En materia de mercados e inversiones, los conocimientos técnicos son indiscutiblemente muy importantes. Sin embargo, no alcanza con comprender las fórmulas matemáticas y saber interpretar los indicadores económicos. Cuando tomas decisiones de inversión, resulta fundamental aplicar una mentalidad adecuada.

Las decisiones de inversión siempre deben tomarse mirando hacia el futuro, compras o vendes determinado activo en función de lo que esperas que va a suceder en el futuro. Según tu horizonte temporal, es posible que estés pensando en los próximos años, meses, días o incluso segundos. Más allá de esta diferencia, siempre estarás pensando en el futuro.

La mayoría de las personas coinciden en que el futuro no puede predecirse con exactitud, al menos no en temas de economía y mercados financieros, en los cuales influyen una enorme cantidad de variables. Estas no son solo cuestiones económicas y fundamentales, sino que aspectos como el ánimo generalizado del mercado tienen un impacto central en las fluctuaciones de precios, y resulta casi imposible predecir con exactitud de que manera van a jugar las cuestiones psicológicas y las expectativas cambiantes en los movimientos de mercado.

Los estudios estadísticos son concluyentes al respecto. En general, economistas y analistas financieros están muy lejos de poder pronosticar con precisión la marcha de las variables importantes a largo plazo. Esto se debe a la propia naturaleza de los mercados, los cuales son inherentemente impredecibles.

Si bien esta mirada es ampliamente aceptada, muchos operadores suelen perderla de vista a la hora de tomar decisiones en los mercados. Cuando analizas las perspectivas de un activo, estás siempre analizando diferentes probabilidades, nunca puedes tener certeza al respecto del futuro.

Las decisiones de inversión se toman en base a variables pasadas, como el crecimiento de ventas de una empresa, el éxito de sus productos o el gráfico de precios del activo en cuestión. Esta información puede ser claramente valiosa para pronosticar sus posibilidades futuras, pero de ninguna manera garantiza un resultado determinado.

Aunque tengas sólidos motivos para tomar una decisión determinada, debes tener en cuenta que tus fundamentos de inversión implican mayores probabilidades de certeza, pero ninguna garantía. Los profesionales más avezados y exitosos a largo plazo son quienes comprenden acabadamente este principio y operan en forma consistente

Una buena manera de comprender cómo funcionan los retornos en un mundo probabilístico es pensar en los resultados de inversión en términos de un proceso continuo. Si tomas buenas decisiones con sólidos fundamentos, obtendrás resultados satisfactorios a lo largo del tiempo, pero el resultado de una operación en particular puede variar en función de una amplia cantidad de cuestiones.

Por ejemplo, en base a la performance financiera de una compañía puedes llegar a la conclusión de que las acciones están subvaluadas y por lo tanto tomas una posición de compra en ese activo. Aún cuando tu análisis fue acertado, puede suceder que los retornos sean decepcionantes debido a una variable que no tuviste en cuenta, por ejemplo, la crisis de deuda en Grecia golpeó a los precios de las acciones en general, y también afectó negativamente al activo en cuestión.

Sobran los ejemplos a tener en cuenta, puedes pensar por ejemplo en los atentados del 11 de Septiembre de 2001 en Estados Unidos, la quiebra de Lehman Brothers o el terremoto y posterior tsunami que afectaron a Japón en 2011. Los factores económicos, políticos, militares y naturales influyen permanentemente en los mercados, y en muchos casos lo hacen en forma completamente impredecible.

Esto significa que debes estar preparado ante la eventualidad de que los precios se muevan en contra de tu posición. Nunca compramos pensando que un activo va a bajar de precio, en general tomamos una posición de compra cuando tenemos una tesis alcista sobre el activo. Sin embargo, es muy importante tener un plan de acción para limitar los riesgos en caso de que las cosas no vayan como se espera.

En situaciones de stress y con los mercados en contra, nuestras emociones suelen jugarnos una mala pasada a la hora de decidir con claridad y objetividad. Por eso, es mejor tener un plan diseñado de antemano en caso de movimientos adversos de precios.

El plan puede ser de cortar las pérdidas, esperar, o incluso incrementar posiciones. Esto va a decidirse en función del estilo del operador, su horizonte temporal y su tolerancia al riesgo, entre otras consideraciones.

Más allá de esto, lo importante es saber que nunca puedes controlar 100% los resultados en los mercados, por lo tanto debes estar preparado para asumir que muchas operaciones no van a salir como lo esperas y contar con un plan de acción bien definido para estos casos.