martinafernandez
26-07-2018, 12:43 AM
LA ECONOMÍA DE AMÉRICA LATINA
No son buenas las cifras de crecimiento que pronostica el FMI para la región, que no ha podido crecer de forma sincronizada, agobiada por algunas vulnerabilidades que frenan la recuperación.
En el análisis reciente del Fondo Monetario Internacional, FMI, sobre la economía mundial a América Latina no le va muy bien. El pronóstico de crecimiento para la región es de 1,6 % para 2018 y de 2,6 % en 2019. Las cifras, es cierto, representan una recuperación frente al año anterior (1,3 %), pero revisan a la baja el pronóstico que había divulgado el organismo en su informe de abril.
A pesar de la mejoría de la demanda interna, la región no ha podido crecer de forma sincronizada agobiada por algunas vulnerabilidades particulares que han lastrado la recuperación. Las economías más grandes (Brasil, México y Argentina), enfrentan dificultades de diverso orden que afectan el desempeño regional. Las medianas (Chile, Colombia y Perú), por el contrario, terminaron su ajuste macroeconómico y están en buenas condiciones para acelerar su crecimiento. Pero la economía que se resiste a toda lógica es la venezolana, muy cerca de colapsar.
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La economía brasilera, para comenzar, crece moderadamente (se estima 1,8 % para 2018), muy afectada por las condiciones políticas internas y la incertidumbre asociada. La buena noticia es una inflación contenida que sienta las bases para un mejor desempeño futuro, si el país logra superar la crisis política en que está inmerso. México, por su parte, si bien es cierto está siendo jalonado por el dinamismo que exhibe la economía estadounidense, también está sometido a una prolongada incertidumbre vinculada con la fragilidad de su relación comercial con ese país que ha afectado a la inversión y el consumo privado.
El caso de Argentina amerita un renglón aparte. En efecto, sin financiamiento externo por su pasado turbulento, las repetidas crisis cambiarias llevaron a Argentina a un acuerdo con el FMI que aceleró el ajuste fiscal. De esa forma, la incertidumbre cambiaria, la mayor inflación y las políticas económicas más restrictivas llevaron a un menor crecimiento. Por esa razón, el FMI pronosticó el crecimiento del PIB para 2018 en un raquítico 0,4 %, con una recuperación gradual en 2019 y 2020 a partir del aumento de la confianza, la reducción del costo de capital, la menor inflación y la sólida demanda de exportaciones.
Chile y Perú van a crecer bien en 2018 con tasas respectivamente de 3,8 % (revisada al alza) y 3,7 %, y el FMI espera que el 2019 sea aún mejor. En los dos casos la inflación está bajo control y se espera que converja a la meta de los bancos centrales en 2018. Estas economías se están beneficiando de la recuperación de los precios de los bienes básicos y de una mejor confianza de los consumidores y los inversionistas.
El FMI ve a una economía colombiana en franca recuperación (2,7 % de crecimiento en 2018 y 3,6 % en 2019), impulsada por un mejor consumo privado y unas exportaciones dinámicas. La inversión privada debería repuntar jalonada por el ciclo de expansión monetario en curso y los programas de infraestructura. El gran riesgo para Colombia es el empeoramiento de la crisis venezolana. Ese país, con una reducción del PIB de 18 % en 2018, una inflación que va a rondar el 1 millón por ciento, el continuado deterioro de los bienes públicos y escasez de alimentos, en un proceso que no se detiene, seguirá generando grandes flujos migratorios que intensificarán los efectos de contagio a los países vecinos.
No son buenas las cifras de crecimiento que pronostica el FMI para la región, que no ha podido crecer de forma sincronizada, agobiada por algunas vulnerabilidades que frenan la recuperación.
En el análisis reciente del Fondo Monetario Internacional, FMI, sobre la economía mundial a América Latina no le va muy bien. El pronóstico de crecimiento para la región es de 1,6 % para 2018 y de 2,6 % en 2019. Las cifras, es cierto, representan una recuperación frente al año anterior (1,3 %), pero revisan a la baja el pronóstico que había divulgado el organismo en su informe de abril.
A pesar de la mejoría de la demanda interna, la región no ha podido crecer de forma sincronizada agobiada por algunas vulnerabilidades particulares que han lastrado la recuperación. Las economías más grandes (Brasil, México y Argentina), enfrentan dificultades de diverso orden que afectan el desempeño regional. Las medianas (Chile, Colombia y Perú), por el contrario, terminaron su ajuste macroeconómico y están en buenas condiciones para acelerar su crecimiento. Pero la economía que se resiste a toda lógica es la venezolana, muy cerca de colapsar.
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La economía brasilera, para comenzar, crece moderadamente (se estima 1,8 % para 2018), muy afectada por las condiciones políticas internas y la incertidumbre asociada. La buena noticia es una inflación contenida que sienta las bases para un mejor desempeño futuro, si el país logra superar la crisis política en que está inmerso. México, por su parte, si bien es cierto está siendo jalonado por el dinamismo que exhibe la economía estadounidense, también está sometido a una prolongada incertidumbre vinculada con la fragilidad de su relación comercial con ese país que ha afectado a la inversión y el consumo privado.
El caso de Argentina amerita un renglón aparte. En efecto, sin financiamiento externo por su pasado turbulento, las repetidas crisis cambiarias llevaron a Argentina a un acuerdo con el FMI que aceleró el ajuste fiscal. De esa forma, la incertidumbre cambiaria, la mayor inflación y las políticas económicas más restrictivas llevaron a un menor crecimiento. Por esa razón, el FMI pronosticó el crecimiento del PIB para 2018 en un raquítico 0,4 %, con una recuperación gradual en 2019 y 2020 a partir del aumento de la confianza, la reducción del costo de capital, la menor inflación y la sólida demanda de exportaciones.
Chile y Perú van a crecer bien en 2018 con tasas respectivamente de 3,8 % (revisada al alza) y 3,7 %, y el FMI espera que el 2019 sea aún mejor. En los dos casos la inflación está bajo control y se espera que converja a la meta de los bancos centrales en 2018. Estas economías se están beneficiando de la recuperación de los precios de los bienes básicos y de una mejor confianza de los consumidores y los inversionistas.
El FMI ve a una economía colombiana en franca recuperación (2,7 % de crecimiento en 2018 y 3,6 % en 2019), impulsada por un mejor consumo privado y unas exportaciones dinámicas. La inversión privada debería repuntar jalonada por el ciclo de expansión monetario en curso y los programas de infraestructura. El gran riesgo para Colombia es el empeoramiento de la crisis venezolana. Ese país, con una reducción del PIB de 18 % en 2018, una inflación que va a rondar el 1 millón por ciento, el continuado deterioro de los bienes públicos y escasez de alimentos, en un proceso que no se detiene, seguirá generando grandes flujos migratorios que intensificarán los efectos de contagio a los países vecinos.