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Arlette
26-07-2017, 10:35 PM
Las empresas pueden financiar sus proyectos de inversión mediante la emisión de acciones o de deuda. Los pasivos financieros pueden ser bancarios, o bien pueden instrumentarse a través de la emisión de un bono corporativo.

Si decide ampliar su capital accionario, la compañía debe realizar una oferta pública inicial (OPA) o en inglés, Initial Public Offering (IPO). Puede colocar acciones preexistentes: el accionista principal se cobra y no varía la cantidad de acciones (denominado “cash out”), aunque en la mayoría de los casos, la empresa emite acciones nuevas (denominado “cash in”) y amplía la cantidad de acciones permitiendo la entrada de inversores nuevos que aumentan el capital social de la firma.

Es positivo conocer si los actuales accionistas desean mantener parte de sus acciones o pretenden desprenderse de parte o de todas las acciones: que quieran seguir siendo accionistas tras la salida a bolsa es una señal de su compromiso futuro con la empresa y serán los primeros interesados en que el precio de los papales de la firma siga subiendo.

Los motivos por los que los propietarios de una empresa deciden salir a cotiza a la bolsa van desde obtener financiamiento productivo para la empresa, disponer de una valuación objetiva de la empresa, vender acciones para hacer reforzar las operaciones y hasta para fines publicitarios, dado que aumenta su notoriedad.

El proceso a través del cual deben emitirse formalmente las acciones es a través de la colocación en el mercado de capitales con un agente colocador que puede ser un banco o una sociedad de bolsa autorizada especializada, y mediante la elección en una bolsa determinada para que sean listados esos valores en forma primaria. Los títulos pueden ser simultáneamente listados en varias bolsas o mercados si la emisión fuera muy grande y requiriera diversas plazas en donde captar dinero, diversificando las fuentes del fondeo, y siendo más fácil recaudar el dinero.

El prospecto de emisión que se difunde a los mercados es elaborado entre la empresa, el banco colocador y los abogados intervinientes en la operación, e incluye información sobre estados de resultados anteriores, las personas que administran la compañía, la política de dividendo que posee, los planes estratégicos, el crecimiento de las ventas, los costos, márgenes, rentabilidad, deuda neta y otros aspectos de relevancia para el marco de las inversiones, en especial el riesgo país, macroeconómicos y del sector.

Antes del debut de una empresa en bolsa, se difunde un rango indicativo de precio, pero no suele ser el definitivo sino recién el día antes de empezar a cotizar cuando se da a conocer el precio a partir del cual partirá la cotización de la acción. El valor de mercado suele ser más alto dado que muchas veces existe una demanda insatisfecha que tiene que ser cubierta en el mercado secundario.

Pero la pregunta que le sigue es: ¿en qué bolsa cotizar? Son muchos los factores que una empresa debe tomar en cuenta a la hora de elegir qué bolsa será la encargada de listar sus acciones. Parte desde los aspectos más objetivos, como el costo para hacerlo o los requisitos que debe reunir o la obligación de informar para ser listada, tomándose además en cuenta los aspectos más subjetivos como fue el caso de Facebook que, entre las dos bolsas más grandes de los Estados Unidos, eligió el Nasdaq por encima del NYSE por un tema cultural, siendo el Nasdaq el ícono de las empresas tecnológicas.

Una bolsa suele requerirle a las empresas determinados aspectos de carácter mandatorio para ser listada. Algunos son más comunes, como es el hecho de presentar estados contables cada tres meses que pueden ser más laxos en el caso de otras bolsas como es el caso del AIM de Londres, cuna de muchas empresas de baja capitalización bursátil o de proyectos aún en fase de crecimiento muy inicial y con pérdidas en sus estados de resultados.

También los costos son muy diferentes dependiendo de la reputación de la bolsa o el acceso a determinado mercado con mayor poder adquisitivo por parte de sus inversores individuales o de la envergadura de los inversores institucionales que se encuentran en condiciones de aportar su dinero.

Ahora se viene el mayor IPO de la historia. Se trata de la empresa Saudi Aramco, la empresa petrolera estatal de Arabia Saudita, que además posee muchas otras actividades de ingeniería y operaciones de servicios públicos. Saudi Aramco es al mismo tiempo la propietaria de la mayor red de hidrocarburos del mundo, conocida como Master Gas System.

La empresa posee reservas probadas 10 veces más grandes que Exxon Mobil (o el 15% mundial) y de ahí el interés de las distintas bolsas para que sea listada, ya sea en Nueva York, Hong Kong, Tokio o en Londres, además de la Bolsa de Riad.

Aramco recién abriría su capital a la bolsa a fines de 2018, y lo hará en apenas el 5% con el objetivo de diversificar con ese dinero y a través de diversas inversiones estratégicas la matriz productiva de Arabia Saudita a través de su Plan "Vision 2030". Un cálculo rápido la valúa en 2 Trillions (o billones en español) contra 787 Billions de Apple, hoy la empresa de capital abierto mejor valuada del mundo. Recaudaría unos 100 billions, que serían invertidos a través de su fondo soberano denominado Saudi Public Investment Fund (PIF).

Este caso implica una recaudación cuatro veces superior al IPO de Alibaba en el NYSE que, además de los EE.UU., se encuentra listada en las bolsas Honk Kong y Frackfurt.

Otro caso de relevancia es el de Petrochina, una de las empresas que pueden ser operadas en diversos mercados en donde se encuentra listada, como Honk Kong, Shangai, además de poseer instrumentos a través de los cuales pueden operarse tanto en Europa como en los EE.UU., en una verdadera rueda continua tal como operan los futuros de los commodities, monedas o Treasuries estadounidenses de lunes a viernes, de día y de noche.