Arlette
10-08-2017, 11:24 PM
Hubo un tiempo en el que el crecimiento de los bancos en todo el mundo se hizo a costa de hacer la vista gorda sobre el dinero “negro”, es decir el dinero ilegal. Muchos de ellos, incluidos BNP Paribas, HSBC y Deutsche Bank tuvieron mucho que ver con el ingreso al sistema financiero de plata de traficantes de droga mexicanos o de políticos y la mafia rusa. BNP Paribas por sí solo recibió una multa de 8,9 billones de dólares y fue excluido del clearing del dólar de los mercados financieros.
Lo que vino después fue un exceso de regulación, como podría esperarse de cualquier “día después” de una crisis financiera del sistema capitalista, complementada con herramientas tecnológicas avanzadas para poder detectar actividades sospechosas.
Tal como sucede siempre, el remedio, si bien no es peor que la enfermedad en este caso, produce muchas veces daños colaterales no deseados en el sistema bancario. Si bien en algunos casos fue merecido (sobre todo, en algunos paraísos fiscales de Centroamérica), se ha visto desde entonces a los bancos ser más papistas que el papa, rechazando clientes por temor a que hayan podido haber cometido ilícitos financieros, pero muchas veces lo hicieron en forma indiscriminada.
Grandes bancos de referencia en los Estados Unidos han estado pidiendo a sus propios clientes venezolanos y hasta argentinos que cierren sus cuentas bancarias por temor a que sean sancionados por haber abierto cuentas de residentes de países con políticas económicas muy cuestionadas y de altos niveles de corrupción.
Ese proceso golpeó a muchas empresas financieras que lo único que hacían era procesar transferencias internacionales de trabajadores en los EE.UU. a las familias en sus países de origen, muchas veces de Centroamérica (remittances), y produjo incluso el cierre de cuentas bancarias en países que recibían asistencia financiera humanitaria o para distintos fines para su población.
La presión de diversos organismos internacionales de control, como el Financial Stability Board, surtió su efecto: también se han estado recortando líneas de crédito de diversos bancos corresponsales de bancos en África, Europa del Este, Latinoamérica y el Caribe, que eran bancos más que necesarios en los países de esas regiones para hacer el clearing tanto de dólares como de euros.
Y existe otro daño colateral: más regulación produjo más canales informales, tal como sucede en cualquier sector o país del mundo. Por lo que estas regulaciones actuaron a favor del desarrollo de una economía en negro, la misma que quiso combatir con dichas regulaciones.
La tecnología blockchain viene a aportar ciertas soluciones a este creciente problema. Es la tecnología sobre la cual se desarrolló el Bitcoin, la moneda digital más famosa.
Al momento de escribir este artículo, el valor de mercado de las más de 800 criptomonedas ya había superado la marca psicológica de los 100 mil millones de dólares y un Bitcoin, su representante más exitoso y codiciado, valía el doble de lo que vale una onza de oro, una cifra que hace tan solo unos años atrás era imposible de imaginar.
Su valor creció dada su aceptación, pero también porque no puede “imprimirse” en forma indiscriminada: sólo se genera una cierta cantidad de unidades colectivamente, a una velocidad que está limitada por un valor definido con anterioridad y conocido públicamente.
Las criptomonedas vienen a dar una solución al excesivo control de los bancos. La red creada alrededor del Bitcoin y que se basa en la tecnología de blockchain, registra cada transacción desde su inicio y ha estado funcionando a lo largo de los últimos 8 años 24/7 en forma ininterrumpida, para envidia de cualquier sistema operativo de un banco que muchas veces se “cae” o colapsa momentáneamente.
Además, esta tecnología acelera muchísimo los plazos de ejecución de las operaciones hasta transformarlas en casi inmediatas, y sin intervención humana, que muchas veces origina errores. En muchos casos las transferencias se realizan en el mismo lapso de tiempo en el que se envía un email. Y con porcentajes de rechazo casi nulos.
El continuo crecimiento de la red ha impuesto nuevos desafíos, como el hecho de poder realizar actualizaciones en el software para poder soportar nuevos usuarios, hecho que muchas veces lleva a “bifurcaciones” en el camino del descubrimiento de los algoritmos de Bitcoins (el denominado proceso de “minar” Bitcoins), de la misma manera en la que existe la necesidad de hacer un upgrade al software de nuestros iPhones o celulares con soporte del sistema operativo Android.
Mucho se ha hablado acerca de la ilegalidad del origen de los fondos que circulan detrás de todas las criptomonedas emitidas. No es para menos: los chinos eluden los controles a la salida de capitales con el Bitcoin. También los rescates de los diversos ciberataques a nivel mundial se han estado pagando en Bitcoins.
Esta situación se da porque es un activo totalmente desregulado y permite no dejar rastros a su paso cuando se lo utiliza, más allá que la transacción haya quedado registrada. Es por eso que ha recibido diversos ataques por parte de los reguladores, pero que no hacen nada para incorporar dichas monedas al sistema monetario, que ya han hecho los méritos necesarios para ser incorporadas al sistema financiero.
El Bitcoin no se encuentra listado en el mercado de capitales aún, dado que el NYSE lo ha rechazado. Pero no deja de ser un activo en el cual se pueda invertir y, de hecho, ha sido una excelente inversión. El Bitcoin y el resto de las criptomonedas más aceptadas poseen las características de reserva de valor y medio de pago, por lo que pronto millones de usuarios estarán enviando dinero entre ellos tan rápido como mandan un chat de WhatsApp.
Lo que vino después fue un exceso de regulación, como podría esperarse de cualquier “día después” de una crisis financiera del sistema capitalista, complementada con herramientas tecnológicas avanzadas para poder detectar actividades sospechosas.
Tal como sucede siempre, el remedio, si bien no es peor que la enfermedad en este caso, produce muchas veces daños colaterales no deseados en el sistema bancario. Si bien en algunos casos fue merecido (sobre todo, en algunos paraísos fiscales de Centroamérica), se ha visto desde entonces a los bancos ser más papistas que el papa, rechazando clientes por temor a que hayan podido haber cometido ilícitos financieros, pero muchas veces lo hicieron en forma indiscriminada.
Grandes bancos de referencia en los Estados Unidos han estado pidiendo a sus propios clientes venezolanos y hasta argentinos que cierren sus cuentas bancarias por temor a que sean sancionados por haber abierto cuentas de residentes de países con políticas económicas muy cuestionadas y de altos niveles de corrupción.
Ese proceso golpeó a muchas empresas financieras que lo único que hacían era procesar transferencias internacionales de trabajadores en los EE.UU. a las familias en sus países de origen, muchas veces de Centroamérica (remittances), y produjo incluso el cierre de cuentas bancarias en países que recibían asistencia financiera humanitaria o para distintos fines para su población.
La presión de diversos organismos internacionales de control, como el Financial Stability Board, surtió su efecto: también se han estado recortando líneas de crédito de diversos bancos corresponsales de bancos en África, Europa del Este, Latinoamérica y el Caribe, que eran bancos más que necesarios en los países de esas regiones para hacer el clearing tanto de dólares como de euros.
Y existe otro daño colateral: más regulación produjo más canales informales, tal como sucede en cualquier sector o país del mundo. Por lo que estas regulaciones actuaron a favor del desarrollo de una economía en negro, la misma que quiso combatir con dichas regulaciones.
La tecnología blockchain viene a aportar ciertas soluciones a este creciente problema. Es la tecnología sobre la cual se desarrolló el Bitcoin, la moneda digital más famosa.
Al momento de escribir este artículo, el valor de mercado de las más de 800 criptomonedas ya había superado la marca psicológica de los 100 mil millones de dólares y un Bitcoin, su representante más exitoso y codiciado, valía el doble de lo que vale una onza de oro, una cifra que hace tan solo unos años atrás era imposible de imaginar.
Su valor creció dada su aceptación, pero también porque no puede “imprimirse” en forma indiscriminada: sólo se genera una cierta cantidad de unidades colectivamente, a una velocidad que está limitada por un valor definido con anterioridad y conocido públicamente.
Las criptomonedas vienen a dar una solución al excesivo control de los bancos. La red creada alrededor del Bitcoin y que se basa en la tecnología de blockchain, registra cada transacción desde su inicio y ha estado funcionando a lo largo de los últimos 8 años 24/7 en forma ininterrumpida, para envidia de cualquier sistema operativo de un banco que muchas veces se “cae” o colapsa momentáneamente.
Además, esta tecnología acelera muchísimo los plazos de ejecución de las operaciones hasta transformarlas en casi inmediatas, y sin intervención humana, que muchas veces origina errores. En muchos casos las transferencias se realizan en el mismo lapso de tiempo en el que se envía un email. Y con porcentajes de rechazo casi nulos.
El continuo crecimiento de la red ha impuesto nuevos desafíos, como el hecho de poder realizar actualizaciones en el software para poder soportar nuevos usuarios, hecho que muchas veces lleva a “bifurcaciones” en el camino del descubrimiento de los algoritmos de Bitcoins (el denominado proceso de “minar” Bitcoins), de la misma manera en la que existe la necesidad de hacer un upgrade al software de nuestros iPhones o celulares con soporte del sistema operativo Android.
Mucho se ha hablado acerca de la ilegalidad del origen de los fondos que circulan detrás de todas las criptomonedas emitidas. No es para menos: los chinos eluden los controles a la salida de capitales con el Bitcoin. También los rescates de los diversos ciberataques a nivel mundial se han estado pagando en Bitcoins.
Esta situación se da porque es un activo totalmente desregulado y permite no dejar rastros a su paso cuando se lo utiliza, más allá que la transacción haya quedado registrada. Es por eso que ha recibido diversos ataques por parte de los reguladores, pero que no hacen nada para incorporar dichas monedas al sistema monetario, que ya han hecho los méritos necesarios para ser incorporadas al sistema financiero.
El Bitcoin no se encuentra listado en el mercado de capitales aún, dado que el NYSE lo ha rechazado. Pero no deja de ser un activo en el cual se pueda invertir y, de hecho, ha sido una excelente inversión. El Bitcoin y el resto de las criptomonedas más aceptadas poseen las características de reserva de valor y medio de pago, por lo que pronto millones de usuarios estarán enviando dinero entre ellos tan rápido como mandan un chat de WhatsApp.