En los inicios del aprendizaje hay una etapa que la mayoría atravesamos, en la que pensamos que ya estamos preparados para ejercitarnos con posibilidades de tener éxito. Será una cuestión de valía -pensamos-. Sin embargo, cuando comenzamos a tratar de ganarle dinero al mercado parece que el movimiento del precio se dirige como una serpiente a por nuestras posiciones. A devorarlas.

Son esos los momentos en los que se mira al mercado, al movimiento del precio, como a un agresor.

Transcurren los días y nos vemos a nosotros mismos aparentemente capacitados. Tenemos bastante conocimiento, tenemos bastante práctica, y sin embargo, no hay forma de sacarle dinero al mercado (de forma constante)

Al finalizar las operaciones, o tras una jornada de trading, nos damos cuenta de aquello en lo que hemos errado, lo cual era aparentemente obvio. Siempre hay algo aparentemente obvio (a toro pasado) pero las nuevas operaciones siguen fallando.

Si todos usamos trazados similares en los gráficos, o leemos al mercado de formas más o menos similares, no es complicado intuir dónde hemos entrado los pequeños traders, y a dónde hay que ir a barrer stops. Seguro que todos lo sabríamos.

Por otro lado, y después de uno o más barridos, suele darse una ocasión en la que el precio lleva mucha fuerza, y se lanza contra uno u otro sentido para no volver en bastante tiempo. Ese es el movimiento que todos buscamos. El movimiento definitivo. El movimiento que define la dirección.

Normalmente la mayoría de nosotros sabemos la tendencia principal del activo, pero concretar esto en una operativa eficiente económicamente es muy difícil. Precisamente porque se suceden muchos movimientos previos que despistan, hasta que llega el que mueve el precio del activo hacia uno u otro lado.

A toro pasado no parece complicado argumentar y justificar los movimientos que se han producido, pero previamente la visibilidad es bastante borrosa. El problema operativo de un trader vendría a decir esto: “creo tener clara la dirección del movimiento del activo, pero no estoy seguro de qué punto sería el más apropiado para entrar en el mercado, incurriendo en el menor riesgo posible, y manteniendo una alta probabilidad de no ver barrido mi stop”.

Se podría dividir de la siguiente forma:

Observador del mercado: las grandes manos y las instituciones compran y venden. Las fuerzas chocantes generan patrones en el movimiento del precio. Debido a que el ser humano repite sus acciones una y otra vez, los patrones que se generan se repiten casi constantemente en el tiempo, lo cual nos da ventaja al contar con altas probabilidades de acertar el movimiento a grandes rasgos. Si me siento a observar el mercado, sin presión de tener que entrar dentro de él, puedo determinar cuál va a ser la dirección que va a tomar, es decir, cuál es su tendencia.

Oportunista del mercado y no jugador: aunque puedo haber determinado cual va a ser la dirección que va a tomar el mercado, ya que interpreto que unas fuerzas están superando a las opuestas, entre medio se producen muchos movimientos aleatorios que generan confusión, y en muchas ocasiones “atrapan” nuestra mente y la invaden de sensaciones (las conocidas como miedo malo, avaricia, inseguridad, etc.) Los patrones se repiten pero no se llevan a cabo con un tiralíneas perfecto; es decir, los dibujos y figuras “de manual” nunca se producen de forma limpia.

Tengo que establecer una forma de pensar, que se convierta en hábito, mediante la que mi trading se lleve a cabo con una mentalidad oportunista. Es decir, en el momento en que los movimientos “normales” fallen por algunos momentos, es en ese momento donde el mercado me ha dado una oportunidad de entrada.

Supongamos que estamos operando un rango lateral, que se ha formado en un activo con tendencia alcista. El mercado me da una oportunidad cuando el precio se sale momentáneamente por debajo del soporte, para la mayoría de veces volver a entrar dentro del rango. La entrada al mercado en ese momento nos suele asegurar que nuestro stop nunca va a ser barrido si la dirección alcista se mantiene (como es más probable)

De otro modo, si nos convertimos en “jugadores” en vez de oportunistas del mercado, nuestro stop puede ser barrido muchas veces, al habernos ceñido a entrar y salir del mercado cuando lo dicen los manuales, aunque la dirección por la que apostábamos fuese la correcta.

Las grandes manos conocen nuestra psicología, y se saben aprovechar de ella. Pocos traders entrarían en esa rotura de rango a la baja de un activo (alcista). Habrá quien e incluso cambie de plan sobre la marcha y entre a la baja.

Fuerza mental: ser muy paciente es más bueno que malo en este caso. El comportamiento anterior exige haber testeado un número relevante de veces que esta forma de pensar nos hace ganar más que perder, para poder creer en ella, y quitarnos los miedos. Eso sí, es muy dura mentalmente en los inicios, y requiere de ejercitar intensamente la paciencia durante meses.