Arlette
14-07-2015, 06:18 PM
Ese gran apetito luego de una noche de fiesta es generado por diversos factores cerebrales muy complejos. Así lo afirma un nuevo estudio que concluye que beber mucho alcohol hace que el cerebro sea más sensible a las señales de ciertos alimentos mediante el olfato, generando la necesidad de comer mucho más de lo normal.
Para llegar a este resultado, los investigadores de la Universidad de Indiana (EE.UU.) contaron con la participación de 35 mujeres no vegetarianas ni fumadoras que se encontraban dentro de un peso normal. Las voluntarias ingirieron cada día alcohol o un placebo salino a través de vía intravenosa.
El experimento demostró que el cerebro de las mujeres que recibieron alcohol se activó significativamente más a los aromas de los alimentos que aquellas que habían recibido el placebo. Es decir, la atracción por los alimentos fue mayor de lo normal. Asimismo, encontraron que la sensación de hambre aumentaba con la cantidad de alcohol consumido.
"El cerebro puede desempeñar un papel vital en la regulación de la ingesta de alimentos. Nuestro estudio encontró que la exposición al alcohol puede tanto aumentar la sensibilidad del cerebro a las señales externas de alimentos, como los aromas, y dar lugar a un mayor consumo de alimentos", explica William Eiler, coautor del estudio.
"Muchas bebidas alcohólicas ya incluyen calorías vacías, y cuando se combina esas calorías con el efecto aperitivo, puede conducir a un desequilibrio de la energía y, posiblemente, al aumento de peso ”, agrega.
Este trabajo, publicado en la revista Obesity, ayuda a esclarecer qué mecanismos cerebrales intervienen en la relación entre el consumo de alcohol y alimentos.
"A menudo, la relación entre el alcohol sobre la alimentación es simplista. Este estudio revela un proceso potencialmente más complejo y la necesidad de realizar más investigaciones", aclara Martin Binks, coautor del estudio.
Para llegar a este resultado, los investigadores de la Universidad de Indiana (EE.UU.) contaron con la participación de 35 mujeres no vegetarianas ni fumadoras que se encontraban dentro de un peso normal. Las voluntarias ingirieron cada día alcohol o un placebo salino a través de vía intravenosa.
El experimento demostró que el cerebro de las mujeres que recibieron alcohol se activó significativamente más a los aromas de los alimentos que aquellas que habían recibido el placebo. Es decir, la atracción por los alimentos fue mayor de lo normal. Asimismo, encontraron que la sensación de hambre aumentaba con la cantidad de alcohol consumido.
"El cerebro puede desempeñar un papel vital en la regulación de la ingesta de alimentos. Nuestro estudio encontró que la exposición al alcohol puede tanto aumentar la sensibilidad del cerebro a las señales externas de alimentos, como los aromas, y dar lugar a un mayor consumo de alimentos", explica William Eiler, coautor del estudio.
"Muchas bebidas alcohólicas ya incluyen calorías vacías, y cuando se combina esas calorías con el efecto aperitivo, puede conducir a un desequilibrio de la energía y, posiblemente, al aumento de peso ”, agrega.
Este trabajo, publicado en la revista Obesity, ayuda a esclarecer qué mecanismos cerebrales intervienen en la relación entre el consumo de alcohol y alimentos.
"A menudo, la relación entre el alcohol sobre la alimentación es simplista. Este estudio revela un proceso potencialmente más complejo y la necesidad de realizar más investigaciones", aclara Martin Binks, coautor del estudio.