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A pesar de que la salida a bolsa de su petrolera nacional está en punto muerto, Arabia Saudita mantiene su proyecto de reducir su dependencia del petróleo y orientar su economía hacia las nuevas tecnologías, gracias a las inversiones de su fondo soberano.

El objetivo del Fondo Público de Inversión (PIF) era recaudar miles de millones de dólares gracias a la privatización de Aramco, la petrolera nacional, y financiar así la transformación económica del país del Golfo, el principal objetivo del joven príncipe heredero saudita Mohamed Bin Salmán.

Pero a la espera de que Aramco salga a bolsa, el fondo ha tomado medidas extraordinarias para conseguir liquidez y poder financiar sus inversiones en sectores distintos del petróleo como las nuevas tecnologías.

"Gran parte del ambicioso plan económico y social para diversificar la economía, reactivar el sector privado y crear empleo para los jóvenes depende del PIF, la clave del crecimiento económico", explica Karen Young, del Arab Gulf States Institute de Washington.

"La búsqueda de recursos para alimentar el PIF se ha convertido en una prioridad económica nacional", indica Young en una nota.

Cuando se anunció la salida a bolsa de Aramco, en 2016, los dirigentes sauditas esperaban generar 100.000 millones de dólares, partiendo de una valoración de la petrolera en 2.000 millones de dólares, una cifra que muchos expertos creen exagerada.

El ambicioso objetivo del fondo soberano es crecer desde los 230.000 millones de dólares actuales a más de dos billones en 2030.

Pero el posible fracaso de la introducción a bolsa de Aramco está llevando al PIF a promover inversiones en compañías como Uber o en un proyecto de megaciudad en el mar Rojo, estimado en 500.000 millones de dólares.

El fondo también ha invertido en la compañía de turismo espacial Virgin Galactic y anuncia inversiones millonarias en otros proyectos gestionados por SoftBank y Blackstone.

- "Gastar para crecer" -

Sin embargo algunos analistas tienen dudas sobre esta estrategia de "gastar para crecer" porque parece apostar por proyectos espectaculares en detrimento de inversiones más seguras y rentables a largo plazo.

"El modelo de inversión del PIF se parece mucho al de un fondo de capital-riesgo y es preocupante para un fondo que necesita generar rendimientos regulares a largo plazo", asegura a la AFP Ellen Wald, autora del libro "Saudi Inc".

Desde 2016, el PIF se ha comprometido en inversiones externas por valor de 95.000 millones de dólares, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), entre ellas participaciones en empresas tecnológicas de riesgo como Tesla (coches eléctricos).

"Las inversiones en compañías tecnológicas no transformarán la economía de Arabia Saudita ni diversificarán las fuentes de ingresos de una economía" dependiente del petróleo, afirma Ellen Wald.

El fondo no respondió a la demanda de comentarios de la AFP.

"El aplazamiento de la introducción en bolsa [de Aramco] implica que la diversificación económica tendrá que o bien reducirse o bien financiarse con una emisión de deuda pública directa o indirecta más elevada", dijo el lunes la agencia de calificación financiera Moody's en una nota.

El año pasado el PIF contrajo un préstamo de 11.000 millones de dólares en varios bancos internacionales para financiar sus planes de transformación económica, según datos de la consultora Al Rajhi Capital, con sede en Riad.

"Si el PIF quiere llevar a cabo sus ambiciosos planes (...) necesita más financiación", indica el FMI.

Las ambiciones del fondo también se han visto frenadas por los temores de los inversores extranjeros tras la crisis diplomática entre Canadá y Arabia Saudita, que expulsó al embajador canadiense por criticar la situación de los derechos humanos en el país.