Esta es la historia de la burbuja de los Mares del Sur. Basándose en una larga tradición de catastróficas caídas de los mercados financieros, la crisis económica causada por el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 es sólo una más de larga lista de caídas épicas de la bolsa. De hecho, hace casi 300 años jugadores sin escrúpulos, compinches políticos y liberales del gobierno se unieron para crear una empresa “demasiado grande para quebrar”, y luego se quedaron atónitos e impotentes cuando lo hizo.
Primeros años
En 1710, las finanzas de Inglaterra daban miedo. Los diferentes departamentos del gobierno “arreglaban” sus propios préstamos y gastaban dinero con poca supervisión financiera. El Ministro de Hacienda, Robert Harley, convenció al Parlamento para estudiar y enderezar este desastre. Una de las primeras medidas que tomaron fue la de reconsiderar su compromiso de permitir que el Banco de Inglaterra fuese el único administrador de los préstamos del país.
En ese momento, el Banco de Inglaterra estaba tratando de financiar a los soldados británicos a través de la venta de acciones de lotería, pero la respuesta fue negativa. Harley concedió el permiso para que una empresa privada diferente, el Hollow Sword Blade Company, llevase a cabo una lotería; su comercialización tuvo tanto éxito que pronto la Sword Blade Company estaba llevando a cabo loterías regularmente en nombre del gobierno.
Cerca del final de la Guerra de Sucesión Española, Inglaterra tenía alrededor de 10 millones de libras de la deuda que necesitaba para financiarse y se volvió de nuevo a algunos de los genios del grupo Sword Blade. Ellos formaron al Gobernador y la Compañía de los Comerciantes de Gran Bretaña, el comercio en los Mares del Sur y otras partes de América, y el Fomento de la Pesca (Compañía de los Mares del Sur, para abreviar) en 1711. A cambio de un interés del 6%, la Compañía de los Mares del Sur compraría deuda de Inglaterra a cambio de acciones de la empresa. Los inversores fueron atraídos hacia el plan, no sólo por la posibilidad de compartir el interés, también por las ganancias de la compañía.
Además de la financiación de la deuda pública, la Compañía de los Mares del Sur fue diseñada para funcionar como una empresa de comercio en América del Sur, de hecho, parte de su carta del Parlamento incluyó un monopolio sobre el comercio en los Mares del Sur (en realidad todos los de América del Sur). Aunque suena como un negocio seguro, por 1713, esta parte del monopolio de la empresa no tenía ningún valor, ya que el Tratado de Utrecht destripó el comercio con Inglaterra en el sur del Nuevo Mundo.
Fraude del siglo XVIII
Los de dentro estaban interesados en cosechar el mayor beneficio, así que los fundadores de la Compañía de los Mares del Sur comenzaron una campaña doblemente cuestionada por su ética. Antes del anuncio del plan de la compañía para comprar deuda pública, las personas “interesadas” desacreditaron la capacidad de Gran Bretaña para autofinanciarse, reduciendo el valor de esa deuda.
A continuación, para alentar a los tenedores de deuda a cambiar por acciones, corrieron el rumor en voz alta del gran valor de las operaciones comerciales de la compañía, incluyendo su monopolio Sudamericano (sin valor). Para ser justos, los Mares del Sur aún tenían una operación importante de comercio de esclavos, aunque no era tan lucrativo como se había esperado. En cualquier caso, poco después de que se anunciase el plan de compra de deuda, las acciones de la Compañía del Mar del Sur se vendían a 123 € por acción (frente a las 100 libras en que fue valorado en anuncio previo, y las 55 libras que recibieron de los engañados tenedores de deuda).
Exuberancia Irracional
La empresa parecía rodar bien hasta cerca de 1718, cuando la guerra con España llevó a los intereses españoles en América del Sur a apoderarse de las propiedades de la compañía. Aunque la compañía perdió algunos activos, la pérdida real desde los ataques vino de la mala publicidad.
En 1719, quizá viéndole las orejas al lobo, la Compañía de los Mares del Sur inició una campaña para proteger a sus iniciados. Estos pocos vendieron opciones de compra de acciones al precio actual. Entonces, la compañía comenzó una nueva campaña de marketing: otra vez pregonó el alto valor de su monopolio de los Mares del Sur. Dado que los miembros más importantes del gobierno mantuvieron las opciones, participaron en la difusión del rumor, y su caché dio credibilidad al mismo. El precio de la acción se disparó desde alrededor de 100 libras por acción a cerca de 1000 libras, y los de dentro cosecharon extraordinarias ganancias. En su apogeo, basado en el precio de las acciones, la compañía valía alrededor de 200 millones de libras (por el poder adquisitivo, hoy en día esto sería alrededor de 24 mil millones de libras, unos 37 mil millones de dólares).
Al igual que en la Tulipomanía en la Holanda del siglo XVII y en la caída de la bolsa en 1929 de los Estados Unidos, ingenuamente las personas corrientes acudieron a un mercado irracionalmente generoso.
Colapso
En junio de 1720, el precio de las acciones de la Compañía de los Mares del Sur se había disparado a 1050 libras, con muchas personas comprando sus acciones en préstamos garantizados por las acciones que estaban comprando (¡y en la década de los 80 pensaban que inventaron la deuda basura!). El precio de las acciones se desplomó y en septiembre de 1720 era de 150 libras. Personas y empresas se declararon en quiebra, y una nación indignada exigió que el Parlamento hiciese algo inmediatamente.
La investigación posterior determinó que una serie de personas que habían participado en el fraude y otros malos actos en apoyo del régimen incluyendo al rey Jorge I, dos de sus amantes, el Director General de Correos, un miembro del gabinete, dos jefes del ministerio y el Ministro de Hacienda; este último fue encarcelado.
El escándalo fue mayúsculo, y el Parlamento tuvo que dimitir en pleno. Lo sustituyó temporalmente una comisión. Los directivos de la Compañía de los Mares del Sur fueron desposeídos de sus bienes. A pesar de todo esto, la Compañía de los Mares del Sur continuó por algún tiempo, pero en lugar de hacer comercio físico en los Mares del Sur, principalmente sólo se ocupó de la deuda pública hasta mediados del siglo de XIX.