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18-02-2019, 05:43 PM
Más allá del celebérrimo Machu Picchu, el Camino del Inca busca convertirse en un polo turístico integrado, aunque el proyecto está resultando laborioso y desigual en un inmenso territorio que abarca seis países de Sudamérica a lo largo de los Andes.
“Es un patrimonio común de los países andinos”, lanzó Mónica Zalaquett, subsecretaria de Turismo de Chile, refiriéndose al enorme potencial de sitios naturales, arqueología y cultura local que ofrecen los caminos trazados para comunicar antaño las regiones del imperio inca, durante un evento en Madrid, a fines de enero pasado.
El gran protagonista del Qhapaq Ñan (Camino Inca, en quechua) es Perú, con su antigua capital imperial, Cusco, y su departamento frecuentado todo el año por turistas de Estados Unidos, Brasil, Argentina, Europa o Israel. Allí quiere promover el gobierno atractivos turísticos como el puente Queshuachaca, que las comunidades indígenas locales construyen con fibra vegetal cada mes de junio en un ritual que dura tres días. O Choquequirao, una ciudadela inca en terrazas que presenta cierta semejanza estructural y arquitectónica con Machu Picchu.
Los touroperadores peruanos llevan algunos años proponiendo otros productos, algunos de ellos de lujo, para diversificar oferta más allá de la saturación de Machu Picchu y la ruta de trekking entre éste y Ollantaytambo, conocida como “camino inca”.
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A una hora de Ollantaytambo, Travel Group Perú ofrece estadías con la comunidad indígena Huilloc, en las que el turista puede trabajar la tierra, cocinar con leña o aprender costura tradicional, explica en Fitur su gerente, Ángela Guardia.
“Para los más aventureros”, añade, se ofrecen estadías de una noche, a razón de 600 euros por persona, en cápsulas metálicas encaramadas a una montaña y dotadas de cama, baño y cocina, además de una espectacular vista sobre un valle andino.
Por su lado, Viracocha Turismo ha apostado por la reserva paisajística de Nor Yauyos, rica en nevados, lagunas y cañones e integrada en la red de caminos el Qhapaq Ñan.
“Es un patrimonio común de los países andinos”, lanzó Mónica Zalaquett, subsecretaria de Turismo de Chile, refiriéndose al enorme potencial de sitios naturales, arqueología y cultura local que ofrecen los caminos trazados para comunicar antaño las regiones del imperio inca, durante un evento en Madrid, a fines de enero pasado.
El gran protagonista del Qhapaq Ñan (Camino Inca, en quechua) es Perú, con su antigua capital imperial, Cusco, y su departamento frecuentado todo el año por turistas de Estados Unidos, Brasil, Argentina, Europa o Israel. Allí quiere promover el gobierno atractivos turísticos como el puente Queshuachaca, que las comunidades indígenas locales construyen con fibra vegetal cada mes de junio en un ritual que dura tres días. O Choquequirao, una ciudadela inca en terrazas que presenta cierta semejanza estructural y arquitectónica con Machu Picchu.
Los touroperadores peruanos llevan algunos años proponiendo otros productos, algunos de ellos de lujo, para diversificar oferta más allá de la saturación de Machu Picchu y la ruta de trekking entre éste y Ollantaytambo, conocida como “camino inca”.
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A una hora de Ollantaytambo, Travel Group Perú ofrece estadías con la comunidad indígena Huilloc, en las que el turista puede trabajar la tierra, cocinar con leña o aprender costura tradicional, explica en Fitur su gerente, Ángela Guardia.
“Para los más aventureros”, añade, se ofrecen estadías de una noche, a razón de 600 euros por persona, en cápsulas metálicas encaramadas a una montaña y dotadas de cama, baño y cocina, además de una espectacular vista sobre un valle andino.
Por su lado, Viracocha Turismo ha apostado por la reserva paisajística de Nor Yauyos, rica en nevados, lagunas y cañones e integrada en la red de caminos el Qhapaq Ñan.