En época de tasas de interés de las más bajas a nivel histórico y hasta incluso negativas, todas las miradas se vuelcan hacia el mercado accionario. Se deberá primero decidir qué proporción de sus activos deberían formar parte de una cartera agresiva de largo plazo y cuál es el riesgo que se quiere asumir porque es tolerable para uno y porque es algo que cambia de persona a persona.

Pero también se puede reducir el mismo en forma inteligente, usando dos tácticas muy conocidas.

Definido el porcentaje de riesgo, una forma de optimizar los retornos y/o reducir los riesgos en entornos de mercados volátiles es efectuar la compra de acciones y combinarla con un “lanzamiento cubierto”, una estrategia conservadora que los profesionales aplican vendiendo el derecho a futuro de quien quiera comprar las acciones que uno tiene en cartera a determinado precio.

Con eso se logra protección, y el rendimiento por cobrar la prima en efectivo (dólares en el momento que se lo hace) reduce el costo de las acciones o bien se computa como un rendimiento en el caso de que la acción no se dispare y se mantenga en valores similares a los actuales. Si baja de esa marca, la protección sirve hasta cierto punto. De ahí en más, es pérdida neta pero seguramente menor que si no hubiésemos aplicado la estrategia. Si la acción sube un poco y la prima cobrada es mayor a esa suba, le habremos ganado también al mercado y se reinvierte el dinero cobrado al vencimiento de la opción vendida.

La segunda manera de invertir en forma más astuta es comprar acciones con buenos fundamentals y con buenos dividendos. Comprar papeles de empresas que tienen una política de dividendos altos le permite al inversor estabilizar el flujo de fondos en momentos de volatilidad. Cuando ésta se eleva, las acciones que pagan buenos dividendos son una buena alternativa: es una de las formas de obtener un pago estable y una disminución en el riesgo dado que se reduce la volatilidad.

Cuando una empresa está en pleno crecimiento, utilizará la mayor parte sus utilidades para volver a invertirlas en sus operaciones y así incrementar el valor de sus activos. Por el contrario, cuando una compañía se estabiliza, las alternativas de inversión disminuyen, por lo que opta por repagar a sus inversores a través de dividendos y/o recompra de acciones. Que una compañía haya superado su período de fuerte crecimiento no implica que no siga expandiéndose: simplemente lo hace a una tasa más moderada. Es por ello que sigue siendo atractivo invertir en empresas que paguen dividendo, siempre y cuando la tasa de distribución de dividendos no sea demasiado alta. Esto equivale a decir que aún continúa destinando un porcentaje de sus ganancias a nuevos proyectos.

La doble protección a la cual hace alusión el título de este artículo es precisamente intentar combinar la compra de acciones con buenos dividendos con lanzamientos cubiertos.

Veamos algunas alternativas de empresas pagadoras de buenos dividendos a través de ETFs. El índice Broad Dividend Achiever está conformado solamente por empresas norteamericanas. La particularidad que comparten es que registran incrementos en sus dividendos regulares al menos en los últimos 10 años en forma consecutiva, pero que además poseen un volumen promedio de más de 500.000 dólares diarios en los meses de noviembre y diciembre, previos a la fecha de rebalanceo que es el último día hábil de enero. El ticker del índice es DAA, y entre sus principales exponentes se encuentran Chevron (CVX), Donaldson Company (DCI), McCormick (MKC) y Wells Fargo (WFC).

Standard & Poor´s administra el índice S&P High Yield Dividend Aristocrat, el cual está diseñado para medir el desempeño de las 50 acciones con mayor retorno por dividendos del S&P Composite 1500. Existe actualmente un ETF que intenta replicar la evolución del precio y el retorno de dicho índice, el SPDR S&P Dividend (SDY). Las acciones aristocráticas son elegidas por Standard and Poor´s en base a haber aumentado sus dividendos (en monto) en forma continua en los últimos 25 años.

Pero el retorno por dividendos de una acción no debe ser el único factor que debemos analizar a la hora de pensar dónde colocar nuestro dinero. Es clave evaluar por sectores y luego tomar aquellas compañías que presentan mayor solidez y potencial dentro de cada grupo. El dividendo es un factor adicional a la hora de decidir una inversión que puede más superar el rendimiento de un bono a 10 años de los Estados Unidos (más del 3,2% anual), pero nunca la principal motivación.

Que tengan una alta capitalización de mercado es una característica de empresas establecidas o liderazgo en sus sectores, pero tiene que ser acompañada de buenos fundamentals y por una política de dividendos estable para disminuir la volatilidad de los retornos.

Si quiere ampliar horizontes, el International Dividend Achievers Index incluye a empresas extranjeras cotizando directamente en los EE.UU. o bajo la forma de ADRs y, a diferencia del índice anterior, tiene que haber incrementado sus dividendos en al menos los últimos 5 años en forma consecutiva. Las mismas restricciones en materia de liquidez son aplicables y el ticker del índice es DAT. La mayor parte de las empresas son reconocidas mundialmente, como es el caso de Toyota Motor (TM), Panasonic (PC), Nokia (NOK), British Petroleum (BP) y Canadian National Railway Company (CNI).

Por último, existe un ETF que selecciona a las empresas del Dow Jones que pagan dividendos por encima del promedio y además realiza lanzamientos cubiertos de opciones de compra sobre los mismos, es decir una combinación de las dos estrategias mencionadas al comienzo de esta nota. Es el ETF Dow 30 Premium & Dividendo Income Fund (DPD) de Nuveen. El fondo realiza lanzamientos cubiertos por entre 35 y 75% de la cartera de acciones, con un objetivo estratégico de largo plazo del 55%.