-
Así, el auge económico del mundo no occidental es un fenómeno imparable, lo que no implica, necesariamente, que estos países vayan a adelantar a EE UU y Europa en niveles de bienestar; solo indica que estrecharán la enorme brecha existente en renta per cápita con los países ricos desde la Revolución Industrial
-
Este proceso lleva a una economía cada vez más multipolar, donde los viejos conceptos de “centro” y “periferia” pierden su significado. Asimismo, el epicentro geográfico de la economía mundial se desplaza con rapidez desde el océano Atlántico hacia el Pacífico, lo que permite hablar de un siglo XXI más asiático.
-
En segundo lugar, y más allá de los indicadores económicos, encontramos un mundo con menos conflictos bélicos entre Estados (aunque con más conflictos dentro de los mismos), con más países democráticos que en el pasado y con sociedades más desiguales, más urbanas y más envejecidas en los países avanzados (y en China), pero no en el resto de países emergentes.
-
Todas estas tendencias sociopolíticas también parecen haber llegado para quedarse. La urbanización continuará, sobre todo en Asia y África, donde todavía el 50 por cien de la población vive en zonas rurales. El envejecimiento de la población será más intenso, poniendo en jaque los Estados de bienestar en los países avanzados y planteando graves problemas para el crecimiento en China.
-
Asimismo, a menos que se pongan en marcha políticas radicalmente distintas para redistribuir la renta y la riqueza (algo poco probable), la desigualdad seguirá aumentando, tanto en los países avanzados como, sobre todo, en los emergentes, ya que la robotización y la automatización de la producción contribuirán de manera sustantiva al aumento de la desigualdad mediante la eliminación de muchos empleos
-
Esto, unido a los crecientes flujos migratorios, genera un incremento del proteccionismo y la xenofobia que se plasma en el auge de partidos antiglobalización en todo Occidente (el Brexit sería la manifestación de este fenómeno, pero también lo son Trump, el Frente Nacional en Francia o la presencia de otros partidos eurocríticos y eurofóbicos en casi todos los países de la UE).
-
Las implicaciones de estas macro tendencias económicas y sociales para las relaciones económicas internacionales son todavía inciertas. Sin embargo, se puede aventurar que asistiremos a una creciente rivalidad y competencia entre Estados (sobre todo entre las potencias en declive y las potencias en auge), que podría hacer más difícil la cooperación económica internacional y presionar para la transformación de las instituciones económicas internacionales
-
Pero, la probabilidad de conflictos militares entre grandes potencias es baja porque la interdependencia económica es alta, lo que no quiere decir que no haya crecientes fricciones en el campo comercial y financiero o que no se produzcan “accidentes” que lleven a enfrentamientos.
-
En este contexto, durante 2016 y 2017, salvo que Trump sea elegido presidente y lleve a cabo políticas marcadamente aislacionistas, no deberían materializarse riesgos de carácter sistémico. Aun así, existen varios focos de incertidumbre, tanto económicos como geopolíticos, que podrían dar lugar a crisis localizadas
-
Un continuo foco de riesgo sigue siendo China. Aunque el hundimiento de la bolsa de Shanghái, a mediados de 2015 y principios de 2016, generó un contagio posiblemente exagerado hacia los mercados europeos y americanos, parece estar controlado; pero resulta preocupante que la economía más grande del mundo (medida en paridad de poder de compra) se esté desacelerando y necesite modificar su patrón de crecimiento para evitar la “trampa de la renta media”
-
La falta de transparencia sobre las cifras de crecimiento real en China, la creciente deuda que acumulan las empresas, gobiernos regionales y el sistema bancario en la sombra, y la incertidumbre sobre la capacidad de sus líderes para lograr una desaceleración suave de su economía en vez de un colapso, seguirán nublando el horizonte de la economía china
-
Sin embargo, parece existir un consenso en que, aunque los retos a los que se enfrenta la economía china son enormes, lo más seguro es que las autoridades evitarán un descalabro económico que, sin duda, generaría una crisis económica global.
-
En Europa, no se puede olvidar Grecia, epicentro de los riesgos para la zona euro desde 2009. Afortunadamente, tras el turbulento verano de 2015, cuando el país estuvo a punto de abandonar el euro, la situación macroeconómica parece haberse estabilizado
-
Aunque la crisis social continúa y el país sigue en recesión, el gobierno ha cumplido sus compromisos con las instituciones europeas y, por tanto, sigue teniendo acceso a los fondos que le permiten evitar un impago. Por el momento, el temido escenario del Grexit ha sido descartado.
-
El nuevo foco de riesgo en la UE es Reino Unido. La principal preocupación para el resto del año, y cuyas consecuencias son más difíciles de vislumbrar, es el Brexit. El resultado del referéndum británico no fue el esperado por los mercados ni por Bruselas, por lo que no había planes de contingencia. Es cierto que aún no se ha iniciado el procedimiento de “divorcio”, y que tampoco se sabe cómo será el nuevo encaje de Reino Unido en sus relaciones con la Unión. No obstante, por una parte, el daño está hecho y la incertidumbre y deslegitimación hacia Reino Unido y la Unión es irremediable. Pero, por otra, hay en el ambiente una sensación de que ni Europa ni Reino Unido permitirán que se produzca una crisis tan profunda como la vivida hace casi una década en el continente y de la que todavía no se ha salido.
-
Otro elemento de riesgo es el impacto que la caída del precio del petróleo podía tener en las economías exportadoras de productos básicos, dependientes de estos productos para su estabilidad fiscal. El problema afecta especialmente a algunos países de América del Sur, pero también a Rusia y empresas occidentales que han invertido en estos sectores en las economías emergentes, anticipando precios altos durante los próximos años
-
En todo caso, y más allá de la durísima recesión que atraviesa Brasil, los precios de las materias primas parecen haberse estabilizado. También es importante recordar que, en principio, la bajada del precio del petróleo es positiva para el crecimiento de los países importadores como EE UU, Japón o las potencias europeas.
-
El último factor económico de incertidumbre es cómo van a reaccionar los mercados (bursátiles, de bonos y cambiarios) ante la subida de los tipos de interés en EE UU; mientras el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco Central Chino mantienen políticas monetarias expansivas, en algunos casos de expansión cuantitativa. Esto generaría bruscas salidas de capital de algunas economías emergentes (sobre todo si acumulan desequilibrios externos y han sufrido burbujas en los mercados de activos en los últimos años) y depreciación de sus monedas, lo que conllevaría problemas para afrontar la deuda de aquellos países (y sobre todo empresas) que se hayan endeudado en dólares. Si se producen movimientos cambiarios bruscos (de apreciación del dólar contra las demás monedas y de aumento de la volatilidad), se sucederían episodios de “guerra de divisas”, en los que las distintas potencias se recriminen mutuamente que sus políticas monetarias buscan empobrecer al vecino, lo que desembocaría en tensiones proteccionistas
-
la Reserva Federal estadounidense (Fed) ha ido aplazando esta subida de tipos de interés debido a la situación en China y al Brexit, por lo que resultaría exagerado preocuparse de todos estos potenciales seísmos al mismo tiempo, ya que si China colapsa o el Brexit se contagia a Europa, parece razonable pensar que EE UU demoraría aún más su proceso de normalización monetaria.
-
A estos riesgos económicos hay que añadir otros de carácter geopolítico. Los principales provienen de las tensiones en las antiguas repúblicas soviéticas como Ucrania, en Oriente Próximo y el norte de África, tanto vinculadas a la política expansionista rusa como a la evolución de la guerra civil en Siria y los ataques de Daesh, que también podrían aumentar el flujo de refugiados hacia Europa
-
no es descartable una escalada de conflictos en el mar de China por su rivalidad con Japón. Por último, hay que señalar los riesgos provenientes tanto del terrorismo “clásico” como de los ciberataques, que han hecho de la ciberseguridad un campo del que tanto Estados como empresas deberán estar cada vez más pendientes.
-
En resumen, la economía mundial está en transición y desaceleración, tiene importantes focos de riesgo, pero no es probable que estos se materialicen de forma abrupta generando una crisis sistémica. En todo caso, más allá de estos riesgos a corto plazo identificados para 2016 y 2017, la economía mundial tendrá que gestionar durante los próximos años una serie de retos más complejos
-
El alto endeudamiento que atenaza a los países avanzados, la baja inflación, el envejecimiento y el bajo crecimiento de la productividad dibujan un complejo panorama de “estancamiento secular” que, de traducirse en bajos niveles de crecimiento, resultaría preocupante. Asimismo, el problema del cambio climático, la creciente rivalidad por los recursos, el riesgo de fragmentación del sistema comercial mundial en bloques enfrentados o la guerra de divisas, serán asuntos que los líderes de las principales potencias deberán abordar.
-
El problema es la debilidad de la gobernanza global y la incapacidad para intervenir de forma efectiva, coordinada y eficiente en estas grandes cuestiones que han superado a los Estados-nación. Por tanto, probablemente el mayor riesgo económico y geopolítico a medio y largo plazo no sea ninguno de estos problemas candentes, sino el hecho de no ser capaces de crear nuevos acuerdos internacionales para afrontar los retos globales
-
Que la bolsa es un camino lleno de peligros es algo que cualquier inversor con años de experiencia a sus espaldas no dudará en acreditar. La palabra incertidumbre es una constante en el mercado y siempre hay que estar preparado para navegar en aguas revueltas. Porque llegará la tormenta, antes o después. Desde la crisis de deuda europea en 2011, los peligros han sido constantes y con orígenes muy distintos.
-
Es cierto que entre el verano de 2012 y el de 2014 las bolsas europeas se comportaron bien, y el único gran bache fue el que desencadenó la Reserva Federal (Fed) en el mercado de bonos al anunciar que empezaba a desmantelar su programa de estímulos. Fue el llamado taper tantrum del año 2013, caracterizado por un fuerte desplome en los precios de los títulos de deuda. Tras él, el siguiente gran susto para el mercado llegó por la parte de las materias primas. El petróleo fue el principal representante: terminó el superciclo de subidas de estos activos en 2013, y en verano de 2014 la sobreproducción de crudo generó caídas de precio superiores al 75 por ciento en apenas 18 meses. Estados Unidos había inundado de petróleo el mercado, una situación con la que los grandes productores siguen lidiando hoy en día.
-
El miedo a impagos en la industria y a que el petróleo barato pudiese generar una recesión afectó a las bolsas, una situación a la que se sumó China a mediados de 2015: devaluó el yuan por sorpresa durante el verano, intentando dar un empujón a su crecimiento económico, que en los últimos años ha perdido fuelle y ahora avanza a un ritmo inferior al 7 por ciento.
-
La devaluación aumentó el temor a que los fabricantes de todo el mundo tuviesen que bajar precios para competir, a lo que también contribuían las materias primas baratas, una espiral bajista que generó fuertes caídas en las bolsas europeas entre 2015 y 2016 -el EuroStoxx llegó a perder un 27 por ciento desde agosto de 2015 hasta febrero del siguiente año
-
Con el tiempo estos miedos empezaron a disiparse, gracias en parte a los esfuerzos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) por aumentar los precios del crudo -el barril Brent pasó de 28 dólares a superar los 50 dólares entre enero de 2016 y junio de ese mismo año-, además de que muchos expertos empezaron a destacar la capacidad de China de gestionar la situación. También el Banco Central Europeo (BCE) puso su granito de arena con un programa de estímulos monetarios orientado a evitar caer en deflación, que todavía hoy sigue vigente
-
Con todo, y como suele ser habitual, nuevas nubes aparecieron en el horizonte, en forma de riesgos políticos: el Brexit y Donald Trump han sido los dos últimos grandes problemas para las bolsas, pero de momento el mercado parece haber sido capaz de digerirlos: las bolsas estadounidenses cotizan en máximos históricos, mientras en Europa los principales índices están gozando de un año 2016 en el que, de forma general, se revalorizan más del 10 por ciento, después de que el populismo perdiese fuerza en las elecciones de Holanda y Francia
-
Esto, sin embargo, ha llevado al mercado a cotizar en valoraciones elevadas -el Dow Jones cotiza con un multiplicador de beneficios en 2017 de 18,4 veces y el EuroStoxx de 17,4, según las previsiones de los expertos que recoge FactSet- lo que podría aumentar el riesgo de ver caídas ante nuevas amenazas.
-
O no tan nuevas. Porque China vuelve a colarse entre los principales dolores de cabeza del mercado y junio llega cargado de citas clave que rememoran problemas del pasado: "Las elecciones en Reino Unido de las que saldrá el Gobierno que negociará el Brexit con la Unión Europea, la reunión del BCE en la que se podría adelantar una reducción de los estímulos, el encuentro en el que se espera que la Fed vuelva a subir los tipos de interés y el último round entre Grecia y sus acreedores para alcanzar un acuerdo sobre su deuda", enumera James Butterfill, de ETF Securities. A esta maraña de complicaciones se suma la crisis política en Brasil, especialmente dolorosa para España por la importancia que adquiere para muchas empresas.
-
La rebaja de la calificación de la deuda de China que anunció Moody's esta semana, de Aa3 a A1, la primera en 28 años, trajo los peores augurios al mercado: los del verano de 2015 y los de principios de 2016, cuando la inesperada devaluación del yuan y las dudas sobre el crecimiento del gigante asiático hicieron temblar a las bolsas de todo el mundo. Con su decisión, la agencia de rating devolvió a China a la primera línea de las incertidumbres, donde también la sitúan los gestores de fondos que participaron en la última entrega de la encuesta que realiza mensualmente Bank of America
-
Un escenario que parecía descartado después de que "el encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping menguara la inquietud en relación a una posible guerra comercial", señalan desde UBP. Ahora, los recelos proceden del "fuerte crecimiento de la deuda" en la segunda economía del planeta, ya que la empresarial ha pasado de suponer el 99 por ciento del PIB en 2008 al 159 por ciento, mientras que la pública ronda el 45 por ciento
-
Subyace también la sibilina depreciación del yuan en su cruce con el euro y, en menor medida, con el dólar. "Las autoridades chinas actúan como apagafuegos", reconoce Iain Stewat, de Newton, quien se manifiesta preocupado "no solo por la envergadura del crecimiento del crédito en China, sino también por su velocidad". "La prioridad ha pasado de ser la estabilización del yuan y del mercado inmobiliario a avanzar en el desapalancamiento, algo que ha elevado los costes financieros y ha reducido el crédito", concluyen Mizuho Securities. Eso sí, para sacar conclusiones, parece que el mercado esperará al congreso quinquenal del Partido Comunista chino que se celebra en otoño.
-
Los mercados esperan una clara victoria de los conservadores en las elecciones del 8 junio en Reino Unido", describe James Butterfill, de ETF Securities y, de hecho, la ventaja de los tories de Theresa May, la actual primera ministra, está detrás de la recuperación de la libra desde mínimos -de un 4,5 por ciento frente al euro- y de la tranquilidad existente sobre que las elecciones no van a derivar en ningún sobresalto", añade Manuel Ortiz-Olave, de Monex Europe. Sin embargo, cualquier indicio que ponga en cuestión la formación de un Gobierno que plantee unas negociaciones "cordiales" traerá fantasmas del pasado, continúa Ortiz-Olave, quien reconoce que el principal riesgo es que gane el laborista Jeremy Corbyn "porque es una opción que no se está teniendo en cuenta
-
No en vano, el recorte de la brecha entre May y Corbyn mostrado por un sondeo de YouGov este mismo viernes llevó a la libra a sufrir su mayor caída en 2 meses. Más impuestos, más gasto público y nacionalizaciones son las principales amenazas que acompañan al laborista, más allá de su indefinición respecto al Brexit. Por otro lado, ?para el Partido Liberal es la última oportunidad de suavizar la ruptura, por lo que planteará una campaña dura?, apunta Victoria Torre, de Self Bank. Lo que es seguro es que resta un proceso largo y complicado, por lo que Borja Rubio, de Orey Financial, cree que "hay que prestar más atención a los datos macro que reflejan el efecto del Brexit y, por el momento, la tendencia es positiva
-
La economía brasileña aún no ha conseguido salir de una recesión que comenzó en el segundo trimestre de 2014. La contracción de su economía se ha visto alimentada por la corrupción del Gobierno de Dilma Rousseff, quien fue destituida por ello en el verano de 2016. Sin embargo, su sucesor, Michel Temer, no ha empezado con mejor pie: sobre él también pesa la sombra de la corrupción, y esto está afectando a los mercados: como explican desde Bankia Estudios, "el último escándalo que se ha destapado podría provocar la destitución del presidente Temer: en unas supuestas grabaciones se le escucha autorizar que se compre el silencio de un diputado, en prisión por corrupción. Además, el descontento social va en aumento e, incluso, el ejército ha tenido que intervenir para contener a los manifestantes, generando un elevado clima de incertidumbre e inestabilidad que se refleja en la evolución de las principales variables financieras: desde que estalló el escándalo el 16 de mayo, la bolsa ha caído casi un 8 por ciento y el real se ha depreciado un 5,5 por ciento con el dólar
-
la bolsa brasileña no es la única que ha sufrido el azote de la corrupción: las empresas con más exposición al país carioca también lo han hecho, y las firmas españolas con negocio en Brasil son un claro ejemplo: Banco Santander, Telefónica y Mapfre son los grandes valores españoles con más peso en el país, con un 25,2, 21,9 y 20,1 por ciento de su negocio total en la región, respectivamente. El banco pierde más del 5,7 por ciento en bolsa desde que el escándalo salió a la luz, mientras que Mapfre cae más del 6,5 por ciento. Telefónica aguanta mejor y cede en torno a un 1 por ciento en ese periodo.
-
La política monetaria ha sido durante los últimos años uno de los factores más decisivos en la mente de los inversores. En 2016 el foco se movió hacia la incertidumbre política debido al Brexit y, posteriormente, las elecciones en Estados Unidos. Sin embargo, los partidos populistas, nada amigos del mercado, han perdido peso en la agenda de los inversores tras cosechar pobres resultados en Holanda y, sobre todo, en Francia