Hace medio año, Irantzu García, de 26 años, tomó una decisión inédita en el deporte español: aparcar los estudios de Medicina en Vitoria e instalarse en Escocia para convertirse en la primera persona profesional del curling en España. Nadie antes había tenido la osadía de vivir de una práctica que, a finales del año pasado, apenas tenía 173 licencias. Su gran objetivo, clasificarse para los Juegos de Pekín 2022 con su hermano pequeño Gontzal, una aspiración nada descabellada teniendo en cuenta su posición en el ranking, la número 17 del mundo.

"Me habría arrepentido si no hubiera dado el paso. Cuando acabe el ciclo olímpico, probablemente ya toque asentarse y retomar la medicina". La idea le rondaba desde hacía un tiempo y su experiencia en los Juegos Paralímpicos de Invierno de PyeongChang (Corea del Sur) del pasado marzo, adonde acudió como voluntaria del personal sanitario, resultó toda una revelación. "Fueron dos semanas muy especiales. Viví la ceremonia de apertura, el ambiente, que es completamente diferente a cualquier competición, y me dije que tenía que intentarlo". Así que, a la vuelta, sentó a sus padres y les comunicó que dejaba a un lado el MIR durante cuatro años y se iba al país que inventó este deporte para entrenar a diario y tratar de obtener una de las nueve plazas de la cita china en la categoría de parejas mixtas. Su hermano también se trasladará allí cuando termine la universidad, dentro de, al menos, un año y medio.

El curling es un asunto familiar en los García. En 2002 dieron un curso en Vitoria y todo el clan se enganchó a él: los padres, los dos hermanos y su primo Sergio, la anterior pareja de Irantzu en la pista de hielo. Hace dos años, de hecho, un equipo formado por los dos hijos, el progenitor y una amiga disputó el Mundial de Kazán (Rusia). Acabaron en el puesto 26.

Ella se inició en esta disciplina a los 10 años y con 11 ya empezó a competir. Con 16 ganó su primer Campeonato de España y, salvo un tercer puesto al curso siguiente, desde entonces nadie la tose. Acumula 10 títulos nacionales, nueve de ellos consecutivos, que le han dado la oportunidad de acudir a otros tantos Mundiales. En 2014 se colgó el bronce con su primo, su gran éxito internacional junto al torneo de Países Bajos que consiguió a principios de 2018, haciendo dúo con su ya exentrenador.

Entrena a diario, enseña y da conferencias
La astucia de Irantzu García para explorar un camino desconocido en el deporte español tiene el respaldo en este ciclo olímpico de dos becas, del Consejo Superior de Deportes y del Gobierno vasco, que le ayudan a vivir del curling. A finales de agosto se instaló en Stirling, entre Glasgow y Edimburgo, y desde entonces todo gira alrededor de la piedra de granito de 20 kilos: entrena a diario -“en Vitoria solo podía hacerlo los fines de semana”-, es profesora, compite y, en su tiempo libre, incluso imparte conferencias.

"Siempre que se me pasaba por la cabeza irme fuera, pensaba en Escocia", explica. "En España no tenemos ninguna pista dedicada en exclusiva al curling y casi cada mes viajaba allí a entrenar. Una de mis mejores amigas se ha ido a Stirling y vivimos juntas, así que todo ha cuadrado muy bien", se felicita. El plan olímpico de la familia contempla también la mudanza de su hermano Gontzal dentro de un año y medio, nada más concluir el Erasmus en Suiza, para ejercitarse juntos los dos años previos a los Juegos y apurar las opciones de clasificación. Mientras, adaptarán sus agendas para coincidir el mayor tiempo posible. No es raro que las parejas en la pista lo sean además fuera de ella: padres-hijos, novios, matrimonios o hermanos, como es su caso. Desconocido, ignorado y a menudo objeto de chanza en lugares con nula tradición como España, se trata de un deporte especial que también ofrece lecciones muy necesarias. "Aquí la igualdad de género sí es real, en premios y en reconocimiento", asegura Irantzu García.