Arlette
16-01-2016, 12:52 AM
Diferentes estudios estadísticos han demostrado que a largo plazo las acciones de compañías que distribuyen grandes sumas de efectivo tienden a superar el retorno promedio del mercado. Ninguna estrategia logra retornos ganadores en todos los períodos, aunque durante largos períodos de tiempo se encuentra bien comprobada la conveniencia de invertir en esta clase de activos. A continuación, analizamos tres estrategias diferentes para capitalizar las ventajas de las acciones con sólida distribución de efectivo.
La importancia de los dividendos
Los dividendos son distribuciones en efectivo que la compañía realiza directamente en la cuenta del inversor. No todas las compañías pagan dividendos, y el monto de los mismos puede ser más grande o pequeño en función de las decisiones del equipo directivo y los recursos financieros de la empresa.
Cuando invertimos en acciones, nuestros retornos pueden provenir de dos fuentes diferentes, los movimientos de precios o los pagos de dividendos. Las variaciones de precios pueden ser bastante inestables y difíciles de predecir, especialmente a corto plazo. La evolución de precios de un activo no depende solo de los fundamentos del negocio en un período en particular, sino también de las expectativas de los inversores y el contexto general de mercado.
Así las cosas, la rentabilidad que proveen los dividendos puede resultar muy valiosa en términos de predictibilidad. Muchos inversores, como por ejemplo los que están en etapa de retiro, valoran el recibir ingresos recurrentes de efectivo en sus inversiones más allá de lo que suceda con los precios de los activos en el corto plazo.
En el mismo sentido, si una compañía para dividendos sustentables, esto generalmente refleja que el negocio genera buenas cantidades de efectivo de libre disponibilidad. Es decir, mayor cantidad de dinero que la necesaria para reinvertir en el negocio. Desde este punto de vista, las empresas que pagan buenos dividendos suelen ser negocios sólidos y fuertes desde el punto de vista financiero.
Según un estudio de Goldman Sachs, una inversión de 10.000 dólares en acciones que no pagan dividendos en 1972 se hubiera convertido en un capital de 30.316 dólares al final de 2014. Si en cambio ese dinero se hubiera invertido solo en acciones que pagan dividendos, el monto del capital hubiera crecido hasta 461.904 dólares. En base a estos cálculos, seleccionar acciones en función de sus dividendos puede tener un impacto fundamental en los retornos del inversor.
Dividendos crecientes
No solo es importante analizar los pagos de dividendos en un período determinado, sino que la evolución de estos dividendos en el tiempo puede ser incluso más determinante. Un recorte de dividendos es una señal muy mal vista en el mercado, por lo tanto, cuando el management de la compañía decide aumentar sus pagos en efectivo, esto refleja que tiene la confianza suficiente en que podrá sostener los pagos en el tiempo.
Desde este punto de vista, cuando los dividendos van en aumento a largo plazo estamos frente a un negocio que genera flujos de efectivo también crecientes, y el management de la compañía está demostrando también confianza en cuanto a la futura evolución de las variables clave. Por lo tanto, no resulta sorprendente que los datos demuestran la conveniencia de invertir en compañías con dividendos crecientes.
En base al estudio de Goldman Sachs anteriormente citado, invertir 10,000 dólares en compañías con dividendos crecientes en 1972 hubiera generado un capital de 630,024 al final de 2014. En conclusión, las acciones con dividendos superan a las acciones que no pagan dividendos, y las que pagan dividendos en aumento superan a las que pagan dividendos estables.
Rentabilidad del accionista
Los dividendos son solo una de las formas en las cuales las empresas pueden distribuir el flujo de caja libre a los inversionistas. Además de pagos en efectivo se pueden recomprar acciones o cancelar deuda.
En los últimos años las recompras de acciones están ganando terreno frente a los dividendos, ya que las recompras presentan ventajas en cuanto a su tratamiento impositivo y además se trata de una herramienta más flexible, en el sentido de que la empresa puede recomprar mayor o menor cantidad de acciones según la conveniencia en un período determinado, sin que los inversionistas demandan estabilidad y permanencia en las recompras.
La rentabilidad del accionista es un concepto que incluye estas tres variables, calculando el dinero que la firma asigna a dividendos, recompras de acciones y cancelaciones de deuda en comparación con el valor de mercado de la compañía.
Según algunas estimaciones, se puede esperar un retorno en la zona de 15% anual en el largo plazo cuando invertimos en compañías con elevada rentabilidad del accionista, esto supera ampliamente el retorno promedio anual del índice S&P 500, en niveles cercanos al 10% por año.
La importancia de los dividendos
Los dividendos son distribuciones en efectivo que la compañía realiza directamente en la cuenta del inversor. No todas las compañías pagan dividendos, y el monto de los mismos puede ser más grande o pequeño en función de las decisiones del equipo directivo y los recursos financieros de la empresa.
Cuando invertimos en acciones, nuestros retornos pueden provenir de dos fuentes diferentes, los movimientos de precios o los pagos de dividendos. Las variaciones de precios pueden ser bastante inestables y difíciles de predecir, especialmente a corto plazo. La evolución de precios de un activo no depende solo de los fundamentos del negocio en un período en particular, sino también de las expectativas de los inversores y el contexto general de mercado.
Así las cosas, la rentabilidad que proveen los dividendos puede resultar muy valiosa en términos de predictibilidad. Muchos inversores, como por ejemplo los que están en etapa de retiro, valoran el recibir ingresos recurrentes de efectivo en sus inversiones más allá de lo que suceda con los precios de los activos en el corto plazo.
En el mismo sentido, si una compañía para dividendos sustentables, esto generalmente refleja que el negocio genera buenas cantidades de efectivo de libre disponibilidad. Es decir, mayor cantidad de dinero que la necesaria para reinvertir en el negocio. Desde este punto de vista, las empresas que pagan buenos dividendos suelen ser negocios sólidos y fuertes desde el punto de vista financiero.
Según un estudio de Goldman Sachs, una inversión de 10.000 dólares en acciones que no pagan dividendos en 1972 se hubiera convertido en un capital de 30.316 dólares al final de 2014. Si en cambio ese dinero se hubiera invertido solo en acciones que pagan dividendos, el monto del capital hubiera crecido hasta 461.904 dólares. En base a estos cálculos, seleccionar acciones en función de sus dividendos puede tener un impacto fundamental en los retornos del inversor.
Dividendos crecientes
No solo es importante analizar los pagos de dividendos en un período determinado, sino que la evolución de estos dividendos en el tiempo puede ser incluso más determinante. Un recorte de dividendos es una señal muy mal vista en el mercado, por lo tanto, cuando el management de la compañía decide aumentar sus pagos en efectivo, esto refleja que tiene la confianza suficiente en que podrá sostener los pagos en el tiempo.
Desde este punto de vista, cuando los dividendos van en aumento a largo plazo estamos frente a un negocio que genera flujos de efectivo también crecientes, y el management de la compañía está demostrando también confianza en cuanto a la futura evolución de las variables clave. Por lo tanto, no resulta sorprendente que los datos demuestran la conveniencia de invertir en compañías con dividendos crecientes.
En base al estudio de Goldman Sachs anteriormente citado, invertir 10,000 dólares en compañías con dividendos crecientes en 1972 hubiera generado un capital de 630,024 al final de 2014. En conclusión, las acciones con dividendos superan a las acciones que no pagan dividendos, y las que pagan dividendos en aumento superan a las que pagan dividendos estables.
Rentabilidad del accionista
Los dividendos son solo una de las formas en las cuales las empresas pueden distribuir el flujo de caja libre a los inversionistas. Además de pagos en efectivo se pueden recomprar acciones o cancelar deuda.
En los últimos años las recompras de acciones están ganando terreno frente a los dividendos, ya que las recompras presentan ventajas en cuanto a su tratamiento impositivo y además se trata de una herramienta más flexible, en el sentido de que la empresa puede recomprar mayor o menor cantidad de acciones según la conveniencia en un período determinado, sin que los inversionistas demandan estabilidad y permanencia en las recompras.
La rentabilidad del accionista es un concepto que incluye estas tres variables, calculando el dinero que la firma asigna a dividendos, recompras de acciones y cancelaciones de deuda en comparación con el valor de mercado de la compañía.
Según algunas estimaciones, se puede esperar un retorno en la zona de 15% anual en el largo plazo cuando invertimos en compañías con elevada rentabilidad del accionista, esto supera ampliamente el retorno promedio anual del índice S&P 500, en niveles cercanos al 10% por año.