Arlette
22-11-2017, 06:22 PM
Un misterioso objeto rocoso en forma alargada detectado en octubre proviene de otro sistema solar, una observación sin precedentes que fue confirmada por los astrónomos.
Esta detección abre una nueva ventana sobre la formación de otros mundos estelares en nuestra galaxia, la Vía Láctea, según estos científicos, cuyo trabajo publica la revista británica Nature.
El asteroide, al que sus descubridores bautizaron Oumuamua (mensajero en hawaiano), tiene 400 metros de largo y su longitud es aproximadamente diez veces su ancho.
Esta inusual forma no tiene precedentes entre los cerca de 750.000 asteroides y cometas observados hasta ahora en nuestro sistema solar, donde se formaron, de acuerdo con estos investigadores.
Los científicos han concluido con certeza la naturaleza extra estelar de este asteroide porque el análisis de los datos recopilados muestra que su órbita no puede tener su origen dentro de nuestro sistema solar.
Los astrónomos creen que un asteroide interestelar similar a Oumuamua pasa por el interior del sistema solar aproximadamente una vez al año.
Pero es algo difícil de rastrear y no se había detectado hasta ahora. Es desde hace relativamente poco tiempo que los telescopios para monitorizar estos objetos son lo suficientemente potentes como para poder descubrirlos.
Según los astrónomos, este extraño objeto ha viajado solo a través de la Vía Láctea durante cientos de millones de años antes de pasar por nuestro sistema solar y continuar su camino.
Un extraño visitante
Durante décadas pensamos que tales objetos de otro mundo podrían encontrarse cerca de nuestro sistema solar, y ahora, por primera vez, tenemos evidencia directa de que sí existen", dijo Thomas Zurbuchen, responsable adjunto de las misiones científicas de la NASA, que financió esta última investigación.
"Este descubrimiento abre una nueva ventana para estudiar la formación de sistemas solares más allá del nuestro", consideró.
"Es un extraño visitante procedente de un sistema estelar muy distante que tiene una forma que nunca habíamos visto en nuestros alrededores cósmicos", agregó Paul Chodas, director del Centro para el Estudio de Objetos Cercanos a la Tierra del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, en Pasadena, California.
Oumuamua fue descubierto el 19 de octubre con el telescopio Pan-STARRS1 ubicado en Hawái, que rastrea objetos próximos a nuestro planeta.
Inmediatamente después de su descubrimiento, otros telescopios de todo el mundo, entre ellos el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en el norte de Chile, comenzaron a observar el asteroide para determinar sus características.
Un equipo de astrónomos dirigido por Karen Meech del Instituto de Astronomía de Hawái constató que la potencia del brillo del objeto varía hasta diez veces en la medida en que completa un giro sobre sí mismo cada 7,3 horas.
Ningún asteroide o cometa en nuestro sistema solar experimenta esa magnitud en la variación de su brillo o esa proporción entre la longitud y el ancho, enfatizan los expertos.
Ni agua ni hielo
Estas propiedades sugieren que Oumuamua es denso y está formado de rocas y posiblemente también de metal.
Pero no tiene agua ni hielo y su superficie se ha enrojecido por los efectos de las radiaciones cósmicas durante cientos de millones de años.
Telescopios terrestres de alta potencia continúan monitorizando el asteroide mientras desaparece rápidamente a medida que se aleja de la Tierra.
Dos telescopios espaciales de la NASA, el Hubble y el Spitzer, lo siguen esta semana.
El lunes el objeto viajaba a una velocidad de 38,3 kilómetros por segundo y estaba a unos 200 millones de kilómetros de la Tierra.
Oumuamua pasó a la órbita de Marte cerca del 1 de noviembre y pasará cerca de Júpiter en mayo de 2018. Después continuará su ruta más allá de Saturno en enero de 2019 y saldrá de nuestro sistema solar para dirigirse en dirección de la constelación de Pegaso.
Las observaciones con los grandes telescopios terrestres continuarán hasta que el asteroide se vuelva prácticamente indetectable después de mediados de diciembre.
Esta detección abre una nueva ventana sobre la formación de otros mundos estelares en nuestra galaxia, la Vía Láctea, según estos científicos, cuyo trabajo publica la revista británica Nature.
El asteroide, al que sus descubridores bautizaron Oumuamua (mensajero en hawaiano), tiene 400 metros de largo y su longitud es aproximadamente diez veces su ancho.
Esta inusual forma no tiene precedentes entre los cerca de 750.000 asteroides y cometas observados hasta ahora en nuestro sistema solar, donde se formaron, de acuerdo con estos investigadores.
Los científicos han concluido con certeza la naturaleza extra estelar de este asteroide porque el análisis de los datos recopilados muestra que su órbita no puede tener su origen dentro de nuestro sistema solar.
Los astrónomos creen que un asteroide interestelar similar a Oumuamua pasa por el interior del sistema solar aproximadamente una vez al año.
Pero es algo difícil de rastrear y no se había detectado hasta ahora. Es desde hace relativamente poco tiempo que los telescopios para monitorizar estos objetos son lo suficientemente potentes como para poder descubrirlos.
Según los astrónomos, este extraño objeto ha viajado solo a través de la Vía Láctea durante cientos de millones de años antes de pasar por nuestro sistema solar y continuar su camino.
Un extraño visitante
Durante décadas pensamos que tales objetos de otro mundo podrían encontrarse cerca de nuestro sistema solar, y ahora, por primera vez, tenemos evidencia directa de que sí existen", dijo Thomas Zurbuchen, responsable adjunto de las misiones científicas de la NASA, que financió esta última investigación.
"Este descubrimiento abre una nueva ventana para estudiar la formación de sistemas solares más allá del nuestro", consideró.
"Es un extraño visitante procedente de un sistema estelar muy distante que tiene una forma que nunca habíamos visto en nuestros alrededores cósmicos", agregó Paul Chodas, director del Centro para el Estudio de Objetos Cercanos a la Tierra del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, en Pasadena, California.
Oumuamua fue descubierto el 19 de octubre con el telescopio Pan-STARRS1 ubicado en Hawái, que rastrea objetos próximos a nuestro planeta.
Inmediatamente después de su descubrimiento, otros telescopios de todo el mundo, entre ellos el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO) en el norte de Chile, comenzaron a observar el asteroide para determinar sus características.
Un equipo de astrónomos dirigido por Karen Meech del Instituto de Astronomía de Hawái constató que la potencia del brillo del objeto varía hasta diez veces en la medida en que completa un giro sobre sí mismo cada 7,3 horas.
Ningún asteroide o cometa en nuestro sistema solar experimenta esa magnitud en la variación de su brillo o esa proporción entre la longitud y el ancho, enfatizan los expertos.
Ni agua ni hielo
Estas propiedades sugieren que Oumuamua es denso y está formado de rocas y posiblemente también de metal.
Pero no tiene agua ni hielo y su superficie se ha enrojecido por los efectos de las radiaciones cósmicas durante cientos de millones de años.
Telescopios terrestres de alta potencia continúan monitorizando el asteroide mientras desaparece rápidamente a medida que se aleja de la Tierra.
Dos telescopios espaciales de la NASA, el Hubble y el Spitzer, lo siguen esta semana.
El lunes el objeto viajaba a una velocidad de 38,3 kilómetros por segundo y estaba a unos 200 millones de kilómetros de la Tierra.
Oumuamua pasó a la órbita de Marte cerca del 1 de noviembre y pasará cerca de Júpiter en mayo de 2018. Después continuará su ruta más allá de Saturno en enero de 2019 y saldrá de nuestro sistema solar para dirigirse en dirección de la constelación de Pegaso.
Las observaciones con los grandes telescopios terrestres continuarán hasta que el asteroide se vuelva prácticamente indetectable después de mediados de diciembre.