Arlette
15-09-2016, 07:39 PM
Aunque no sepamos cuándo vendrán las bajas, en momentos de volatilidad de los mercados conviene cubrirse. El dicho es que podemos saber qué hacer para estar preparados para cuando viene una tormenta, pero no podemos adivinar de dónde va a soplar el viento, cuánto y qué tan grave será el temporal hasta que lo tengamos encima.
Como no podemos anticipar el momento en que ocurrirán los hechos, es mejor saber manejarse de antemano y activar los mecanismos de defensa para cuando ello suceda.
Los inversores no podemos adivinar a ciencia cierto cuándo vendrá una baja de mercado dado que partimos de la base de que los mercados se mueven en entornos relativamente eficientes y, por lo tanto, solamente cuando se dan los hechos se incorpora dicha información al precio. Es una suerte de camino aleatorio que se va dibujando a medida que los distintos fundamentos alrededor de ese activo se van dando a conocer. Pero sí podemos anticiparnos y estar relativamente cubiertos, más en entornos erráticos y con elevada volatilidad como es el caso actual.
El indicador de volatilidad implícita del mercado estadounidense (el índice VIX) es el doble de lo normal, por lo que claramente paga la estrategia de estar protegidos en momentos de incertidumbre. Pasó de 15% a 30% en promedio, con picos de más del 40% anual. Cuando eso ocurre, es tiempo de cubrirse, al menos.
¿Cuáles son las estrategias que pagan en mercados bajistas? Analicemos las maneras que tiene uno de protegerse frente a la baja de los mercados. Algunas se adaptan mejor en algunas circunstancias mejor que otras, y se realizan con distintos instrumentos: por ejemplo, se pueden hacer con opciones o con ETFs, siempre a través de la plataforma de Saxo Bank.
En primer lugar, estar líquido es una decisión de inversión importante que muchas veces es menospreciada. Si no se tiene claridad acerca de la tendencia de fondos de corto o mediano plazo, lo ideal es abstenerse de invertir y estar líquido. La misma estrategia que se usa cuando un inversor espera oportunidades de compra con el dinero en mano. No es especuladora sino conservadora. Generalmente para que no esté sin trabajar, el dinero se invierte en fondos denominados “money-markets”, es decir plazos fijos escalonados que permiten entrar y salir del fondo en todo momento.
En su extremo, el inversor puede estar incluso vendido en momentos en los que las bolsas presentan una clara tendencia a la baja. Apostar directamente a la baja implica un paso más allá, es decir pasar de cubrirse (hedgearse) a especular y beneficiarse con la baja. Para eso se debe juntar la mayor cantidad de elementos que den seguridad acerca de la tendencia de mercado. Además, es peligroso seguir apostándole a la baja en forma indefinida. Son estrategias que sirven en momentos determinados y en tendencias que en algún momento se agotan.
La industria de ETFs se ha perfeccionado tanto que ha creado nuevos instrumentos, una amplia gama de ETFs que apuntan a la baja que replican el movimiento “espejo” de su subyacente, es decir que cuando éste baja, el ETT sube, dándole un rendimiento positivo al inversor. No se piden garantías por estar short, dado que el alquiler de títulos lo hace la sociedad que administra ese fondo, una enorme ventaja a la hora de apostar a la baja de un mercado. El inversor debe asesorarse para saber en qué está invirtiendo y qué nivel de riesgo asume a la hora de apostar a la baja por un mercado, especialmente en el caso de los ETFs apalancados a la baja, que pueden replicar el movimiento inverso de determinado índice de un país o sector en dos, o hasta tres veces.
A modo de ejemplo, si uno desea apostarle a la baja del mercado y se toma como referencia el S&P 500, la especulación ha hecho que el ETF inverso apalancado por dos (SDS) sea mucho más líquido que el directo (SH). Si uno cree que existe una burbuja en el mercado de bonos estadounidenses, puede apostarle al doble de la inversa del rendimiento de los bonos de más de 20 años (TBT). En caso de tener frente a sí el dilema de qué ETF usar para una determinada estrategia, siempre recomiendo elegir el más líquido y tomar en cuenta, además, la solvencia de la administradora de ese fondo, que se constituye bajo la forma de un fideicomiso.
Una alternativa muy usada por los fondos que tienen que estar invertidos sí o sí, al menos en un porcentaje de su cartera, es rotar la cartera de inversiones a una composición más conservadora, migrando a sectores defensivos en lugar de cíclicos o sensibles a los vaivenes de la tasa de interés o del mercado reduciendo la beta del portafolio, es decir la volatilidad promedio de los activos contenidos en ella. Lo que uno debería hacer para cubrirse en un mercado a la baja es rotar la cartera de acciones pertenecientes a los sectores de Consumo Discrecional, Financieras y Tecnológicas hacia empresas de Salud, Consumo no discrecional, y Utilities. Ante una baja, bajará siempre menos el portafolio menos agresivo, incluso podría subir por este proceso que los administradores de carteras realizan tácticamente en función de la coyuntura.
Otra alternativa más popular es realizar estrategias con opciones. Aquí podemos vender (o “lanzar”) opciones de compra (para protegerse) de los activos en cartera, o bien comprar opciones de venta. En este último caso si se tienen los activos es una estrategia conservadora, y si se compran opciones de venta sin tener los activos subyacentes es puramente una estrategia especulativa. Si se venden opciones de compra en descubierto, el riesgo se potencia dado que es una de las pocas maneras de perder más del 100%, y por definición la pérdida puede ser infinita.
Finalmente, aquellos inversores que desean ser más agresivos y que estén seguros de que la tendencia es bajista, pueden directamente jugar a la baja a través de distintos ETFs que replican los movimientos inversos de sus subyacentes.
La última alternativa está reservada más para inversores institucionales, fondos que apuntan a la baja, o bien carteras de inversores más importantes: shortear directamente una acción o un ETF que se mueve en sentido directo es la alternativa directa, es decir hacer nosotros lo que hacen los administradores de esos ETFs inversos.
Generalmente, las estrategias con opciones como medio de cobertura se realizan cuando los precios de los activos son elevados, se observa un mercado lateral o con leve tendencia bajista y no se quiere desprender de las acciones que se tienen en cartera. Las opciones se pueden asemejar a contratos de compañías de seguros. El que compra el call (opción de compra) le transfiere el riesgo de que el activo baje al que vende el call. Por lo tanto, el que lo vende actúa como una compañía de seguros, aunque cobrando una prima para asumir ese riesgo y en cualquier momento pudiendo desarmar la estrategia si ve que el mercado se da vuelta y adopta una tendencia alcista (recompra los lotes vendidos).
La compra con lanzamiento cubierto como protección también suele ser un negocio de tasas de interés, dado que al igual que el mercado de futuros del dólar, existe un rendimiento implícito detrás. Como las fechas de vencimiento son dispares entre activos y países, siempre se las anualiza. Pero si se devenga una tasa de interés, sujeta claro está a un riesgo de precio, hay que tener en cuenta que la cobertura es parcial: es mejor que tener la acción solamente si se persigue ese objetivo, pero la operación bien puede transformarse en un rendimiento negativo.
Por otro lado, también se puede comprar una opción de venta (put), que nos da el derecho pero no la obligación de vender un determinado activo a un determinado precio en una fecha establecida en el futuro. El vendedor tiene la obligación de comprar el activo en la fecha acordada y al precio acordado si el comprador decide ejercer la opción. Si el mercado baja y la opción es ejercible, al vencimiento vendo mis acciones al precio estipulado de antemano, con una ganancia respecto al precio de mercado de ese momento. Es una estrategia claramente defensiva.
En síntesis, en un mercado errático y con una ligera baja esperada, si es que no se optó por los dos primeros puntos (vender los activos y quedarse cash, o rotar el portafolio hacia sectores más defensivos) es vender calls o comprar puts y proteger vuestra cartera.
Como no podemos anticipar el momento en que ocurrirán los hechos, es mejor saber manejarse de antemano y activar los mecanismos de defensa para cuando ello suceda.
Los inversores no podemos adivinar a ciencia cierto cuándo vendrá una baja de mercado dado que partimos de la base de que los mercados se mueven en entornos relativamente eficientes y, por lo tanto, solamente cuando se dan los hechos se incorpora dicha información al precio. Es una suerte de camino aleatorio que se va dibujando a medida que los distintos fundamentos alrededor de ese activo se van dando a conocer. Pero sí podemos anticiparnos y estar relativamente cubiertos, más en entornos erráticos y con elevada volatilidad como es el caso actual.
El indicador de volatilidad implícita del mercado estadounidense (el índice VIX) es el doble de lo normal, por lo que claramente paga la estrategia de estar protegidos en momentos de incertidumbre. Pasó de 15% a 30% en promedio, con picos de más del 40% anual. Cuando eso ocurre, es tiempo de cubrirse, al menos.
¿Cuáles son las estrategias que pagan en mercados bajistas? Analicemos las maneras que tiene uno de protegerse frente a la baja de los mercados. Algunas se adaptan mejor en algunas circunstancias mejor que otras, y se realizan con distintos instrumentos: por ejemplo, se pueden hacer con opciones o con ETFs, siempre a través de la plataforma de Saxo Bank.
En primer lugar, estar líquido es una decisión de inversión importante que muchas veces es menospreciada. Si no se tiene claridad acerca de la tendencia de fondos de corto o mediano plazo, lo ideal es abstenerse de invertir y estar líquido. La misma estrategia que se usa cuando un inversor espera oportunidades de compra con el dinero en mano. No es especuladora sino conservadora. Generalmente para que no esté sin trabajar, el dinero se invierte en fondos denominados “money-markets”, es decir plazos fijos escalonados que permiten entrar y salir del fondo en todo momento.
En su extremo, el inversor puede estar incluso vendido en momentos en los que las bolsas presentan una clara tendencia a la baja. Apostar directamente a la baja implica un paso más allá, es decir pasar de cubrirse (hedgearse) a especular y beneficiarse con la baja. Para eso se debe juntar la mayor cantidad de elementos que den seguridad acerca de la tendencia de mercado. Además, es peligroso seguir apostándole a la baja en forma indefinida. Son estrategias que sirven en momentos determinados y en tendencias que en algún momento se agotan.
La industria de ETFs se ha perfeccionado tanto que ha creado nuevos instrumentos, una amplia gama de ETFs que apuntan a la baja que replican el movimiento “espejo” de su subyacente, es decir que cuando éste baja, el ETT sube, dándole un rendimiento positivo al inversor. No se piden garantías por estar short, dado que el alquiler de títulos lo hace la sociedad que administra ese fondo, una enorme ventaja a la hora de apostar a la baja de un mercado. El inversor debe asesorarse para saber en qué está invirtiendo y qué nivel de riesgo asume a la hora de apostar a la baja por un mercado, especialmente en el caso de los ETFs apalancados a la baja, que pueden replicar el movimiento inverso de determinado índice de un país o sector en dos, o hasta tres veces.
A modo de ejemplo, si uno desea apostarle a la baja del mercado y se toma como referencia el S&P 500, la especulación ha hecho que el ETF inverso apalancado por dos (SDS) sea mucho más líquido que el directo (SH). Si uno cree que existe una burbuja en el mercado de bonos estadounidenses, puede apostarle al doble de la inversa del rendimiento de los bonos de más de 20 años (TBT). En caso de tener frente a sí el dilema de qué ETF usar para una determinada estrategia, siempre recomiendo elegir el más líquido y tomar en cuenta, además, la solvencia de la administradora de ese fondo, que se constituye bajo la forma de un fideicomiso.
Una alternativa muy usada por los fondos que tienen que estar invertidos sí o sí, al menos en un porcentaje de su cartera, es rotar la cartera de inversiones a una composición más conservadora, migrando a sectores defensivos en lugar de cíclicos o sensibles a los vaivenes de la tasa de interés o del mercado reduciendo la beta del portafolio, es decir la volatilidad promedio de los activos contenidos en ella. Lo que uno debería hacer para cubrirse en un mercado a la baja es rotar la cartera de acciones pertenecientes a los sectores de Consumo Discrecional, Financieras y Tecnológicas hacia empresas de Salud, Consumo no discrecional, y Utilities. Ante una baja, bajará siempre menos el portafolio menos agresivo, incluso podría subir por este proceso que los administradores de carteras realizan tácticamente en función de la coyuntura.
Otra alternativa más popular es realizar estrategias con opciones. Aquí podemos vender (o “lanzar”) opciones de compra (para protegerse) de los activos en cartera, o bien comprar opciones de venta. En este último caso si se tienen los activos es una estrategia conservadora, y si se compran opciones de venta sin tener los activos subyacentes es puramente una estrategia especulativa. Si se venden opciones de compra en descubierto, el riesgo se potencia dado que es una de las pocas maneras de perder más del 100%, y por definición la pérdida puede ser infinita.
Finalmente, aquellos inversores que desean ser más agresivos y que estén seguros de que la tendencia es bajista, pueden directamente jugar a la baja a través de distintos ETFs que replican los movimientos inversos de sus subyacentes.
La última alternativa está reservada más para inversores institucionales, fondos que apuntan a la baja, o bien carteras de inversores más importantes: shortear directamente una acción o un ETF que se mueve en sentido directo es la alternativa directa, es decir hacer nosotros lo que hacen los administradores de esos ETFs inversos.
Generalmente, las estrategias con opciones como medio de cobertura se realizan cuando los precios de los activos son elevados, se observa un mercado lateral o con leve tendencia bajista y no se quiere desprender de las acciones que se tienen en cartera. Las opciones se pueden asemejar a contratos de compañías de seguros. El que compra el call (opción de compra) le transfiere el riesgo de que el activo baje al que vende el call. Por lo tanto, el que lo vende actúa como una compañía de seguros, aunque cobrando una prima para asumir ese riesgo y en cualquier momento pudiendo desarmar la estrategia si ve que el mercado se da vuelta y adopta una tendencia alcista (recompra los lotes vendidos).
La compra con lanzamiento cubierto como protección también suele ser un negocio de tasas de interés, dado que al igual que el mercado de futuros del dólar, existe un rendimiento implícito detrás. Como las fechas de vencimiento son dispares entre activos y países, siempre se las anualiza. Pero si se devenga una tasa de interés, sujeta claro está a un riesgo de precio, hay que tener en cuenta que la cobertura es parcial: es mejor que tener la acción solamente si se persigue ese objetivo, pero la operación bien puede transformarse en un rendimiento negativo.
Por otro lado, también se puede comprar una opción de venta (put), que nos da el derecho pero no la obligación de vender un determinado activo a un determinado precio en una fecha establecida en el futuro. El vendedor tiene la obligación de comprar el activo en la fecha acordada y al precio acordado si el comprador decide ejercer la opción. Si el mercado baja y la opción es ejercible, al vencimiento vendo mis acciones al precio estipulado de antemano, con una ganancia respecto al precio de mercado de ese momento. Es una estrategia claramente defensiva.
En síntesis, en un mercado errático y con una ligera baja esperada, si es que no se optó por los dos primeros puntos (vender los activos y quedarse cash, o rotar el portafolio hacia sectores más defensivos) es vender calls o comprar puts y proteger vuestra cartera.