Arlette
02-06-2014, 03:13 PM
Abdicación. En un anuncio televisado Juan Carlos I recordó el momento en que el asumió la corona española y la importancia de que una nueva generación pase a primera línea para tomar en el país las decisiones necesarias.
El rey Juan Carlos de España, de 76 años, cuya imagen se vio empañada en los últimos años por los escándalos, anunció este lunes su abdicación en su hijo, el príncipe Felipe, aludiendo a un deseo “de renovación, de superación, de corregir errores”.
Juan Carlos I, coronado con 37 años el 22 de noviembre de 1975 tras la muerte del dictador Francisco Franco, construyó su popularidad conduciendo con pulso firme la transición de España hacia la democracia.
Sin embargo, en los últimos tiempos se vio sacudido por incensantes problemas de salud y por varios escándalos, encabezados por la investigación por presunta corrupción a su yerno Iñaki Urdangarin, que salpicó a su hija menor, la infanta Cristina.
“He decidido poner fin a mi reinado y abdicar la corona de España”, anunció en una breve declaración televisada en la que aludió a “la larga y profunda crisis económica” que sufre España y durante la cual vio caer su popularidad.
“Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad”, aseguró, con semblante serio, en un sobrio discurso desde el Palacio de la Zarzuela en Madrid.
“Todo ello ha despertado en nosotros un impulso de renovación, de superación, de corregir errores y abrir camino a un futuro decididamente mejor”, agregó, llamando a “pasar a la primera línea a una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas”.
El príncipe de Asturias, de 46 años, que junto a la princesa Letizia, quien se convertirá en la primera reina de España de origen plebeyo, logró mantenerse al margen de los escándalos y vio aumentar su popularidad a medida que caía la de su padre, será nombrado próximamente nuevo monarca de España bajo el nombre de Felipe VI.
“Mi hijo Felipe, heredero de la corona, encarna la estabilidad que es seña de identidad de la institución monárquica”, aseguró Juan Carlos quien había dicho hasta muy recientemente que no abdicaría.
El mejor momento
“He visto al rey convencido de que éste es el mejor momento para que pueda producirse con toda normalidad el cambio en la jefatura del Estado”, había asegurado poco antes el jefe del gobierno, el conservador Mariano Rajoy, primero en anunciar la decisión en una declaración institucional excepcional convocada de urgencia por la mañana.
Rajoy afirmó asimismo haber convocado “un consejo de ministros extraordinario” para el martes, recordando que el proceso de abdicación necesitará la aprobación de una ley orgánica. “Espero que en un plazo muy breve, las Cortes españolas puedan proceder al nombramiento como rey” del príncipe Felipe, agregó.
Para algunos analistas, el monarca quiso aprovechar el buen índice de popularidad del heredero en un momento en que España se enfrente al difícil reto independentista de Cataluña, gran región del noreste que planea organizar un referéndum de autodeterminación en noviembre, mientras lucha aún por salir de una crisis que dejó un 26% de desempleados y aumentó la intolerancia con una corrupción que salpicó incluso a la monarquía.
“Ante la inestabilidad política que hay, ha pensado que era el momento de poner las cosas en su sitio”, afirma César de la Lama, autor de la primera biografía autorizada del rey.
“Es consciente que estamos viviendo un momento en nuestro país en el que hace falta fuerzas renovadas para liderar este histórico momento”, considera Fermín Urbiola, autor de varios libros sobre el monarca.
El rey Juan Carlos “fue el mayor impulsor de nuestra democracia”, se encargó de recordar Rajoy.
El 23 de febrero de 1981, el entonces joven monarca ordenó, vestido con uniforme militar en un histórico discurso televisivo, a los oficiales golpistas que ocupaban el Congreso de los Diputados que volviesen a sus cuarteles.
Desbaratando esta tentativa de golpe de Estado, se imponía como el héroe de la transición, para acompañar después el destino de una España recién salida de la dictadura hasta unirse a las grandes democracias europeas.
Durante años, el carácter afable y los modales sencillos de este jefe de Estado considerado cercano a su pueblo, le valieron el afecto de los españoles. Pero, en los últimos años vio su popularidad hundirse en picado bajo los escándalos.
Primero, la instrucción judicial que sacude a su hija Cristina, de 48 años, imputada por presunto fraude fiscal y blanqueo de dinero en el denominado ‘caso Noos’ que afecta desde 2011 a Urdangarin, sospechoso de corrupción.
Después, el lujoso viaje para cazar elefantes en el primavera de 2012 en Botsuana, que hubiese permanecido secreta si no hubiese tenido que ser repatriado de urgencia tras una caída, conmocionó a unos españoles sumidos en la crisis.
Todo esto se sumaba a los múltiples problemas de salud de un rey que, sometido a innumerables operaciones en los últimos años, apareció inhabitualmente delgado y titubeante a principios de año.
En las últimas semanas mostraba un mejor estado de salud y había retomado su agenda oficial. Pero la decisión de abdicar ya estaba tomada.
“Cuando el pasado enero cumplí setenta y seis años consideré llegado el momento de preparar en unos meses el relevo”, reconoció este lunes.
El rey Juan Carlos de España, de 76 años, cuya imagen se vio empañada en los últimos años por los escándalos, anunció este lunes su abdicación en su hijo, el príncipe Felipe, aludiendo a un deseo “de renovación, de superación, de corregir errores”.
Juan Carlos I, coronado con 37 años el 22 de noviembre de 1975 tras la muerte del dictador Francisco Franco, construyó su popularidad conduciendo con pulso firme la transición de España hacia la democracia.
Sin embargo, en los últimos tiempos se vio sacudido por incensantes problemas de salud y por varios escándalos, encabezados por la investigación por presunta corrupción a su yerno Iñaki Urdangarin, que salpicó a su hija menor, la infanta Cristina.
“He decidido poner fin a mi reinado y abdicar la corona de España”, anunció en una breve declaración televisada en la que aludió a “la larga y profunda crisis económica” que sufre España y durante la cual vio caer su popularidad.
“Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad”, aseguró, con semblante serio, en un sobrio discurso desde el Palacio de la Zarzuela en Madrid.
“Todo ello ha despertado en nosotros un impulso de renovación, de superación, de corregir errores y abrir camino a un futuro decididamente mejor”, agregó, llamando a “pasar a la primera línea a una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas”.
El príncipe de Asturias, de 46 años, que junto a la princesa Letizia, quien se convertirá en la primera reina de España de origen plebeyo, logró mantenerse al margen de los escándalos y vio aumentar su popularidad a medida que caía la de su padre, será nombrado próximamente nuevo monarca de España bajo el nombre de Felipe VI.
“Mi hijo Felipe, heredero de la corona, encarna la estabilidad que es seña de identidad de la institución monárquica”, aseguró Juan Carlos quien había dicho hasta muy recientemente que no abdicaría.
El mejor momento
“He visto al rey convencido de que éste es el mejor momento para que pueda producirse con toda normalidad el cambio en la jefatura del Estado”, había asegurado poco antes el jefe del gobierno, el conservador Mariano Rajoy, primero en anunciar la decisión en una declaración institucional excepcional convocada de urgencia por la mañana.
Rajoy afirmó asimismo haber convocado “un consejo de ministros extraordinario” para el martes, recordando que el proceso de abdicación necesitará la aprobación de una ley orgánica. “Espero que en un plazo muy breve, las Cortes españolas puedan proceder al nombramiento como rey” del príncipe Felipe, agregó.
Para algunos analistas, el monarca quiso aprovechar el buen índice de popularidad del heredero en un momento en que España se enfrente al difícil reto independentista de Cataluña, gran región del noreste que planea organizar un referéndum de autodeterminación en noviembre, mientras lucha aún por salir de una crisis que dejó un 26% de desempleados y aumentó la intolerancia con una corrupción que salpicó incluso a la monarquía.
“Ante la inestabilidad política que hay, ha pensado que era el momento de poner las cosas en su sitio”, afirma César de la Lama, autor de la primera biografía autorizada del rey.
“Es consciente que estamos viviendo un momento en nuestro país en el que hace falta fuerzas renovadas para liderar este histórico momento”, considera Fermín Urbiola, autor de varios libros sobre el monarca.
El rey Juan Carlos “fue el mayor impulsor de nuestra democracia”, se encargó de recordar Rajoy.
El 23 de febrero de 1981, el entonces joven monarca ordenó, vestido con uniforme militar en un histórico discurso televisivo, a los oficiales golpistas que ocupaban el Congreso de los Diputados que volviesen a sus cuarteles.
Desbaratando esta tentativa de golpe de Estado, se imponía como el héroe de la transición, para acompañar después el destino de una España recién salida de la dictadura hasta unirse a las grandes democracias europeas.
Durante años, el carácter afable y los modales sencillos de este jefe de Estado considerado cercano a su pueblo, le valieron el afecto de los españoles. Pero, en los últimos años vio su popularidad hundirse en picado bajo los escándalos.
Primero, la instrucción judicial que sacude a su hija Cristina, de 48 años, imputada por presunto fraude fiscal y blanqueo de dinero en el denominado ‘caso Noos’ que afecta desde 2011 a Urdangarin, sospechoso de corrupción.
Después, el lujoso viaje para cazar elefantes en el primavera de 2012 en Botsuana, que hubiese permanecido secreta si no hubiese tenido que ser repatriado de urgencia tras una caída, conmocionó a unos españoles sumidos en la crisis.
Todo esto se sumaba a los múltiples problemas de salud de un rey que, sometido a innumerables operaciones en los últimos años, apareció inhabitualmente delgado y titubeante a principios de año.
En las últimas semanas mostraba un mejor estado de salud y había retomado su agenda oficial. Pero la decisión de abdicar ya estaba tomada.
“Cuando el pasado enero cumplí setenta y seis años consideré llegado el momento de preparar en unos meses el relevo”, reconoció este lunes.