-
En China el consumo crece un 10%. El problema es que sus empresas sobreinvirtieron y ahora muchas de esas fábricas no tienen demanda y rentabilidad suficiente para devolver los créditos. Y lo mismo en países productores de materias primas. La milenaria historia de las crisis de deuda agravada por unos mercados financieros que han crecido en exceso y sin control con gran capacidad de generar inestabilidad, tanto cuando llegan los flujos y crean burbujas como cuando se van y provocan crisis. El G20 se comprometió tras la quiebra de Lehman a mejorar la gobernanza global de los mercados, pero aún está todo por hacer.
-
La eurozona está en estancamiento secular con una tasa de inversión cinco puntos de PIB inferior a la de 2007 y continuó disminuyendo en 2015. La acción decidida desde 2012 del BCE permitió depreciar el euro y Europa salió de su segunda recesión exportando, principalmente a emergentes. Pero las exportaciones europeas se frenaron en seco el pasado verano, las españolas con peor comportamiento que Alemania, Francia e Italia, y seremos el área más perjudicada por la crisis global. Europa necesita un plan de estímulo fiscal, con inversión pública financiado con eurobonos. De momento tenemos un estímulo antiterrorista en Francia de dos décimas de PIB y el estímulo alemán por los refugiados que llega tarde y seguramente será insuficiente.
-
En España las exportaciones caen y el crecimiento se mantiene por el consumo interno y el turismo. Los españoles hemos decidido no decidir en las últimas elecciones y las probabilidades de formar un gobierno estable para la legislatura se aproximan a cero. Se habla de emular a Alemania en la Gran Coalición. Si fuéramos alemanes, Rajoy habría dimitido en 2012, cuando los papeles de Bárcenas le involucraban personalmente en el cobro de sobresueldos cuando era ministro, lo cual incumpliría la ley de incompatibilidad. Y Podemos no existiría. Una gran coalición en España acabaría como en Grecia.