Arlette
10-11-2015, 06:54 PM
Alemania perdió hoy a una de sus más brillantes mentes políticas, el ex canciller Helmut Schmidt, un socialdemócrata pragmático que dirigió los destinos del país en los turbulentos años 1970 de la guerrilla izquierdista y un defensor acérrimo de la unidad de Europa.
Su palabra tuvo peso casi hasta el final de sus días. Pese a su avanzada edad, Helmut Schmidt era un orador frecuente en la palestra política de Alemania, donde hablaba sin tapujos y disfrutaba de sus cigarrillos mentolados saltándose todas las prohibiciones.
Hasta el final, Helmut Schmidt no ocultó su descontento sobre la política de la Alemania actual. "Lo que caracteriza a los líderes políticos como Churchill, de Gaulle o Adenauer es que no tienen en mente sólo las próximas elecciones, sino lo que es necesario a largo plazo" escribió en su último libro.
El socialdemócrata Helmut Schmidt quedó grabado en la memoria colectiva de muchos alemanes como un hombre que no rehuía la confrontación, tampoco con su propio partido, si eso servía al país.
Theo Sommer, uno de sus compañeros de largos años en el semanario "Die Zeit", del que fue editor tras su carrera política, lo calificó de "mentor de la nación". Schmidt murió hoy a los 96 años en Hamburgo.
Con Helmut Schmidt desapareció una de las figuras más influyentes de la República Federal de Alemania, que trató de trasladar a la acción política la lección aprendida de los horrores del nacionalsocialsimo y de la Segunda Guerra Mundial, en la que combatió como soldado.
Su patria chica, Hamburgo, recordará siempre la eficiencia con que organizó las tareas de rescate de una de las más mortales riadas del Elba en 1962, cuando era ministro del Interior de la ciudad-Estado.
Otros evocarán la firmeza con que dirigió Alemania en plena crisis de los precios del petróleo o la forma en que plantó cara a los terroristas de la Fracción del Ejército Rojo (RAF).
Los casi ocho años y medio al mando de Alemania, entre 1974 y 1982, transcurrieron sin mucho brillo debido a factores externos. Helmut Schmidt no imprimió un sello como su correligionario Willy Brandt con la apertura hacia el bloque comunista, pero con el paso del tiempo fue ganando popularidad.
El economista Schmidt asumió la jefatura de gobierno en 1974 en reemplazo de Willy Brandt, que renunció al salir a la luz que uno de sus asesores era espía de la Alemania comunista.
Uno de los mayores desafíos de la gestión de Helmut Schmidt lo planteó el terrorismo de izquierda. En el otoño (boreal) de 1977, la RAF secuestró al presidente de la patronal alemana Hanns Martin Schleyer y exigió un intercambio con terroristas encarcelados. Schmidt se negó y Schleyer fue asesinado, algo que le pesó de por vida.
Schmidt también mostró nervios de acero cuando un comando palestino secuestró un avión de Lufthansa el 13 de octubre de ese mismo año y ordenó el asalto de fuerzas de élite en la capital de Somalia, Mogadiscio. Tres de los cuatro secuestradores fueron abatidos y la tripulación y los pasajeros fueron liberados.
Defendió contra la resistencia del ala izquierdista de la socialdemocracia el despliegue de armas nucleares en Europa Occidental que acabó llevando a Estados Unidos y la Unión Soviética a firmar el tratado de supresión de misiles de alcance mediano y corto.
Helmut Schmidt perdió una moción de confianza al abandonar la coalición el Partido Liberal en 1982 y aliarse con los demócratas cristianos de su sucesor Helmut Kohl. Posteriormente se dedicó al periodismo en el semanario "Die Zeit".
Su último gran discurso lo pronunció en el congreso del SPD en diciembre de 2011, en el que exhortó a no olvidar los tiempos de la guerra y abrir la mano a la atribulada Grecia. "Necesitamos un corazón solidario hacia nuestros vecinos y socios, y muy especialmente a Grecia".
Al igual que el Premio Nobel de Literatura Günter Grass, Helmut Schmidt mostró constante preocupación por el peligro de una nueva gran guerra en Europa, especialmente después de que se desatara el conflicto en el este de Ucrania. "El equilibrio de poderes en el mundo está en movimiento", dijo en una advertencia a la nueva generación de no enfilar como sonámbulos hacia la próxima guerra.
Su cita más popular fue una respuesta en una entrevista sobre si tenía visiones como su antecesor Willy Brandt. "El que tenga visiones, que vaya al médico". Muchos años más tarde, en 2010, Schmidt trató de restarle importancia: "Fue una respuesta impertinente a una pregunta tonta. Pero fue citada miles y miles de veces. Con una hubiera bastado".
Su palabra tuvo peso casi hasta el final de sus días. Pese a su avanzada edad, Helmut Schmidt era un orador frecuente en la palestra política de Alemania, donde hablaba sin tapujos y disfrutaba de sus cigarrillos mentolados saltándose todas las prohibiciones.
Hasta el final, Helmut Schmidt no ocultó su descontento sobre la política de la Alemania actual. "Lo que caracteriza a los líderes políticos como Churchill, de Gaulle o Adenauer es que no tienen en mente sólo las próximas elecciones, sino lo que es necesario a largo plazo" escribió en su último libro.
El socialdemócrata Helmut Schmidt quedó grabado en la memoria colectiva de muchos alemanes como un hombre que no rehuía la confrontación, tampoco con su propio partido, si eso servía al país.
Theo Sommer, uno de sus compañeros de largos años en el semanario "Die Zeit", del que fue editor tras su carrera política, lo calificó de "mentor de la nación". Schmidt murió hoy a los 96 años en Hamburgo.
Con Helmut Schmidt desapareció una de las figuras más influyentes de la República Federal de Alemania, que trató de trasladar a la acción política la lección aprendida de los horrores del nacionalsocialsimo y de la Segunda Guerra Mundial, en la que combatió como soldado.
Su patria chica, Hamburgo, recordará siempre la eficiencia con que organizó las tareas de rescate de una de las más mortales riadas del Elba en 1962, cuando era ministro del Interior de la ciudad-Estado.
Otros evocarán la firmeza con que dirigió Alemania en plena crisis de los precios del petróleo o la forma en que plantó cara a los terroristas de la Fracción del Ejército Rojo (RAF).
Los casi ocho años y medio al mando de Alemania, entre 1974 y 1982, transcurrieron sin mucho brillo debido a factores externos. Helmut Schmidt no imprimió un sello como su correligionario Willy Brandt con la apertura hacia el bloque comunista, pero con el paso del tiempo fue ganando popularidad.
El economista Schmidt asumió la jefatura de gobierno en 1974 en reemplazo de Willy Brandt, que renunció al salir a la luz que uno de sus asesores era espía de la Alemania comunista.
Uno de los mayores desafíos de la gestión de Helmut Schmidt lo planteó el terrorismo de izquierda. En el otoño (boreal) de 1977, la RAF secuestró al presidente de la patronal alemana Hanns Martin Schleyer y exigió un intercambio con terroristas encarcelados. Schmidt se negó y Schleyer fue asesinado, algo que le pesó de por vida.
Schmidt también mostró nervios de acero cuando un comando palestino secuestró un avión de Lufthansa el 13 de octubre de ese mismo año y ordenó el asalto de fuerzas de élite en la capital de Somalia, Mogadiscio. Tres de los cuatro secuestradores fueron abatidos y la tripulación y los pasajeros fueron liberados.
Defendió contra la resistencia del ala izquierdista de la socialdemocracia el despliegue de armas nucleares en Europa Occidental que acabó llevando a Estados Unidos y la Unión Soviética a firmar el tratado de supresión de misiles de alcance mediano y corto.
Helmut Schmidt perdió una moción de confianza al abandonar la coalición el Partido Liberal en 1982 y aliarse con los demócratas cristianos de su sucesor Helmut Kohl. Posteriormente se dedicó al periodismo en el semanario "Die Zeit".
Su último gran discurso lo pronunció en el congreso del SPD en diciembre de 2011, en el que exhortó a no olvidar los tiempos de la guerra y abrir la mano a la atribulada Grecia. "Necesitamos un corazón solidario hacia nuestros vecinos y socios, y muy especialmente a Grecia".
Al igual que el Premio Nobel de Literatura Günter Grass, Helmut Schmidt mostró constante preocupación por el peligro de una nueva gran guerra en Europa, especialmente después de que se desatara el conflicto en el este de Ucrania. "El equilibrio de poderes en el mundo está en movimiento", dijo en una advertencia a la nueva generación de no enfilar como sonámbulos hacia la próxima guerra.
Su cita más popular fue una respuesta en una entrevista sobre si tenía visiones como su antecesor Willy Brandt. "El que tenga visiones, que vaya al médico". Muchos años más tarde, en 2010, Schmidt trató de restarle importancia: "Fue una respuesta impertinente a una pregunta tonta. Pero fue citada miles y miles de veces. Con una hubiera bastado".