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10-09-2018, 03:13 PM
Puntos de cultura, tradición y modernidad se mezclan en la capital financiera de Alemania, que también crece por su atractivo turístico.
Fráncfort es uno de los puntos turísticos más visitados de Alemania. El río Main, que corta a la ciudad a la mitad, está rodeado por varios de los más interesantes edificios y museos de toda Alemania. Por esto Fráncfort es conocida popularmente como “Main-hattan”. En sus alrededores deben visitarse, entre otros, el magnífico Museo Alemán del Cine (Deutsches Filmmuseum), inaugurado a principio de los años de 1980 con el objetivo de ampliar las actividades del cine municipal . En la muestra figuran colecciones privadas de varias épocas cinematográficas.
También hay que conocer el Museo Städel de Bellas Artes, que se centra en los viejos maestros. Reúne un acervo impactante: más de 3.000 pinturas desde la Edad Media hasta el presente, más de 100 mil dibujos y grabados, 4.000 fotografías, 600 esculturas y 115 mil libros. En 2015 su exposición Monet y el nacimiento del impresionismo registró un récord de visitantes.
La zona de los museos se llama Museumsufer (ribera de los museos) y los sábados ofrece interesantes propuestas en el mercado de pulgas más grande de Fráncfort. Además, allí se desarrolla anualmente –en agosto– una de las más grandes y atractivas fiestas culturales de la ciudad. Durante este evento, los museos que se encuentran a orillas del río abren sus puertas en horario extendido. Existe la posibilidad de adquirir un pase que permite el acceso a todos ellos. Hay espectáculos de música y danza, venta de artesanías, joyas y ropa, además de exposiciones al aire libre de una gran variedad de artistas.
En la misma línea cultural, la visita obligada es al Museo de Arte Moderno, célebre por su voluminosa colección de arte. Incluye obras de Roy Lichtenstein, Joseph Beuys, Andy Warhol y Richter Gerhardt, entre otros, y además es un atractivo en sí mismo por su arquitectura de vanguardia. El edificio tiene forma triangular y en la comunidad se lo suele nombrar como “la rebanada de pastel”.
A esto se agrega que Fráncfort es la ciudad donde en 1749 nació Johann Wolfgang von Goethe. Su casa natal fue destruida durante la segunda guerra mundial pero luego fue restaurada completamente, donde se exponen libros, cuadros y hasta los muebles originales de la familia de Goethe.
Las iglesias
Fráncfort tiene una serie de edificios que son una gran atracción turística. Entre ellos, se destacan las iglesias que reciben a miles de visitantes por día. Una de las más concurridas es la de San Pablo, construida entre 1789 y 1833. Es considerada un recinto de la democracia alemana porque fue el lugar de reuniones políticas y luego sede del primer parlamento alemán en 1848.
Hoy en día abre sus puertas para exposiciones y eventos culturales. Por su parte, Justinuskirche (la iglesia de San Justino), ubicada en Höchst, se destaca por ser una de las construcciones más antiguas de la ciudad y de Alemania y por poseer una de las más importantes esculturas arquitectónicas del país. A ellas se agrega Katharinenkirche, la iglesia de Santa Catalina, el nombre de una mártir cristiana. La iglesia se construyó en 1681 y sufrió un gran deterioro por los bombardeos de la segunda guerra mundial. Fue reconstruida en 1954 y es considerada como la principal iglesia protestante. También se encuentra la catedral San Bartolomé, el recinto donde, entre 1562 y 1792, se llevó a cabo la coronación de varios emperadores alemanes, lo que dio origen a su nombre: Kaiserdom (catedral del Imperio). Hasta la década de 1950 fue el punto más alto de la ciudad, con más de 96 metros de altura.
Los imprescindibles
También en Fráncfort es casi una obligación conocer las tabernas de sidra del barrio Sachsenhausen, que aún mantiene sus empedradas calles, uno de los distritos con menos cambios arquitectónicos. La bebida local es el Apfelwein, o Ebbelwoi, basado en manzana.
Si el objetivo es acercarse a la naturaleza, debe visitarse Palmengarten, el jardín botánico. Fundado en 1868, hoy cuenta con más de seis especies e incluye plantas exóticas de las selvas tropicales y ejemplares de jardines europeos.
Si la apuesta es la moda o las compras, la cita es la dinámica calle comercial Zeil. Llamada también “la quinta avenida de Alemania”, es la zona elegida por las principales marcas del mundo. Hay boutiques de moda y tiene como atractivo principal la Zeil Galerie, un imponente centro comercial de 10 pisos. Impacta por el diseño de su edificio principal, así como por su variada oferta. Los turistas lo utilizan para hacer una pausa y tomar un helado mientras se aprecia la vista de la ciudad.
1856
Lejos de esa imagen “fría” que muchas veces se ha asociado a la ciudad, Fráncfort ofrece una intensa vida nocturna.
Los kneipen, los bares tradicionales, se ubican en su mayoría en el distrito Alt Sachsenhausen. Son recintos que se han renovado y lucen modernos e internacionales.
Los lugares elegidos por los amantes de la música disco están en Zeil y Bleichstrasse, que se suma a los alrededores de la bulliciosa y popular arteria de Kaiserstrasse. Varios bares ofrecen música en vivo, preferentemente jazz. Esa es la oferta de varias salas en la zona de Kleine Bockenheimer Strasse, conocida justamente como Jazzgasse (“el callejón del jazz”). Por lo general hay una tendencia a la vestimenta semiformal. No en el sentido clásico de usar saco y corbata, sino porque en muchos bares no se permite la entrada con vaqueros o championes.
Fráncfort es uno de los puntos turísticos más visitados de Alemania. El río Main, que corta a la ciudad a la mitad, está rodeado por varios de los más interesantes edificios y museos de toda Alemania. Por esto Fráncfort es conocida popularmente como “Main-hattan”. En sus alrededores deben visitarse, entre otros, el magnífico Museo Alemán del Cine (Deutsches Filmmuseum), inaugurado a principio de los años de 1980 con el objetivo de ampliar las actividades del cine municipal . En la muestra figuran colecciones privadas de varias épocas cinematográficas.
También hay que conocer el Museo Städel de Bellas Artes, que se centra en los viejos maestros. Reúne un acervo impactante: más de 3.000 pinturas desde la Edad Media hasta el presente, más de 100 mil dibujos y grabados, 4.000 fotografías, 600 esculturas y 115 mil libros. En 2015 su exposición Monet y el nacimiento del impresionismo registró un récord de visitantes.
La zona de los museos se llama Museumsufer (ribera de los museos) y los sábados ofrece interesantes propuestas en el mercado de pulgas más grande de Fráncfort. Además, allí se desarrolla anualmente –en agosto– una de las más grandes y atractivas fiestas culturales de la ciudad. Durante este evento, los museos que se encuentran a orillas del río abren sus puertas en horario extendido. Existe la posibilidad de adquirir un pase que permite el acceso a todos ellos. Hay espectáculos de música y danza, venta de artesanías, joyas y ropa, además de exposiciones al aire libre de una gran variedad de artistas.
En la misma línea cultural, la visita obligada es al Museo de Arte Moderno, célebre por su voluminosa colección de arte. Incluye obras de Roy Lichtenstein, Joseph Beuys, Andy Warhol y Richter Gerhardt, entre otros, y además es un atractivo en sí mismo por su arquitectura de vanguardia. El edificio tiene forma triangular y en la comunidad se lo suele nombrar como “la rebanada de pastel”.
A esto se agrega que Fráncfort es la ciudad donde en 1749 nació Johann Wolfgang von Goethe. Su casa natal fue destruida durante la segunda guerra mundial pero luego fue restaurada completamente, donde se exponen libros, cuadros y hasta los muebles originales de la familia de Goethe.
Las iglesias
Fráncfort tiene una serie de edificios que son una gran atracción turística. Entre ellos, se destacan las iglesias que reciben a miles de visitantes por día. Una de las más concurridas es la de San Pablo, construida entre 1789 y 1833. Es considerada un recinto de la democracia alemana porque fue el lugar de reuniones políticas y luego sede del primer parlamento alemán en 1848.
Hoy en día abre sus puertas para exposiciones y eventos culturales. Por su parte, Justinuskirche (la iglesia de San Justino), ubicada en Höchst, se destaca por ser una de las construcciones más antiguas de la ciudad y de Alemania y por poseer una de las más importantes esculturas arquitectónicas del país. A ellas se agrega Katharinenkirche, la iglesia de Santa Catalina, el nombre de una mártir cristiana. La iglesia se construyó en 1681 y sufrió un gran deterioro por los bombardeos de la segunda guerra mundial. Fue reconstruida en 1954 y es considerada como la principal iglesia protestante. También se encuentra la catedral San Bartolomé, el recinto donde, entre 1562 y 1792, se llevó a cabo la coronación de varios emperadores alemanes, lo que dio origen a su nombre: Kaiserdom (catedral del Imperio). Hasta la década de 1950 fue el punto más alto de la ciudad, con más de 96 metros de altura.
Los imprescindibles
También en Fráncfort es casi una obligación conocer las tabernas de sidra del barrio Sachsenhausen, que aún mantiene sus empedradas calles, uno de los distritos con menos cambios arquitectónicos. La bebida local es el Apfelwein, o Ebbelwoi, basado en manzana.
Si el objetivo es acercarse a la naturaleza, debe visitarse Palmengarten, el jardín botánico. Fundado en 1868, hoy cuenta con más de seis especies e incluye plantas exóticas de las selvas tropicales y ejemplares de jardines europeos.
Si la apuesta es la moda o las compras, la cita es la dinámica calle comercial Zeil. Llamada también “la quinta avenida de Alemania”, es la zona elegida por las principales marcas del mundo. Hay boutiques de moda y tiene como atractivo principal la Zeil Galerie, un imponente centro comercial de 10 pisos. Impacta por el diseño de su edificio principal, así como por su variada oferta. Los turistas lo utilizan para hacer una pausa y tomar un helado mientras se aprecia la vista de la ciudad.
1856
Lejos de esa imagen “fría” que muchas veces se ha asociado a la ciudad, Fráncfort ofrece una intensa vida nocturna.
Los kneipen, los bares tradicionales, se ubican en su mayoría en el distrito Alt Sachsenhausen. Son recintos que se han renovado y lucen modernos e internacionales.
Los lugares elegidos por los amantes de la música disco están en Zeil y Bleichstrasse, que se suma a los alrededores de la bulliciosa y popular arteria de Kaiserstrasse. Varios bares ofrecen música en vivo, preferentemente jazz. Esa es la oferta de varias salas en la zona de Kleine Bockenheimer Strasse, conocida justamente como Jazzgasse (“el callejón del jazz”). Por lo general hay una tendencia a la vestimenta semiformal. No en el sentido clásico de usar saco y corbata, sino porque en muchos bares no se permite la entrada con vaqueros o championes.