El día que realmente comenzamos a crecer y desarrollarnos como Traders es aquel día que nos damos cuenta de que el único mentor y tutor en el que podemos confiar somos nosotros mismos. Para entonces, habrá habido, con un poco de suerte, algunas personas que nos hayan enseñado y facilitado el camino, pero siempre llega un momento que debemos emprender el final del camino por nuestra cuenta, porque solo nosotros seremos capaces de controlar nuestras propias emociones y sabremos encontrar el sistema que mejor se adapte a nosotros.

Tarde o temprano, llega el momento de aplicar todo lo aprendido y absorber todo lo nuevo que se presente, y acomodarlo a nuestra operativa. Y eso, ya solo depende de uno mismo. Es la parte más importante que debe encarar todo Trader.

Y una vez nos encontramos a nosotros mismos, debemos llegar a sentir el trading como la manifestación de lo queremos llegar a ser. Como nuestra manera de interactuar con el mundo. Profesionalmente, eso sí, no emocionalmente. Nunca debemos hacerlo pensando en futuras recompensas económicas. Solo debemos tener presente nuestras estrategias y la eficiencia de las mismas. El beneficio, haciendo las cosas correctamente, acabará llegando por sí sólo. Es cuestión de tiempo y debemos comprender que esto es una carrera de fondo.

Por eso no debemos movernos por un afán de opulencia.
El dinero es importante. Y es la única pieza imprescindible para poder continuar sacudiendo con operaciones al mercado. Pero no debe guiar nuestros pasos. Y mucho menos nuestras decisiones. Una vez que hemos cerrado un trade, hayamos ganado o perdido, debemos olvidar y centrarnos en el próximo trade. Las euforias y las rabias nunca han sido buenas aliadas del Trader.

Resulta una paradoja. El negocio que más volumen de dinero mueve diariamente en el mundo debemos distanciarlo conscientemente del mundo material. Porque siempre las mejores decisiones en el Trading serán las que se toman desde la cabeza y no desde el corazón o, en este caso, desde el bolsillo…