Esto ha devuelto a Draghi y al Banco Central Europeo -BCE- a la primera linea de interés, ya que se acerca el momento en el que la entidad va a tener que tomar una decisión sobre el rumbo de su política monetaria: a pesar de su prudencia, el BCE ya empieza a admitir la mejora de la economía europea, aunque no está totalmente convencido de la robustez de la inflación. Con todo, el momento en el que la entidad dé pistas claras sobre el fin del programa de compras de deuda -QE-, y sobre el momento de subir tipos, podría generar turbulencias en las bolsas, acostumbradas al apoyo de la entidad