Arlette
15-12-2017, 12:13 AM
Te acuestas, te duermes, te levantas, y el Bitcoin ha quebrado otro máximo. Otro día normal en el mercado de criptomonedas.
La explicación a este rally histórico es que son los chinos quienes están minando el 70% de los Bitcoins, y se supone que transan más de la mitad.
Durante la madrugada de Latinoamérica se produce la mayor variación de precio.
En un comienzo, se pensó que un japonés llamado Satoshi Nakamoto era su inventor, pero se comprobó que en realidad se trataba de Craig Steven Wright, identificado en diciembre de 2015, un empresario australiano de 44 años.
Ese anonimato inicial quizás se debe a que, valuado al precio de hoy, se estima que tendría en Bitcoins el equivalente a 3 billones de dólares por la cantidad de moneda virtual que se quedó cuando creó el código de programación, un código que dio luz al ecosistema virtual más extraordinario e interesante desde la creación de Internet unas décadas atrás.
El “paper blanco” de Wright que dio origen a todo es del 31 de octubre de 2008. Ese paper sembró las bases de una nueva red colaborativa e incremental que valida en todos sus nodos los cambios. Así nació el Bitcoin, sobre la base de la tecnología blockchain, una moneda divisible hasta 9 decimales, pero apenas destinado en su inicio a la comunidad cibernética, no para economistas, y menos para inversores.
Se trata de una moneda que vino a quebrar la visión tradicional que debía existir algo tangible detrás que respalde su valor, ya sea el oro en su momento o bien el poderío económico del país que lo emite a través de un banco central. Una divisa que ya es usada online, pero que también empieza a ser muy popular en su modo offline en cafés, tiendas y hasta para pagar impuestos en algunos condados de Suiza.
El Bitcoin ha sido sin dudas el “personaje del año”; no importa a quién haya elegido la revista Time (a los Silence Breakers este año). Su meteórico ascenso nos obliga a preguntarnos de dónde deriva su valor el Bitcoin, o el de las criptomonedas en general.
El filósofo Ludwig von Mises, de la Escuela de Economía austriaca, ya nos había dado algunas herramientas para responder a esa pregunta en el año 1912: cómo valuar al Bitcoin aplicando el Teorema de la Regresión, en su libro "La Teoría del Dinero y el Crédito".
El dinero se origina en el mercado, no por el gobierno o un contrato social. Es la necesidad de un commodity para intercambios indirectos. No se busca el dinero para consumir sino para comerciar. Lo fue la sal para los romanos, o la piel de castor para algunas personas. Y ese bien se convierte en dinero, porque es un commodity aceptado (medio de pago), transportable y reserva de valor. Un commodity simplemente usado para comprar lo que uno realmente quisiera consumir. El valor del dinero proviene originalmente del valor que se le da a la utilidad indirecta que posee. Hay que ir más atrás y buscar originalmente por qué se acepta el dinero (Teoría de la Regresión).
Pero el Bitcoin no reúne esa característica: no se puede usar el Bitcoin por su valor intrínseco para comercializar, por el valor que le da al que lo posee para comprar las cosas que necesita, porque es una moneda virtual.
El valor del Bitcoin, además de una moneda, se deriva esencialmente de un sistema de pagos totalmente novedoso e interconectado.
En la visión tradicional, hay monedas por un lado y, por otro, sistemas de pago, como tarjetas de crédito o débito, tarjetas prepagas, “cable” o transferencias de dinero de un banco a otro, Paypal, Alipay; es decir: siempre con un agente financiero que hace de intermediario y que válida o da fe de la transacción para darle seguridad.
El Bitcoin reúne esas dos características al mismo tiempo y sin depender de un intermediario que da fe que una parte le va a pagar a la otra y que la mercadería va en sentido contrario. Ese es un activo enorme que le da valor intrínseco, y ni hablar de la aceptación que se da cada vez más en comercios, tantos online como offline (en la calle).
Otro valor del Bitcoin se deriva de que es accesible para cualquier persona del mundo, tanto ubicada geográficamente en un recóndito lugar del mundo como para las personas más pobres en países en vías de desarrollo, que no califican para abrir una cuenta bancaria o no poseen el conocimiento necesario para manejar inversiones.
En síntesis, cuidado cuando hablamos de una burbuja en el ecosistema del Bitcoin, porque posee un valor mucho mas allá de simplemente un medio de pago y una reserva de valor, sino que podría reemplazar a muchos sistemas de pago tradicionales que elevan el costo de transacción de cualquier intercambio comercial.
La explicación a este rally histórico es que son los chinos quienes están minando el 70% de los Bitcoins, y se supone que transan más de la mitad.
Durante la madrugada de Latinoamérica se produce la mayor variación de precio.
En un comienzo, se pensó que un japonés llamado Satoshi Nakamoto era su inventor, pero se comprobó que en realidad se trataba de Craig Steven Wright, identificado en diciembre de 2015, un empresario australiano de 44 años.
Ese anonimato inicial quizás se debe a que, valuado al precio de hoy, se estima que tendría en Bitcoins el equivalente a 3 billones de dólares por la cantidad de moneda virtual que se quedó cuando creó el código de programación, un código que dio luz al ecosistema virtual más extraordinario e interesante desde la creación de Internet unas décadas atrás.
El “paper blanco” de Wright que dio origen a todo es del 31 de octubre de 2008. Ese paper sembró las bases de una nueva red colaborativa e incremental que valida en todos sus nodos los cambios. Así nació el Bitcoin, sobre la base de la tecnología blockchain, una moneda divisible hasta 9 decimales, pero apenas destinado en su inicio a la comunidad cibernética, no para economistas, y menos para inversores.
Se trata de una moneda que vino a quebrar la visión tradicional que debía existir algo tangible detrás que respalde su valor, ya sea el oro en su momento o bien el poderío económico del país que lo emite a través de un banco central. Una divisa que ya es usada online, pero que también empieza a ser muy popular en su modo offline en cafés, tiendas y hasta para pagar impuestos en algunos condados de Suiza.
El Bitcoin ha sido sin dudas el “personaje del año”; no importa a quién haya elegido la revista Time (a los Silence Breakers este año). Su meteórico ascenso nos obliga a preguntarnos de dónde deriva su valor el Bitcoin, o el de las criptomonedas en general.
El filósofo Ludwig von Mises, de la Escuela de Economía austriaca, ya nos había dado algunas herramientas para responder a esa pregunta en el año 1912: cómo valuar al Bitcoin aplicando el Teorema de la Regresión, en su libro "La Teoría del Dinero y el Crédito".
El dinero se origina en el mercado, no por el gobierno o un contrato social. Es la necesidad de un commodity para intercambios indirectos. No se busca el dinero para consumir sino para comerciar. Lo fue la sal para los romanos, o la piel de castor para algunas personas. Y ese bien se convierte en dinero, porque es un commodity aceptado (medio de pago), transportable y reserva de valor. Un commodity simplemente usado para comprar lo que uno realmente quisiera consumir. El valor del dinero proviene originalmente del valor que se le da a la utilidad indirecta que posee. Hay que ir más atrás y buscar originalmente por qué se acepta el dinero (Teoría de la Regresión).
Pero el Bitcoin no reúne esa característica: no se puede usar el Bitcoin por su valor intrínseco para comercializar, por el valor que le da al que lo posee para comprar las cosas que necesita, porque es una moneda virtual.
El valor del Bitcoin, además de una moneda, se deriva esencialmente de un sistema de pagos totalmente novedoso e interconectado.
En la visión tradicional, hay monedas por un lado y, por otro, sistemas de pago, como tarjetas de crédito o débito, tarjetas prepagas, “cable” o transferencias de dinero de un banco a otro, Paypal, Alipay; es decir: siempre con un agente financiero que hace de intermediario y que válida o da fe de la transacción para darle seguridad.
El Bitcoin reúne esas dos características al mismo tiempo y sin depender de un intermediario que da fe que una parte le va a pagar a la otra y que la mercadería va en sentido contrario. Ese es un activo enorme que le da valor intrínseco, y ni hablar de la aceptación que se da cada vez más en comercios, tantos online como offline (en la calle).
Otro valor del Bitcoin se deriva de que es accesible para cualquier persona del mundo, tanto ubicada geográficamente en un recóndito lugar del mundo como para las personas más pobres en países en vías de desarrollo, que no califican para abrir una cuenta bancaria o no poseen el conocimiento necesario para manejar inversiones.
En síntesis, cuidado cuando hablamos de una burbuja en el ecosistema del Bitcoin, porque posee un valor mucho mas allá de simplemente un medio de pago y una reserva de valor, sino que podría reemplazar a muchos sistemas de pago tradicionales que elevan el costo de transacción de cualquier intercambio comercial.