En el mundo de los mercados existen dos conceptos clave que muchas veces se entrecruzan y claramente están relacionados: precio y valor de los activos. Si bien ambos tienden a ir de la mano en el largo plazo, es muy importante tener bien en claro las diferencias entre ellos para operar en forma coherente e inteligente.

Precio vs. valor

El precio de un activo financiero es básicamente su cotización en un momento determinado. Activos como las acciones, los bonos y los pares de monedas tienen precios que generalmente son líquidos y transparentes, los cuales cambian segundo a segundo cuando los mercados están operando.

Valor, por otro lado, es un concepto teórico, el cual no puede calcularse en forma unívoca y completamente objetiva. Por ejemplo, una acción no es otra cosa que un derecho de propiedad sobre el capital de un negocio. Como tal, el valor de la acción depende del valor del negocio en cuestión.

Para calcular cuál es el valor (siempre teórico) de la acción, se estima cuánto vale la compañía en función de sus activos, sus ventas y sus flujos de caja. Por supuesto, esto implica generalmente una serie de supuestos y proyecciones al respecto del futuro del negocio, los cuales no siempre son del todo acertados.

En función del activo en particular, el cálculo de valor estimado puede ser más o menos incierto. Por ejemplo, si tomamos una compañía grande y madura en una industria estable, sus flujos de caja generalmente son bastante predecibles en el tiempo. Por otro lado, un negocio de alto crecimiento en una industria emergente puede evolucionar en formas de las más diversas e impredecibles.

Relación entre precio y valor

Cuando analizamos la relación entre precio y valor, podemos observar que a largo plazo, el precio de los activos tiende a oscilar alrededor de lo que puede ser una estimación medianamente razonable del valor.

Si una empresa muestra una evolución favorable en sus métricas de valor, como por ejemplo sus ventas y ganancias, lo más probable es que el precio de mercado también evolucione favorablemente. En el mismo sentido, una compañía con ventas y ganancias en declive seguramente tendrá también un precio de mercado que evoluciona en forma negativa.

Por otra parte, la relación entre precio y valor puede ser bastante inestable en el tiempo: los precios suelen moverse en forma mucho más abrupta que el valor, ya que a menudo los movimientos de precios suelen reaccionar exageradamente, tanto al alza como a la baja.

Una buena metáfora para entender esta relación es la de una persona caminando por la calle y llevando a un perro atado con su correa. En este ejemplo, la persona representa al valor fundamental del activo, mientras que el perro es el precio de mercado.

La persona, es decir el valor fundamental, generalmente avanza en una dirección determinada durante largos períodos de tiempo. El perro, en cambio, muchas veces suele moverse en forma frenética e inestable en un sentido y otro. Inevitablemente, la persona y el perro van en la misma dirección a largo plazo, aunque (dependiendo del caso particular) el perro puede desviarse en mayor o menor medida del trayecto en cuestión.

La persona puede acelerar un poco el paso o reducir la velocidad; en algún momento puede detenerse o retroceder sobre sus propios pasos. También es posible que cambie completamente de dirección, pero en general, estos cambios se dan a lo largo de meses y años, no en cuestión de días o semanas. El valor fundamental de un activo cambia en el tiempo, aunque estos cambios son generalmente graduales.

Por otro lado, el perro suele distraerse permanentemente ante determinados estímulos, y por momentos puede quedar bastante atrasado o adelantado frente a la persona. Es decir, los precios de mercado pueden subestimar o sobre-estimar el valor del activo, lo cual tiene implicancias importantes para los retornos futuros.

Precio y valor en acción

Teniendo en cuenta esta diferenciación entre los conceptos de precio y valor se pueden establecer múltiples estrategias de inversión. Los inversores de valor, por ejemplo, buscan oportunidades en las cuales el precio de mercado subestima el verdadero valor del activo, con el objetivo de realizar las ganancias a medida en que precio y valor convergen en el tiempo.

Los inversores de crecimiento suelen poner más atención en el valor del activo, sin preocuparse demasiado por el precio de mercado. Para estos inversores, lo importante es invertir en negocios cuyo valor se incrementa rápidamente, ya que esto tarde o temprano va a producir atractivas ganancias de precios.

Por otro lado, en el mundo del trading, a corto plazo el precio es más importante que el valor. Cuando se busca realizar una operación en algunos minutos o unos pocos días, tiene más sentido analizar la acción de precios que la evolución del valor fundamental a largo plazo.