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A la hora de tomar posiciones en los mercados, es importante prestar atención al contexto en general. Esto incluye no solo a las principales variables macroeconómicas y financieras, sino también al aspecto psicológico y la disponibilidad de los inversionistas para asumir riesgos en un momento específico. Observar el comportamiento relativo de diferentes clases de activos puede brindarnos información valiosa al respecto del grado de propensión al riesgo que existe en los mercados durante un período en particular.
¿Qué es la propensión al riesgo?
Muchos inversores suelen sorprenderse cuando observan que los comportamientos de precios en los mercados no se ajustan a la evolución de los fundamentos. Por ejemplo, una compañía puede reportar resultados financieros por encima de los pronósticos; sin embargo el mercado reacciona vendiendo. En otro contexto, el mercado puede ofrecer ganancias de precios a pesar de que los indicadores económicos del momento resultan decepcionantes en comparación con las expectativas previas.
Los precios de los activos no están permanentemente desconectados de los datos fundamentales en el largo plazo. Sin embargo, es evidente que en el corto plazo, los precios no dependen solo de los fundamentos, sino en buena medida también de la interpretación que el mercado le da a esos fundamentos.
Resulta complejo pronosticar en qué sentido serán interpretados los indicadores, y no siempre existe un grado de optimismo o pesimismo claramente observable. Más allá de esto, no caben dudas de que pueden diferenciarse los contextos de mercado en función de la psicología de los inversionistas y del ánimo generalizado.
Si bien no existe una definición unívoca al respecto, podría decirse que el grado de propensión al riesgo hace referencia a en qué medida los mercados están dispuestos a asumir riesgos con el objetivo de maximizar los retornos. En contextos de baja propensión al riesgo, la prioridad de los inversores es proteger el capital, mientras que en contextos de elevada propensión al riesgo los mercados buscan incrementar las ganancias, incluso si esto implica mayor riesgo de pérdidas a causa de inversiones más agresivas.
Cuando la propensión al riesgo es elevada, resulta esperable que los datos sean analizados con una mirada optimista, y la mayoría de los activos son considerados inocentes hasta que se demuestre lo contrario. En palabras de Warren Buffett: “Una marea alcista levanta a cualquier bote”.
En caso contrario, cuando la propensión al riesgo es baja, lo más probable es que los datos positivos sean analizados minuciosamente, mientras que los precios caen rápidamente ante la llegada de información poco auspiciosa para los mercados. En esta clase de escenario, los inversionistas primero venden y luego analizan.
Teniendo esto en cuenta, la mejor estrategia a aplicar en un determinado momento dependerá no solo de la evolución de las variables clave desde el punto de vista fundamental, sino también del ánimo de los mercados y cómo ésto afecta a la interpretación de los datos. Esto significa que prestar atención a los niveles de propensión al riesgo en el mercado puede tener claros beneficios para el inversor.
Analizando la evidencia
A la hora de medir la propensión al riesgo, podemos analizar cómo reaccionan los precios ante las noticias. Si los datos de crecimiento económico están por debajo de los pronósticos, esto puede generar caídas considerables de precios en contextos de baja propensión al riesgo. En cambio, si la propensión al riesgo es elevada, los mercados pueden interpretar que esto implica mayores posibilidades de política económica expansiva, lo cual ayuda a sostener los precios.
Incluso más importante, conviene seguir de cerca el comportamiento de diferentes clases de activos. Cuando los mercados venden bonos de bajo riesgo para comprar títulos de deuda con retornos más elevados, esto refleja un aumento de la propensión al riesgo. En el mismo sentido, analizar la evolución de las tasas de los credit default swaps - seguros de riesgo crediticio - nos dice mucho sobre la propensión al riesgo en el mercado de renta fija.
En los mercados de acciones, el comportamiento de diferentes sectores puede ofrecer información de lo más interesante. Cuando la propensión al riesgo está bajando, es probable que los segmentos más estables tengan una mejor performance de precios; esto incluye sectores como servicios públicos, consumo masivo y salud. En cambio, los sectores de riesgo como tecnología, industria y consumo discrecional, tienden a liderar la acción de precios cuando la propensión al riesgo está en aumento.
En cuanto al mapa regional de activos, queda claro que los mercados emergentes o de frontera son habitualmente considerados más riesgosos que los países desarrollados. Entonces, una sólida performance de bonos y acciones en mercados emergentes comparados contra países desarrollados nos indica un aumento en el apetito por el riesgo.
Los mercados de materias primas y monedas también pueden ofrecernos datos ilustrativos. Las divisas de mercados emergentes, o aquellas relacionadas con productores de commodities, como Australia y Canadá, suelen ofrecer una mejor performance cuando la propensión al riesgo está en aumento. En cambio, divisas como el yen japonés o el franco suizo son consideradas monedas de refugio, y los inversionistas se inclinan por ellas cuando la propensión al riesgo está a la baja.
Mientras mayor concordancia haya entre los diferentes mercados, más claras son las señales. Es decir, cuando los mercados de deuda, acciones y divisas se mueven en un sentido determinado, entonces la tendencia sobre propensión al riesgo es más clara y definida que cuando diferentes mercados ofrecen señales opuestas y contradictorias.
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