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Sin embargo, no estaba claro si las nuevas reglas prohibirán a los visitantes estadounidenses gastar dinero en hoteles estatales y restaurantes. Los detalles dependerán de las regulaciones que serán redactadas en los próximos meses por el Departamento de Comercio y el del Tesoro, que tendrán la tarea de convertir el memorando en política.
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Pero incluso si retrocede en la distensión que Obama alcanzó con Cuba, Trump no cerraría la embajada ni rompería las relaciones diplomáticas restablecidas en 2015 tras más de cinco décadas de hostilidades, según los funcionarios.
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Tampoco revertiría otros cambios tangibles realizados por su antecesor demócrata, incluida la reanudación de vuelos comerciales directos entre Cuba y Estados Unidos, aunque su política más restrictiva seguramente enfriará los nuevos lazos económicos en general.