fastdollar
13-11-2018, 11:08 PM
¿Se imaginan un mundo sin libros como especula, de manera escalofriante, el gran escritor Ray Bradbury en su novela cenital de ciencia ficción Fahrenheit 451?
Es un desafío argumental, sin duda, pero bien interesante porque nos llama la atención sobre lo importante que ha sido el libro en el desarrollo de la humanidad, desde que fuera impreso por Gutenberg en la Edad Media.
La circunstancia de prohibir y quemar libros, como narra Bradbury, ha sido considerado siempre un hecho de lesa cultura. Detrás de esa aberración han estado los regímenes dictatoriales que prohíben la libre circulación de ideas.
No, las nuevas generaciones, afortunadamente, no verán un mundo sin libros. Si acaso, nuevas plataformas para que siga sembrando la inteligencia, aunque eso está todavía por ver porque el apego al objeto de tapas y hojas de papel impresas sigue fascinando a miles de lectores tradicionales.
Por supuesto que son bienvenidas las versiones electrónicas, el Kindle, los iPad, los teléfonos y hasta los relojes pulseras con pantallas. Todos los modos de la lectura son bienvenidos. Bajo ningún concepto podemos perder el disfrute de la imaginación y la excelencia estética que convoca la lectura.
Los autores nos proponen sus historias, versos, o puestas en escena y el sitio de nuestro cerebro reservado a la magia de la creatividad, las compone tomando en cuenta la experiencia personal. Cada cual cabalga con su Quijote, se enamora de su Julieta o piensa que Remedios, la Bella, es una pariente que voló hacia las nubes, según nos contaba la abuela.
Hoy estamos en el centro de la semana del evento literario de su categoría más importante de Estados Unidos. La Feria del Libro de Miami nos recuerda que el libro cifra la trascendencia de la humanidad, sobre todo en estos días donde hemos estado sujetos a los dilemas políticos que a veces parecen ser insolubles.
Han sido jornadas inolvidables con autores tan reconocidos como Laura Esquivel, quien honró la apertura del evento el pasado domingo. Pero solo estamos a la mitad del camino radiante que nos propone la literatura.
Más de 90 autores, de primera categoría, engalanan el prestigioso Programa de Autores Iberoamericanos y desde el viernes 16 hasta el domingo 18 de noviembre, la Feria del Libro, toma las calles del centro de la ciudad, con sus famosos y tradicionales quioscos multicolores, donde se dispensan cientos de libros de todos los géneros, para todos los gustos.
La semana pasada acabamos de votar por lo que nos parece más conveniente en el terreno político y con la asistencia numerosa, que ya se constata satisfactoriamente, a la Feria del Libro de Miami, estamos manifestando una suerte de sufragio para el futuro, garantizando que la cultura y la educación sigan teniendo prioridad cuando se habla de cerrar el anillo de bienestar social.
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Habrá autores reconocidos y otros que ahora se revelan ante sus lectores potenciales. Algunos ostentan importantes premios literarios, no pocos, marcan la pauta de nuevos modos de la literatura en la entrañable lengua de Cervantes.
Para nada se trata de un evento exclusivista, todo lo contrario. Ostenta la virtud de hacer asequible, mediante el contacto directo con los autores, corrientes del pensamiento y la imaginería contemporáneos que de otro modo nos parecerían inalcanzables.
Es, por otra parte, una convocatoria totalmente familiar. Cada miembro con su rincón de interés, desde los niños a esas edades doradas que son de experiencia acumulada.
La magia acontece en el Campus Wolfson del Miami Dade College desde hace 35 años, quién lo diría. Esta semana, Miami es la capital literaria de Estados Unidos, un privilegio que todos debiéramos aprovechar.
Es un desafío argumental, sin duda, pero bien interesante porque nos llama la atención sobre lo importante que ha sido el libro en el desarrollo de la humanidad, desde que fuera impreso por Gutenberg en la Edad Media.
La circunstancia de prohibir y quemar libros, como narra Bradbury, ha sido considerado siempre un hecho de lesa cultura. Detrás de esa aberración han estado los regímenes dictatoriales que prohíben la libre circulación de ideas.
No, las nuevas generaciones, afortunadamente, no verán un mundo sin libros. Si acaso, nuevas plataformas para que siga sembrando la inteligencia, aunque eso está todavía por ver porque el apego al objeto de tapas y hojas de papel impresas sigue fascinando a miles de lectores tradicionales.
Por supuesto que son bienvenidas las versiones electrónicas, el Kindle, los iPad, los teléfonos y hasta los relojes pulseras con pantallas. Todos los modos de la lectura son bienvenidos. Bajo ningún concepto podemos perder el disfrute de la imaginación y la excelencia estética que convoca la lectura.
Los autores nos proponen sus historias, versos, o puestas en escena y el sitio de nuestro cerebro reservado a la magia de la creatividad, las compone tomando en cuenta la experiencia personal. Cada cual cabalga con su Quijote, se enamora de su Julieta o piensa que Remedios, la Bella, es una pariente que voló hacia las nubes, según nos contaba la abuela.
Hoy estamos en el centro de la semana del evento literario de su categoría más importante de Estados Unidos. La Feria del Libro de Miami nos recuerda que el libro cifra la trascendencia de la humanidad, sobre todo en estos días donde hemos estado sujetos a los dilemas políticos que a veces parecen ser insolubles.
Han sido jornadas inolvidables con autores tan reconocidos como Laura Esquivel, quien honró la apertura del evento el pasado domingo. Pero solo estamos a la mitad del camino radiante que nos propone la literatura.
Más de 90 autores, de primera categoría, engalanan el prestigioso Programa de Autores Iberoamericanos y desde el viernes 16 hasta el domingo 18 de noviembre, la Feria del Libro, toma las calles del centro de la ciudad, con sus famosos y tradicionales quioscos multicolores, donde se dispensan cientos de libros de todos los géneros, para todos los gustos.
La semana pasada acabamos de votar por lo que nos parece más conveniente en el terreno político y con la asistencia numerosa, que ya se constata satisfactoriamente, a la Feria del Libro de Miami, estamos manifestando una suerte de sufragio para el futuro, garantizando que la cultura y la educación sigan teniendo prioridad cuando se habla de cerrar el anillo de bienestar social.
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Habrá autores reconocidos y otros que ahora se revelan ante sus lectores potenciales. Algunos ostentan importantes premios literarios, no pocos, marcan la pauta de nuevos modos de la literatura en la entrañable lengua de Cervantes.
Para nada se trata de un evento exclusivista, todo lo contrario. Ostenta la virtud de hacer asequible, mediante el contacto directo con los autores, corrientes del pensamiento y la imaginería contemporáneos que de otro modo nos parecerían inalcanzables.
Es, por otra parte, una convocatoria totalmente familiar. Cada miembro con su rincón de interés, desde los niños a esas edades doradas que son de experiencia acumulada.
La magia acontece en el Campus Wolfson del Miami Dade College desde hace 35 años, quién lo diría. Esta semana, Miami es la capital literaria de Estados Unidos, un privilegio que todos debiéramos aprovechar.