fastdollar
07-11-2018, 11:41 PM
En el futuro todos seremos más viejos. También la economía y los puestos laborales que genera. Durante los últimos años, Estados Unidos, referente general del capitalismo contemporáneo, ha observado una interesante tendencia: cada vez son más los ciudadanos mayores que engrosan las filas del mercado laboral. Ancianos en edad de jubilación, o cerca de ella, que aceptan trabajos precarios antaño reservados para los jóvenes.
El dato. Lo ilustra Bloomberg en este artículo: según el gobierno americano, las cohortes por encima de los 65 años serán las que más crezcan dentro de la fuerza laboral estadounidense hasta 2024. Se espera que el número de trabajadores mayores crezca entre un 4,5% (entre 65 y 75) y un 6,4% (por encima de 75). Por contra, el volumen de empleados entre los 16 y los 24 años descenderá un 1,4% en el mismo periodo de tiempo.
A la economía, en suma, le están saliendo canas.
¿Por qué? Los motivos son variados. La tendencia se ha gestado en el largo plazo, como este reportaje del New York Times de 2013 ilustra. Por aquel entonces muchos trabajadores mayores (por encima de los 50 años) comenzaron a engrosar las filas de empresas como McDonald's o KFC, a menudo en multiempleo. Sus bajos sueldos (un mínimo de $7 la hora, insuficiente para mantener a una familia) solían atraer a empleados jóvenes. El paro y la crisis cambió la dinámica.
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Ahora el problema es el inverso: hay demanda de trabajo, pero menos oferta. Con el paro bajo mínimos, muchos jóvenes (bien formados) optan por salidas laborales mejor pagadas. De ahí que las empresas de la economía precaria estén recurriendo a pensionistas o próximos jubilados. Se sabe que estamos alargando nuestra vida laboral. No sólo por una insuficiente pensión, sino también por la ausencia de ahorros sustanciales.
Futuro gris. Hay otra razón: la lógica demográfica. En Europa es insoslayable. Con las tasas de fertilidad por los suelos y la esperanza de vida disparada, el grueso de la población está envejeciendo. Para muchos sistemas de pensiones la disyuntiva es imposible (y de ahí el aumento de la edad de jubilación). ¿Solución? Que los mayores sigan trabajando. La tasa de actividad entre los 55 y los 64 años en la UE ha pasado del 43% al 50% en una década.
Valor añadido. Para las empresas es una opción atractiva. Pagan salarios bajos, pensados para estudiantes o trabajadores parciales, a empleados muy experimentados y eficientes (aunque a menudo tengan que reeducarles tras años desenganchados del mercado laboral). También ganan estabilidad: los empleados más mayores no suelen rotar tanto de puesto (como los jóvenes, más transitorios en la economía precaria).
Y al parecer, a los clientes les gusta. Según McDonald's, sus establecimientos atendidos por trabajadores con más edad media reportaban índices de satisfacción más altos.
El dato. Lo ilustra Bloomberg en este artículo: según el gobierno americano, las cohortes por encima de los 65 años serán las que más crezcan dentro de la fuerza laboral estadounidense hasta 2024. Se espera que el número de trabajadores mayores crezca entre un 4,5% (entre 65 y 75) y un 6,4% (por encima de 75). Por contra, el volumen de empleados entre los 16 y los 24 años descenderá un 1,4% en el mismo periodo de tiempo.
A la economía, en suma, le están saliendo canas.
¿Por qué? Los motivos son variados. La tendencia se ha gestado en el largo plazo, como este reportaje del New York Times de 2013 ilustra. Por aquel entonces muchos trabajadores mayores (por encima de los 50 años) comenzaron a engrosar las filas de empresas como McDonald's o KFC, a menudo en multiempleo. Sus bajos sueldos (un mínimo de $7 la hora, insuficiente para mantener a una familia) solían atraer a empleados jóvenes. El paro y la crisis cambió la dinámica.
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Ahora el problema es el inverso: hay demanda de trabajo, pero menos oferta. Con el paro bajo mínimos, muchos jóvenes (bien formados) optan por salidas laborales mejor pagadas. De ahí que las empresas de la economía precaria estén recurriendo a pensionistas o próximos jubilados. Se sabe que estamos alargando nuestra vida laboral. No sólo por una insuficiente pensión, sino también por la ausencia de ahorros sustanciales.
Futuro gris. Hay otra razón: la lógica demográfica. En Europa es insoslayable. Con las tasas de fertilidad por los suelos y la esperanza de vida disparada, el grueso de la población está envejeciendo. Para muchos sistemas de pensiones la disyuntiva es imposible (y de ahí el aumento de la edad de jubilación). ¿Solución? Que los mayores sigan trabajando. La tasa de actividad entre los 55 y los 64 años en la UE ha pasado del 43% al 50% en una década.
Valor añadido. Para las empresas es una opción atractiva. Pagan salarios bajos, pensados para estudiantes o trabajadores parciales, a empleados muy experimentados y eficientes (aunque a menudo tengan que reeducarles tras años desenganchados del mercado laboral). También ganan estabilidad: los empleados más mayores no suelen rotar tanto de puesto (como los jóvenes, más transitorios en la economía precaria).
Y al parecer, a los clientes les gusta. Según McDonald's, sus establecimientos atendidos por trabajadores con más edad media reportaban índices de satisfacción más altos.