Arlette
15-04-2014, 10:05 PM
Los estudios sociológicos y las observaciones más simples pueden definir la actual sociedad de consumo como más exigente, desconfiada, inconformista e impaciente. Al mismo tiempo, la reducción del ciclo de vida de los productos se está extendiendo a diferentes sectores. Todo esto está afectando definitivamente a los productos de inversión.
Estas características en el mundo financiero se pueden ver en la búsqueda de una alta rentabilidad a pesar de que ésta pueda conllevar más riesgo. Hace un tiempo los inversores más comunes eran los accionistas de grandes empresas. Si bien tenían como objetivo el mismo que actualmente, es decir, la rentabilidad, apostaban por una firma, se comprometían y se veían parte de un proyecto. Algunas de estas empresas escogidas eran consideradas inversiones seguras, eran las que nunca podrían quebrar y/o que estaban dirigidas por altos y conocidos cargos, en ocasiones relacionados con política. Algunas de ellas hoy están en quiebra o en procesos de disolución.
La desconfianza, en parte generada por la crisis financiera y estos acontecimientos impensables hace unos años, hace que ya no sea suficiente un minúsculo pero constante dividendo anual, sino que hoy es mejor que mañana, independientemente nuevamente del riesgo. Junto al convencional, hoy podemos dibujar un nuevo tipo de inversor. Éste puede depositar fondos por la mañana, invertir desde una aplicación móvil en un activo con fuerte volatilidad pero con comportamiento claro y cerrar posiciones a final del día o en corto plazo.
Estos factores explican el crecimiento de productos apalancados como CFDs (introducidos en España en 2007) donde la sencillez de la inversión, las plataformas intuitivas, bajas comisiones y una posible alta rentabilidad a corto plazo son los factores fundamentales.
Si el tiempo siempre ha sido un protagonista importante en el binomio central de las inversiones, hoy inclusive se sobrevalora o antepone éste a los otros dos factores, llegándose a evaluar ante una oportunidad de inversión el trinomio: Tiempo-Riesgo-Rentabilidad.
Estas características en el mundo financiero se pueden ver en la búsqueda de una alta rentabilidad a pesar de que ésta pueda conllevar más riesgo. Hace un tiempo los inversores más comunes eran los accionistas de grandes empresas. Si bien tenían como objetivo el mismo que actualmente, es decir, la rentabilidad, apostaban por una firma, se comprometían y se veían parte de un proyecto. Algunas de estas empresas escogidas eran consideradas inversiones seguras, eran las que nunca podrían quebrar y/o que estaban dirigidas por altos y conocidos cargos, en ocasiones relacionados con política. Algunas de ellas hoy están en quiebra o en procesos de disolución.
La desconfianza, en parte generada por la crisis financiera y estos acontecimientos impensables hace unos años, hace que ya no sea suficiente un minúsculo pero constante dividendo anual, sino que hoy es mejor que mañana, independientemente nuevamente del riesgo. Junto al convencional, hoy podemos dibujar un nuevo tipo de inversor. Éste puede depositar fondos por la mañana, invertir desde una aplicación móvil en un activo con fuerte volatilidad pero con comportamiento claro y cerrar posiciones a final del día o en corto plazo.
Estos factores explican el crecimiento de productos apalancados como CFDs (introducidos en España en 2007) donde la sencillez de la inversión, las plataformas intuitivas, bajas comisiones y una posible alta rentabilidad a corto plazo son los factores fundamentales.
Si el tiempo siempre ha sido un protagonista importante en el binomio central de las inversiones, hoy inclusive se sobrevalora o antepone éste a los otros dos factores, llegándose a evaluar ante una oportunidad de inversión el trinomio: Tiempo-Riesgo-Rentabilidad.