Las recompras de acciones son una tendencia en aumento a lo largo de los últimos años. Cada vez son más las compañías de diferentes sectores que compran sus propias acciones en el mercado, y los montos de estas compras han crecido considerablemente. A continuación, algunos criterios importantes a la hora de invertir en compañías con buenos programas de recompra de acciones.

Cuando una compañía pretende distribuir efectivo a los accionistas, puede hacerlo por dos caminos diferentes: dividendos y recompras de acciones. Los dividendos son pagos en efectivo, y por lo tanto tienen un impacto bastante directo y predecible sobre la rentabilidad del accionista.

Las recompras de acciones, en cambio, funcionan de forma diferente. Cuando una compañía recompra papeles, lo que está haciendo es incrementar el valor que recibe cada accionista. Si el negocio tiene un valor constante, pero hay menos cantidad de acciones en circulación, el valor de cada acción se incrementa. Podríamos decir que si el mismo pastel se reparte en una cantidad más pequeña de porciones, entonces cada porción deberá ser más grande.

Supongamos que la compañía gana 100 millones al año, si existen 100 millones de acciones en circulación, a cada inversor le corresponde un dólar por año. En cambio, si la cantidad de acciones cae a la mitad gracias a las recompras, esto significa que cada inversor deberá recibir el doble de dinero al año, lo cual claramente implica que el valor de sus acciones se ha duplicado también.

A diferencia de los dividendos, que generalmente tienden a incrementarse o al menos mantenerse todos los años, las recompras de acciones pueden ser más oportunistas, y el monto de las mismas puede modificarse en función de las necesidades del momento. Esto implica que las recompras son una opción más flexible que los dividendos para el management de la empresa, lo cual es uno de los principales motivos por los cuales ha crecido tanto la popularidad de está práctica.

Un tema importante a tener en cuenta es el de la valuación de las acciones. Cuando una compañía implementa un programa de recompra, está tomando también una decisión en cuanto a la gestión de su capital. Las acciones propias también son una inversión, por lo tanto, es clave prestar atención a la valuación de las acciones para determinar si se está pagando un precio adecuado por las mismas.

Lamentablemente, muchas compañías tienden a recomprar grandes cantidades de acciones en períodos de bonanza, cuando el negocio genera buenas cantidades de efectivo disponible para retribuir a los inversores.

Si bien esta estrategia tiene sentido desde el punto de vista de la disponibilidad de fondos, puede llevar a pagar demasiado caro por el precio de las acciones. Habitualmente, los períodos favorables para la marcha del negocio son también períodos de precios altos para las acciones, ya que la buena performance financiera de la compañía repercute positivamente sobre los precios del activo en el mercado.

Teniendo esto en cuenta, conviene evitar las compañías que tienden a recomprar acciones a precios demasiado elevados. Una estrategia más inteligente por parte de la firma es acumular fondos en los buenos tiempos para tratar de recomprar acciones a precios bajos cuando la marcha del negocio no es demasiado alentadora.

El el mismo sentido, puede ser más conveniente que la recompra de acciones esté diagramada en función del monto de dinero destinado, y no de la cantidad de acciones a recomprar. Cuando la recompra está pensada en términos de dinero, se recompran más cantidad de acciones a precios bajos y menos cantidad a precios altos, es decir, se puede reducir sensiblemente el precio promedio de entrada.

También conviene prestar atención a las recompras de acciones cuando estas son financiadas con deuda en lugar de fondos generados por la operación del negocio. Especialmente en períodos de bajas de tasas de interés, es bastante habitual emitir deuda para recomprar acciones.

Esta operatoria puede ser inteligente y oportunista, sin embargo, el inversionista debe tener en claro que la estrategia tiene un límite. Una compañía no puede emitir deuda indefinidamente sin que esto deteriore su solvencia financiera en el tiempo. Así las cosas, es importante tener en cuenta que la recompra depende de fondos externos, y por lo tanto no debe esperarse que sea sostenida a largo plazo.

Por otro lado, cuando la firma genera los fondos suficientes para reinvertir en el negocio y además distribuir capital a los accionistas en forma regular, esta recompra de acciones puede sostenerse por años e incluso décadas, con un efecto mucho más positivo sobre la rentabilidad del inversor.

Cuando analizamos las recompras de acciones, no solo debemos prestar atención al monto en cuestión, aspectos como el precio que se paga por las acciones y el origen de los fondos utilizados en la recompra pueden ser tanto o más importantes que la cantidad de dinero involucrada.