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Arlette
30-05-2016, 07:11 PM
Supongamos que en un día en los mercados todo se pone en nuestra contra; estamos nerviosos, irritables y nuestra mente está tan confusa que es imposible continuar invirtiendo de forma objetiva. Lo normal en un momento como éste es cerrar las posiciones que tenemos abiertas. Con ello conseguiremos que nuestro cerebro se relaje, aunque seguirá estando alerta por si la situación se repite de nuevo. Dicho de otra forma, nuestro cerebro nos “pedirá” que asumamos la pérdida para dejar de sentirnos “amenazados”. Sin embargo, después de vernos forzados mentalmente a asumir la pérdida, no estaremos preparados para seguir invirtiendo debido a que sentiremos ira y estaremos agitados recordando la pérdida asumida. Reaccionaremos con la intención de vengarnos (recuperar nuestro dinero lo antes posible), y estaremos actuando impulsivamente en lugar de pensar. Así, trataremos de entrar en el mercado tan pronto como podamos, rompiendo todas nuestras reglas y perdiendo más dinero. Haremos lo mismo una y otra vez de forma insistente: una operativa por venganza.

Hay diferentes formas de sentir la ira. Normalmente, tu cuerpo te dirá cuándo estás enfadado. ¿Estás respirando más rápido? ¿Tienes la cara colorada? ¿Tus músculos están tensos y los puños fuertemente cerrados? ¿Sientes ganas de golpear a alguien o de romper algo? La ira puede hacer que grites a las personas que tienes a tu alrededor e, incluso, a las personas que te caen bien o quieres.

Algunas personas ocultan su ira en lo más profundo de su ser. Si haces eso, puede dolerte la cabeza o el estómago. Puede que, simplemente, te sientas mal contigo mismo y empieces a llorar. No es bueno esconder la ira, así que deberías encontrar una manera de liberarla sin herir a nadie (incluido a ti).

La ira es una emoción que es muy poderosa y que puede dar lugar a situaciones destructivas o violentas. Los diversos procesos de la ira conducen al ser humano a horribles fracasos sociales, económicos y psicológicos. No podemos culpar a alguien por estar enfadado, porque no hay realmente una razón por la que se está en ese estado. Incluso puede que pensemos que “es muy poca cosa para enfadarse”, pero eso depende del criterio de cada uno y es necesario respetarlo. Pero cuando una persona pierde el control de su propio ser puede volverse violento, intentando liberar la fuerte presión dentro de él. Si esto sucede, podría empezar a maldecir a otras personas o lo que es peor, puede hacerles daño físicamente.

Cuando leo los blogs o el consultorio del foro, noto que hay un sentimiento muy negativo con respecto al Mercado (estamos en una época complicada para estar en él). Muchos preguntan siempre lo mismo o incluso reafirman negativamente la imposibilidad de ser rentable: “¿Se puede batir al mercado?”, “¿Quién gana de verdad en los mercados?”, “Cómo invertir y no morir en el intento”… y si aparece alguien diciendo que sí es rentable, normalmente en lugar de aprender de él, de escuchar (o leer) con respeto, de mantener un diálogo educado, lo que se hace es criticarle e incluso llegar a la agresión verbal o física. ¡Simplemente por qué tiene una opinión distinta a la nuestra!

Lo que provoca frustración en un inversor está claro, como cuando se está esperando que el mercado suba y no lo hace, y encima siempre hay alguien que gana dinero con esas caídas: “¡nuestro dinero!”. Querremos operar para recuperar nuestro dinero repitiendo todo el rato la misma operativa. Entraremos al mercado impulsivamente al peor precio posible. Tendremos que asumir otra pérdida, nuestra ira aumentará y el efecto “bola de nieve” comenzará. Perderemos el control. Podemos repetir esta secuencia muchas veces en un corto espacio de tiempo y perder una cantidad significativa de dinero antes de pararnos y darnos cuenta de lo que hemos hecho.

Cualquiera con sentido común sabrá que no hay nada perfecto ni nada racional en los mercados. Los genios financieros de Wall Street, con sus doctorados en astrofísica y sus terminales Bloomberg con 6 pantallas, funcionan no como una fría y lógica máquina estadística, sino como una manada de ovejas que se echan a correr cuando ven al lobo feroz. Recuerde: la carrera del inversor es una de las profesiones más duras y frustrantes del mundo. Esta frustración nos lleva al enfado cuando no nos salen las operaciones como queremos, y ese enfado, si no se canaliza correctamente, nos lleva a la ira.

Tendemos a complicar demasiado las cosas, buscando el sistema o estilo para invertir más complejo cuando realmente en la simplicidad está el truco. Cuanto más simple sea todo, mas espacio tendrás en tu cerebro para la creatividad.

El estado emocional de un inversor se refleja en sus resultados. El hecho de que un sistema sea ganador no evitará las pérdidas si el inversor actúa con miedo, dudando, con furia, o con excesiva confianza. Si detectamos alguna sensación de este tipo es mejor parar y dejar de operar. El éxito o el fracaso dependerán de que sepamos controlar nuestras emociones.

El mercado es similar a un océano en el que las mareas suben y bajan independientemente de lo que deseemos. Nos ponemos contentos al comprar una acción que luego sube. Nos enfadamos cuando entramos cortos y el mercado comienza a subir, mientras que nuestro capital disminuye con cada salto que da el mercado. Pero esos sentimientos no están en el mercado, están dentro de nosotros. El mercado ignora nuestra existencia. No puedes alterarlo. Pero si dejamos que nos controlen las emociones, nos pondremos en peligro al bloquear nuestra mente.

Entonces, ¿por qué nos airamos contra el mercado si este nos ignora? No luches contra el mercado, el mercado debe ser tu amigo, escúchalo, compréndelo y todo irá sobre ruedas, sé receptivo, y no te cabrees, no te conducirá a nada positivo, solo agravarás tu falta de control. Disfruta en los mercados financieros. Y no te cases con ninguna posición, al fin y al cabo, ellas tampoco te quieren a ti para siempre.

Si estás enfadado y frustrado, entonces perderás el interés en tus actividades diarias. Es probable que estés perdiendo buenas noches de sueño y lo que es peor: que estés perdiendo tu tranquilidad. Cuando perdemos el interés también perdemos simultáneamente la concentración. No se puede operar bien en los mercados sin estar concentrados y tranquilos.

A nuestra salud también le afecta la ira: aumento de los niveles de azúcar en la sangre, aumento de la presión arterial, hipertensión, trastornos digestivos, úlcera, jaquecas, trastornos del sueño y otros trastornos crónicos. Existen ciertos necios que se aprovechan de la ira, ya que ésta les da un cierto aire de superioridad. En estos casos la ira se mezcla con el orgullo. La frustración, el miedo, la duda y la culpa originan los procesos de la ira, y sus efectos son extremamente negativos. En esos momentos no somos capaces de escribir o concentrarnos en otra cosa que esté relacionado con nuestra cuenta. ¡Pero no tenemos la mente clara y objetiva cuando estamos pasando por una situación así! Es decir, no seremos capaces de seguir nuestras reglas del inversor porque no seremos capaces de soportar la presión. Cuando la gente experimenta una ira extrema, su sangre se congela literalmente como una respuesta psicológica a la activación de ciertas partes del cerebro. Aumenta la velocidad de nuestros latidos y la presión arterial, al igual que los niveles de las hormonas adrenalina y noradrenalina, la temperatura corporal aumenta o disminuye bruscamente y los músculos se tensan, incluso nuestra visión puede reducirse.

Es muy importante, aunque la mayoría de las personas no lo crea, el poder ejercer un correcto manejo de la ira. La gente utiliza una gran variedad de procesos conscientes e inconscientes para ocuparse de sus sensaciones de ira. Los tres principales son: expresarla, suprimirla y calmarse. Expresar los sentimientos de enfado de un modo asertivo, no agresivo, es la manera más sana. ¡Pero no debemos echar la culpa a nada o a nadie de nuestros fallos o éxitos! Todos son nuestros y debemos aprender de ellos y respetarlos. Inhibir o suprimir la ira y convertirla en un comportamiento más constructivo puede crear otros problemas, porque la ira no expresada puede volverse hacia tu interior, provocando hipertensión o depresión. Calmarse significa no sólo controlar tu comportamiento exterior, sin también controlar tus respuestas internas, tomando medidas para bajar tu ritmo cardíaco, tranquilizarte, y dejar que la ira vaya pasando. La actividad física es otra estrategia de afrontar la ira, ya sea de índole laboral o deportiva, ayuda a disminuir el estrés y las tensiones, y tendremos menos peligro de reacciones violentas. Una persona inteligente emocionalmente es consciente de los hechos externos y de sus emociones internas.

Conforme vamos eliminando la ira va surgiendo en nosotros, en la misma proporción, la virtud de la serenidad y la calma, algo indispensable para poder movernos en los parqués.

La ira destrozará nuestra cuenta, o los beneficios que tengamos, en un corto espacio de tiempo. Entramos al mercado sin un plan adecuado. Realizamos unas operaciones descuidadas. Quien se deja controlar por la ira destruye su propia imagen… y su cartera.

Debemos mantener nuestro aplomo y paz interior y no mostrar reacción emocional alguna frente a los acontecimientos que se producen en el mercado (ya sean buenos o malos). Debemos mantenernos calmados y actuar de forma profesional todo el tiempo. Debemos controlar cada emoción antes de que ella nos controle a nosotros.