevas medidas para frenar la hiperinflación. El 20 de agosto, se eliminarían cinco ceros de todos los precios actuales, saldrían de circulación los actuales billetes y entraría en circulación una nueva moneda: el "bolívar soberano". Pero esto es como intentar parar una locomotora con un muro de cartón.

La inflación es un fenómeno en el cual los precios de todos los bienes y servicios crecen. Y eso es normal. Por ejemplo, en Colombia la inflación en 2017 fue de 4,09%. Pero en una hiperinflación lo que ocurre es que el aumento de los precios es tan grande, que como mínimo supera el 50% en un mes y además esta situación se mantiene por lo menos durante un año.

Algunos analistas estiman, de manera conservadora, que la inflación diaria en Venezuela es de 2,8 % (como un año en Colombia), lo que implica un aumento de aproximadamente 200% en un mes. Esto es difícil de imaginar para nosotros en Colombia, que no hemos tenido inflaciones de esas dimensiones en nuestra historia.

La hiperinflación hace que los billetes y las monedas pierdan poder adquisitivo rápidamente. Por ejemplo, con esa tasa de inflación diaria de 2,8%, y suponiendo que no se acelera la inflación, si usted recibe hoy un billete de cien mil bolívares, en 30 días, con ese mismo billete, podrá comparar solo la mitad de lo que puede comprar hoy. Pasados 60 días, solo podrá comprar el 25% de lo que compraba inicialmente. Tras 100 días, el billete tendrá un poder adquisitivo del 10% de su valor. Y en 365 días, el billete de cien mil bolívares tendrá un poder adquisitivo de aproximadamente el 0,02% de su valor inicial, es decir, prácticamente no tendrá poder adquisitivo. ¡Una locura!


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¿Cómo llega un país a esa situación? No existe una única razón. Pero es claro que en Venezuela hay dos causas muy importantes: una escasez de bienes y servicios que hace que los precios suban; y la inexistente independencia del banco central del gobierno, lo que implicó un aumento exagerado de la emisión de billetes para financiar el gasto público (incluido los subsidios). Esto le dio un empujón a la inflación, para acelerarse a niveles históricos. Y ahora que ya está acelerada, se encuentra con un impulso tal que no hay emisión de billetes que aguante el crecimiento de los precios. Y ya no hay billetes suficientes para pagar los precios de los escasos productos que se encuentran en las estanterías.

En días pasados, el gobierno de Maduro anunció nuevas medidas para frenar la hiperinflación. El 20 de agosto, se eliminarían cinco ceros de todos los precios actuales, saldrían de circulación los actuales billetes y entraría en circulación una nueva moneda: el "bolívar soberano". Pero esto es como intentar parar una locomotora con un muro de cartón. En menos de un mes es imposible adecuar una economía a un cambio como este. La logística de distribuir los billetes (suponiendo que ya están impresos) por todo un país, no es fácil. Por ejemplo, en Colombia hemos discutido muchas veces quitar tres ceros al peso y todos los proyectos proponen periodos de transición que van de un año a cinco años. Es impensable este tipo de cambio en tan pocos días, en especial en una economía que no funciona de manera eficiente.

Por otro lado, no se ha atacado uno de los problemas más grandes, la falta de independencia del banco central (quien emite los billetes) del gobierno (quien los gasta). Así, no hay nada que garantice que no se disparará la emisión de los “bolívares soberanos” para seguir financiando el gasto. Y por tanto, que la hiperinflación continúe.


Lo que ha ocurrido en otros países (como Ecuador, que tenía una tasa de inflación de 96% en 2000) para frenar la hiperinflación es emplear el dólar como un ancla que permita parar los procesos inflacionarios. Con la dolarización es claro que el gobierno no podrá emitir más billetes. Esto genera un paro en seco de esa fuente de la inflación y se pueda trabajar en el otro frente: reactivar el aparato productivo para aumentar la disponibilidad de bienes y servicios. Pero una medida como esta es impensable en la Venezuela actual. Lastimosamente, no se ve una salida pronta a la hiperinflación en nuestro vecino.