peterbank
30-10-2018, 03:43 PM
Las transacciones con criptomonedas y su minería requieren grandes cantidades de electricidad.
abíamos que las criptomonedas pueden calentar la economía. Ahora han descubierto que pueden calentar el planeta. Hasta en 2ºC de media en un par de décadas. La razón es simple y aparentemente lógica: “el bitcoin es una criptomoneda con grandes requisitos de hardware y esto, obviamente, se traduce en grandes demandas de electricidad”. Así lo remume Randi Rollins, investigador de la Universidad de Hawai-Manoa y coautor de un estudio publicado en Nature Climate Change.
A diferencia de las divisas convencionales, en las digitales no hay una fábrica de moneda y timbre. Las criptomonedas se descubren procesando grandes cantidades de datos, es decir, haciendo minería, en la jerga cibernética. Según explicamos aquí, el bitcoin es conocida por ser la mayor moneda digital del mundo. Concebida en los albores de la crisis, dio sus primeros pasos en 2009, con un sistema descentralizado -no respaldado por ninguna institución financiera nacional o supranacional-, que permite transacciones seguras e irreversibles sin necesidad de intermediarios, gracias a la tecnología blockchain.
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Las compras con bitcoins y otras criptomonedas, requieren grandes cantidades de electricidad. Crean transacciones que son registradas y procesadas por un grupo descentralizado de personas. Éstas anotan cada transacción realizada durante un período de tiempo específico en un bloque (blockchain). Luego se agregan bloques a la cadena, que es el libro de cuentas público, a modo de apuntes contables que luego se verifican por otras personas. Por el camino se van descubriendo (que no generando) bitcoins, a modo de recompensa. Pero en todo este entramado descentralizado participan cientos y cientos de ordenadores/servidores funcionando al mismo tiempo por todo el mundo. Es decir, un gran consumo eléctrico.
Las grandes compañías de computación se enfrentan cada año a este problema. Desde los noventa se habla de green computing para referirse a los costes ecológicos derivados del procesamiento de grandes datos. Es cierto que los servidores se construyen con mayores criterios de eficiencia. Que los sistemas de refrigeración reducen cada vez más la dependencia de la electricidad o incluso se llevan las máquinas a países fríos (el 49% de la industria tecnológica tiene centros de datos en países nórdicos) o bajo el mar, como el reciente centro Natick de Microsoft.
abíamos que las criptomonedas pueden calentar la economía. Ahora han descubierto que pueden calentar el planeta. Hasta en 2ºC de media en un par de décadas. La razón es simple y aparentemente lógica: “el bitcoin es una criptomoneda con grandes requisitos de hardware y esto, obviamente, se traduce en grandes demandas de electricidad”. Así lo remume Randi Rollins, investigador de la Universidad de Hawai-Manoa y coautor de un estudio publicado en Nature Climate Change.
A diferencia de las divisas convencionales, en las digitales no hay una fábrica de moneda y timbre. Las criptomonedas se descubren procesando grandes cantidades de datos, es decir, haciendo minería, en la jerga cibernética. Según explicamos aquí, el bitcoin es conocida por ser la mayor moneda digital del mundo. Concebida en los albores de la crisis, dio sus primeros pasos en 2009, con un sistema descentralizado -no respaldado por ninguna institución financiera nacional o supranacional-, que permite transacciones seguras e irreversibles sin necesidad de intermediarios, gracias a la tecnología blockchain.
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Las compras con bitcoins y otras criptomonedas, requieren grandes cantidades de electricidad. Crean transacciones que son registradas y procesadas por un grupo descentralizado de personas. Éstas anotan cada transacción realizada durante un período de tiempo específico en un bloque (blockchain). Luego se agregan bloques a la cadena, que es el libro de cuentas público, a modo de apuntes contables que luego se verifican por otras personas. Por el camino se van descubriendo (que no generando) bitcoins, a modo de recompensa. Pero en todo este entramado descentralizado participan cientos y cientos de ordenadores/servidores funcionando al mismo tiempo por todo el mundo. Es decir, un gran consumo eléctrico.
Las grandes compañías de computación se enfrentan cada año a este problema. Desde los noventa se habla de green computing para referirse a los costes ecológicos derivados del procesamiento de grandes datos. Es cierto que los servidores se construyen con mayores criterios de eficiencia. Que los sistemas de refrigeración reducen cada vez más la dependencia de la electricidad o incluso se llevan las máquinas a países fríos (el 49% de la industria tecnológica tiene centros de datos en países nórdicos) o bajo el mar, como el reciente centro Natick de Microsoft.