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02-01-2019, 09:57 PM
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Tras un 2017 de récord, la volatilidad regresó a Wall Street en 2018, debido a las subidas de las tasas de interés, el temor a un estancamiento económico mundial y la incertidumbre generada por las decisiones del presidente estadounidense Donald Trump.
“En esta misma época el año pasado hablábamos de un 2017 ‘desenfrenado'”, recuerda Scott Wren, analista del banco Wells Fargo. “El contraste es sorprendente este año”.
Este lunes, a pocas horas del cierre de la última sesión de 2018, los tres principales índices de Wall Street, Dow Jones, Nasdaq y S&P 500, cedían respectivamente un 5,9%, un 4,1% y un 6,5% en el conjunto del año, su peor resultado desde 2008.
El año pasado se habían disparado en un 25,1%, un 28,2% y un 19,4%.
Los daños no fueron más graves gracias a los excelentes resultados de las empresas, cuyos beneficios aumentaron en un 20,3% durante 2018, según previsiones de la compañía Factset, algo inédito desde 2010.
Pero las perspectivas de un estancamiento de esos beneficios en 2019, junto con las señales de ralentización del crecimiento mundial en un periodo de alza de las tasas estadounidenses, provocaron un frenazo en Wall Street.
Esa situación también influyó en la caída de los índices mundiales en 2018. El FTSE-100 londinense cerró el año cediendo un 12,5%, el CAC 40 parisino cayó en un 11% y el Dax de Fráncfort perdió un 18,3%.
Y en las bolsas asiáticas, Hong Kong retrocedió un 13,6%, Shanghái un 24,6%, y Shenzhen un 33,2%.
Los primeros sobresaltos llegaron en febrero. Los inversores temían entonces que el nivel de los salarios estadounidenses provocara un fuerte aumento de la inflación y, por tanto, un mayor ritmo en la subida de las tasas de interés del banco central (Fed).
La institución dirigida por Jerome Powell emprendió en 2015 una política de restricción monetaria, que cerrará poco a poco el acceso a los créditos baratos de los que se beneficiaron ampliamente los inversores y los ciudadanos durante la crisis, creando la sensación de que se acaba una edad de oro en la comunidad financiera. Las tasas aumentaron cuatro veces en un cuarto de punto en 2018.
Los meses siguientes tranquilizaron a los inversores gracias, sobre todo, a los resultados empresariales, que permitieron un regreso de Wall Street a los récords históricos entre junio y septiembre.
Sin embargo, la euforia se esfumó rápidamente cuando Powell anunció en octubre que la Fed estudiaba acelerar la subida de sus tasas de interés.
Con información de AFP
Tras un 2017 de récord, la volatilidad regresó a Wall Street en 2018, debido a las subidas de las tasas de interés, el temor a un estancamiento económico mundial y la incertidumbre generada por las decisiones del presidente estadounidense Donald Trump.
“En esta misma época el año pasado hablábamos de un 2017 ‘desenfrenado'”, recuerda Scott Wren, analista del banco Wells Fargo. “El contraste es sorprendente este año”.
Este lunes, a pocas horas del cierre de la última sesión de 2018, los tres principales índices de Wall Street, Dow Jones, Nasdaq y S&P 500, cedían respectivamente un 5,9%, un 4,1% y un 6,5% en el conjunto del año, su peor resultado desde 2008.
El año pasado se habían disparado en un 25,1%, un 28,2% y un 19,4%.
Los daños no fueron más graves gracias a los excelentes resultados de las empresas, cuyos beneficios aumentaron en un 20,3% durante 2018, según previsiones de la compañía Factset, algo inédito desde 2010.
Pero las perspectivas de un estancamiento de esos beneficios en 2019, junto con las señales de ralentización del crecimiento mundial en un periodo de alza de las tasas estadounidenses, provocaron un frenazo en Wall Street.
Esa situación también influyó en la caída de los índices mundiales en 2018. El FTSE-100 londinense cerró el año cediendo un 12,5%, el CAC 40 parisino cayó en un 11% y el Dax de Fráncfort perdió un 18,3%.
Y en las bolsas asiáticas, Hong Kong retrocedió un 13,6%, Shanghái un 24,6%, y Shenzhen un 33,2%.
Los primeros sobresaltos llegaron en febrero. Los inversores temían entonces que el nivel de los salarios estadounidenses provocara un fuerte aumento de la inflación y, por tanto, un mayor ritmo en la subida de las tasas de interés del banco central (Fed).
La institución dirigida por Jerome Powell emprendió en 2015 una política de restricción monetaria, que cerrará poco a poco el acceso a los créditos baratos de los que se beneficiaron ampliamente los inversores y los ciudadanos durante la crisis, creando la sensación de que se acaba una edad de oro en la comunidad financiera. Las tasas aumentaron cuatro veces en un cuarto de punto en 2018.
Los meses siguientes tranquilizaron a los inversores gracias, sobre todo, a los resultados empresariales, que permitieron un regreso de Wall Street a los récords históricos entre junio y septiembre.
Sin embargo, la euforia se esfumó rápidamente cuando Powell anunció en octubre que la Fed estudiaba acelerar la subida de sus tasas de interés.
Con información de AFP