theheidy21
17-06-2019, 02:28 AM
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Cientos de miles de personas vestidas de negro llenaron las calles del centro de Hong Kong el domingo para exigir la renuncia de la dirigente de la ciudad, un día después de que esta suspendiera el proyecto de ley de extradición con China en una súbita marcha atrás tras las protestas más violentas en décadas.
En la multitudinaria concentración, algunos manifestantes llevaban claveles blancos, mientras que otros portaban pancartas en las que se leía: “No disparen, somos hongkoneses”, en un intento por evitar que se repitiera la violencia que sacudió el centro financiero el miércoles, cuando la policía disparó balas de goma y gas lacrimógeno.
Los manifestantes, entre quienes se contaban familias jóvenes y ancianos, llenaron con una marea negra carreteras, pasarelas y estaciones de tren en el centro financiero de Hong Kong para expresar su frustración y rabia contra la dirigente de Hong Kong, Carrie Lam.
Un fuerte grito de aprobación se pudo oír después de que los manifestantes pidieran que Lam dimita y el eco del cántico resonara por las calles. Los manifestantes también gritaron la consigna “perseguir a la policía negra”, indignados por la reacción de la policía, que desde su punto de vista fue exagerada, dejando 70 personas heridas en la violenta protesta del miércoles.
El sábado, Lam, apoyada por Pekín, retrasó indefinidamente el proyecto de ley de extradición que podría enviar a personas a China continental para ser juzgadas, expresando su “profunda tristeza y pesar”.
El giro de 180 grados supone uno de los giros políticos más significativos del Gobierno de Hong Kong desde que Reino Unido devolviera el territorio a China en 1997, y puso en tela de juicio la capacidad de Lam para seguir al frente de la ciudad.
“Carrie Lam se negó a disculparse ayer. Es inaceptable”, dijo Catherine Cheung, de 16 ańos. “Es una líder terrible pródiga en mentiras... Creo que sólo está retrasando el proyecto de ley para que nos calmemos”. Su compańera de clase, Cindy Yip, dijo: “Por eso seguimos exigiendo que se elimine el proyecto de ley. Ya no confiamos en ella. Tiene que renunciar”.
DISCULPAS
Horas más tarde de que se iniciaran las protestas, Lam pidió disculpas el domingo cediendo a la presión de los cientos de miles de personas manifestándose en las calles de Hong Kong.
Un portavoz del Gobierno de la ciudad dijo que el mal trabajo en torno al proyecto de ley había ocasionado “graves controversias y disputas en la sociedad, causando desilusión y dolor”.
Lam “pidió disculpas al pueblo de Hong Kong por ello y se comprometió a adoptar la actitud más honesta y humilde para aceptar las críticas y mejorar su servicio al público”, añadió.
Los críticos dicen que la ley de extradición prevista podría poner en peligro la autonomía administrativa de Hong Kong y su reputación internacional como centro financiero asiático. Algunos magnates de Hong Kong ya han comenzado a trasladar sus bienes personales al extranjero.
El inversor David Webb, en un boletín informativo del domingo, dijo que si Lam fuera un valor bursátil, él recomendaría un recorte de su precio objetivo a cero.
“Ha perdido definitivamente la confianza pública”, dijo Webb. “Sus protectores en Pekín, aunque por ahora expresan su apoyo en público, la han señalado claramente de cara a un cese, al distanciarse de la propuesta en los últimos días.”
El medio oficial del Partido Comunista de China, el Diario del Pueblo, difundió un comentario el domingo en el que señalaba que las autoridades centrales han expresado un “firme apoyo” a Lam.
Preguntada repetidas veces sobre si renunciaría, Lam evitó responder directamente el sábado y apeló al pueblo para que “nos dé otra oportunidad”. Lam dijo que había trabajado para la administración durante décadas y que aún tenía cosas que quería hacer.
La agitación llega en un momento difícil para Pekín, que ya está lidiando con la escalada de la guerra comercial de Estados Unidos, la vacilación de la economía y las tensiones en el mar de la China Meridional. Los censores chinos han estado trabajando duro para borrar o bloquear las noticias sobre las protestas de Hong Kong, temerosos de que cualquier gran manifestación pública pudiera inspirar protestas en el continente.
Muchos acusan a Pekín de haberse entrometido demasiado en la política de la ciudad, incluyendo la obstrucción de reformas democráticas, la interferencia en elecciones y la desaparición desde 2015 de cinco librerías con sede en Hong Kong, que se habían especializado en obras críticas con los líderes chinos.
Las protestas de Hong Kong han sido las más multitudinarias desde las que tuvieron lugar tras la sangrienta represión de las manifestaciones a favor de la democracia en la plaza de Tiananmén, en Pekín, el 4 de junio de 1989.
Lam dijo el sábado que la ley de extradición es necesaria para impedir que los delincuentes utilicen Hong Kong como refugio y que los derechos humanos serían protegidos por el tribunal de la ciudad, que decidiría sobre las extradiciones caso por caso.
Los críticos con la iniciativa, incluyendo a los principales abogados y grupos de derechos, señalan que el sistema judicial de China está controlado por el Partido Comunista, y dicen que está marcado por la tortura y las confesiones forzadas, las detenciones arbitrarias y el difícil acceso a abogados.
Cientos de miles de personas vestidas de negro llenaron las calles del centro de Hong Kong el domingo para exigir la renuncia de la dirigente de la ciudad, un día después de que esta suspendiera el proyecto de ley de extradición con China en una súbita marcha atrás tras las protestas más violentas en décadas.
En la multitudinaria concentración, algunos manifestantes llevaban claveles blancos, mientras que otros portaban pancartas en las que se leía: “No disparen, somos hongkoneses”, en un intento por evitar que se repitiera la violencia que sacudió el centro financiero el miércoles, cuando la policía disparó balas de goma y gas lacrimógeno.
Los manifestantes, entre quienes se contaban familias jóvenes y ancianos, llenaron con una marea negra carreteras, pasarelas y estaciones de tren en el centro financiero de Hong Kong para expresar su frustración y rabia contra la dirigente de Hong Kong, Carrie Lam.
Un fuerte grito de aprobación se pudo oír después de que los manifestantes pidieran que Lam dimita y el eco del cántico resonara por las calles. Los manifestantes también gritaron la consigna “perseguir a la policía negra”, indignados por la reacción de la policía, que desde su punto de vista fue exagerada, dejando 70 personas heridas en la violenta protesta del miércoles.
El sábado, Lam, apoyada por Pekín, retrasó indefinidamente el proyecto de ley de extradición que podría enviar a personas a China continental para ser juzgadas, expresando su “profunda tristeza y pesar”.
El giro de 180 grados supone uno de los giros políticos más significativos del Gobierno de Hong Kong desde que Reino Unido devolviera el territorio a China en 1997, y puso en tela de juicio la capacidad de Lam para seguir al frente de la ciudad.
“Carrie Lam se negó a disculparse ayer. Es inaceptable”, dijo Catherine Cheung, de 16 ańos. “Es una líder terrible pródiga en mentiras... Creo que sólo está retrasando el proyecto de ley para que nos calmemos”. Su compańera de clase, Cindy Yip, dijo: “Por eso seguimos exigiendo que se elimine el proyecto de ley. Ya no confiamos en ella. Tiene que renunciar”.
DISCULPAS
Horas más tarde de que se iniciaran las protestas, Lam pidió disculpas el domingo cediendo a la presión de los cientos de miles de personas manifestándose en las calles de Hong Kong.
Un portavoz del Gobierno de la ciudad dijo que el mal trabajo en torno al proyecto de ley había ocasionado “graves controversias y disputas en la sociedad, causando desilusión y dolor”.
Lam “pidió disculpas al pueblo de Hong Kong por ello y se comprometió a adoptar la actitud más honesta y humilde para aceptar las críticas y mejorar su servicio al público”, añadió.
Los críticos dicen que la ley de extradición prevista podría poner en peligro la autonomía administrativa de Hong Kong y su reputación internacional como centro financiero asiático. Algunos magnates de Hong Kong ya han comenzado a trasladar sus bienes personales al extranjero.
El inversor David Webb, en un boletín informativo del domingo, dijo que si Lam fuera un valor bursátil, él recomendaría un recorte de su precio objetivo a cero.
“Ha perdido definitivamente la confianza pública”, dijo Webb. “Sus protectores en Pekín, aunque por ahora expresan su apoyo en público, la han señalado claramente de cara a un cese, al distanciarse de la propuesta en los últimos días.”
El medio oficial del Partido Comunista de China, el Diario del Pueblo, difundió un comentario el domingo en el que señalaba que las autoridades centrales han expresado un “firme apoyo” a Lam.
Preguntada repetidas veces sobre si renunciaría, Lam evitó responder directamente el sábado y apeló al pueblo para que “nos dé otra oportunidad”. Lam dijo que había trabajado para la administración durante décadas y que aún tenía cosas que quería hacer.
La agitación llega en un momento difícil para Pekín, que ya está lidiando con la escalada de la guerra comercial de Estados Unidos, la vacilación de la economía y las tensiones en el mar de la China Meridional. Los censores chinos han estado trabajando duro para borrar o bloquear las noticias sobre las protestas de Hong Kong, temerosos de que cualquier gran manifestación pública pudiera inspirar protestas en el continente.
Muchos acusan a Pekín de haberse entrometido demasiado en la política de la ciudad, incluyendo la obstrucción de reformas democráticas, la interferencia en elecciones y la desaparición desde 2015 de cinco librerías con sede en Hong Kong, que se habían especializado en obras críticas con los líderes chinos.
Las protestas de Hong Kong han sido las más multitudinarias desde las que tuvieron lugar tras la sangrienta represión de las manifestaciones a favor de la democracia en la plaza de Tiananmén, en Pekín, el 4 de junio de 1989.
Lam dijo el sábado que la ley de extradición es necesaria para impedir que los delincuentes utilicen Hong Kong como refugio y que los derechos humanos serían protegidos por el tribunal de la ciudad, que decidiría sobre las extradiciones caso por caso.
Los críticos con la iniciativa, incluyendo a los principales abogados y grupos de derechos, señalan que el sistema judicial de China está controlado por el Partido Comunista, y dicen que está marcado por la tortura y las confesiones forzadas, las detenciones arbitrarias y el difícil acceso a abogados.