Arlette
21-08-2015, 09:12 PM
Provistos de picos y palas, una decena de voluntarios, algunos alemanes, sondean el suelo del cementerio judío de Bayona (Francia), para hacer inventario y restaurar las sepulturas de este poco conocido emplazamiento monumental.
Considerado por los historiadores como el cementerio más grande y antiguo de Francia y el segundo de Europa tras el de Ámsterdam, el camposanto se extiende a lo largo de más de dos hectáreas y cuenta con unas 3.000 tumbas de entre los siglos XVII y XIX.
La ciudad vasca del sudeste de Francia se convirtió en una plaza fuerte del comercio de esta comunidad a partir del siglo XVI, cuando los judíos atravesaron los Pirineos huyendo de la Inquisición.
"Los judíos sefardíes expulsados de España y de Portugal fueron acogidos en Bayona en torno a 1525. Al principio fue una implantación discreta, bajo la condición de 'nuevos cristianos'", recuerda Olivier Hottois, consejero científico del Museo Judío de Bruselas, implicado en la obra.
"Los judíos eran inhumados en el cementerio católico, pero durante el siglo XVII, gracias a las buenas relaciones entre las comunidades, el obispo de Bayona vendió un terreno para establecer este cementerio", explica Philippe Pierret, conservador del mismo museo bruselense, que comenzó los trabajos de restauración en 2010.
Abandonada durante mucho tiempo, la parte antigua del cementerio judío se va recuperando cada verano desde hace cinco años.
"Aquí no había nada más que montones de tierra y árboles", cuenta Philippe Pierret señalando cientos de lápidas extraídas de la tierra y cuidadosamente limpiadas, al tiempo que explica el arduo trabajo que supone hacer "un inventario a partir de los epitafios", algo sin precedentes.
VALOR HISTORIOGRÁFICO
Como explica Olivier Hottois, este inventario permitirá a las familias localizar las sepulturas de sus allegados, pero también tiene una dimensión historiográfica, en la que insiste Philipe Pierret.
"Es un patrimonio único. Estéticamente, es verdad que no es el cementerio sefardí de Ámsterdam, pero la base de datos será una herramienta de interpretación excepcional para medir, por ejemplo, la evolución económica e intelectual de los judíos llegados de España".
Los dos investigadores cuentan con el apoyo de las autoridades locales y de una asociación israelita, pero también en una red de jóvenes voluntarios europeos, sobre todo de la asociación alemana Aktion Sühnezeichen Friedensdienste (ASF), creada tras la Segunda Guerra Mundial para concienciar al pueblo alemán sobre su responsabilidad en la barbarie nazi.
La sociedad alemana "debe participar en este tipo de procesos porque debe asumir su responsabilidad en lo que ocurrió durante el nazismo", considera Florian Henz, un estudiante de Historia de 30 años que participa en los trabajos de restauración.
De las 3.000 sepulturas censadas en Bayona, desde 2010 se han recuperado de debajo de la tierra casi 2.600.
"El final de las obras se acerca, sin duda en 2016", confía Philippe Pierret.
Sin embargo, el lugar no estará accesible al público, como reconoce frustrado el conservador: "Nosotros, los voluntarios, hemos hecho mucho por realizar el inventario del lugar. Ahora hace falta que los poderes públicos se impliquen más para terminar de restaurarlo".
Considerado por los historiadores como el cementerio más grande y antiguo de Francia y el segundo de Europa tras el de Ámsterdam, el camposanto se extiende a lo largo de más de dos hectáreas y cuenta con unas 3.000 tumbas de entre los siglos XVII y XIX.
La ciudad vasca del sudeste de Francia se convirtió en una plaza fuerte del comercio de esta comunidad a partir del siglo XVI, cuando los judíos atravesaron los Pirineos huyendo de la Inquisición.
"Los judíos sefardíes expulsados de España y de Portugal fueron acogidos en Bayona en torno a 1525. Al principio fue una implantación discreta, bajo la condición de 'nuevos cristianos'", recuerda Olivier Hottois, consejero científico del Museo Judío de Bruselas, implicado en la obra.
"Los judíos eran inhumados en el cementerio católico, pero durante el siglo XVII, gracias a las buenas relaciones entre las comunidades, el obispo de Bayona vendió un terreno para establecer este cementerio", explica Philippe Pierret, conservador del mismo museo bruselense, que comenzó los trabajos de restauración en 2010.
Abandonada durante mucho tiempo, la parte antigua del cementerio judío se va recuperando cada verano desde hace cinco años.
"Aquí no había nada más que montones de tierra y árboles", cuenta Philippe Pierret señalando cientos de lápidas extraídas de la tierra y cuidadosamente limpiadas, al tiempo que explica el arduo trabajo que supone hacer "un inventario a partir de los epitafios", algo sin precedentes.
VALOR HISTORIOGRÁFICO
Como explica Olivier Hottois, este inventario permitirá a las familias localizar las sepulturas de sus allegados, pero también tiene una dimensión historiográfica, en la que insiste Philipe Pierret.
"Es un patrimonio único. Estéticamente, es verdad que no es el cementerio sefardí de Ámsterdam, pero la base de datos será una herramienta de interpretación excepcional para medir, por ejemplo, la evolución económica e intelectual de los judíos llegados de España".
Los dos investigadores cuentan con el apoyo de las autoridades locales y de una asociación israelita, pero también en una red de jóvenes voluntarios europeos, sobre todo de la asociación alemana Aktion Sühnezeichen Friedensdienste (ASF), creada tras la Segunda Guerra Mundial para concienciar al pueblo alemán sobre su responsabilidad en la barbarie nazi.
La sociedad alemana "debe participar en este tipo de procesos porque debe asumir su responsabilidad en lo que ocurrió durante el nazismo", considera Florian Henz, un estudiante de Historia de 30 años que participa en los trabajos de restauración.
De las 3.000 sepulturas censadas en Bayona, desde 2010 se han recuperado de debajo de la tierra casi 2.600.
"El final de las obras se acerca, sin duda en 2016", confía Philippe Pierret.
Sin embargo, el lugar no estará accesible al público, como reconoce frustrado el conservador: "Nosotros, los voluntarios, hemos hecho mucho por realizar el inventario del lugar. Ahora hace falta que los poderes públicos se impliquen más para terminar de restaurarlo".