No hay nada peor que encontrarse con un problema en el embrague de nuestro coche. Un problema que incluso en garantía puede suponernos una costosa reparación, en tanto no siempre la marca se hará cargo de la avería. Un aciago día te encuentras con que las marchas no entran correctamente, quizás de forma brusca; con un resbalamiento inusual al engranar las marchas, que puede diagnosticarse al comprobar que momentáneamente el coche se revoluciona excesivamente sin ganar velocidad; que un olor, similar al de un animal muerto, penetra en el habitáculo; o incluso con que tu coche ha dicho basta, no engrana marchas y no puede moverse de su sitio. Son problemas que pueden (aunque no necesariamente) evidenciar una avería del embrague de tu coche. Problemas que por desgracia son muy comunes, aunque fácilmente evitables si seguimos unos buenos hábitos al volante.

Una avería del embrague, además de costosa, a menudo es difícil de cubrir mediante la garantía de nuestro coche. Aunque los problemas de fábrica existen, es muy común que las garantías no cubran la avería por ser un elemento sujeto a desgaste.

Una avería en el embrague suele ser un motivo de conflicto muy habitual entre clientes y marcas. Los embragues, por la fricción y el estrés que sufren durante la conducción, son elementos sujetos a desgaste y, por lo tanto, muy delicados a la hora de recurrir a la cobertura de nuestra garantía. No vamos a entrar en una descripción técnica del embrague de un cambio manual, para no enredar más, basta con la comprensión de que es un conjunto de piezas que intermedia entre el motor y las ruedas, para transmitir el movimiento sobre estas últimas.

Los embragues, como cualquier otro componente de nuestro coche, pueden desfallecer prematuramente debido a un problema de construcción, un fallo de fábrica. Pero como ya os decíamos, las averías por un uso inadecuado, en ocasiones por un mal hábito, son demasiado comunes. Y los fabricantes también se van a agarrar a cualquier indicio que evidencie que ese fue el problema para evitar costear la reparación. ¿Qué malos hábitos pueden destrozar el embrague de tu coche?

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1. Apoyar el pie en el pedal del embrague. Puede que te resulte ridículo que esto suceda. Pero creedme, sucede. Cualquier coche con cambio manual, por pequeño que sea, tiene espacio suficiente para que nuestro pie izquierdo repose en el suelo, o sobre un pequeño abultamiento – un reposapiés – a la izquierda de los pedales. Aunque por alguna extraña razón te resulte más cómodo tener cerca tu pie izquierdo del embrague, o incluso encima de este, siempre que no estés engranando una marcha deberías tenerlo apoyado en su correspondiente reposapiés. Y sobre todo, jamás de los jamases, deberías apoyarlo en marcha sobre el pedal del embrague. Incluso el mínimo toque con el pedal puede generar fricciones que en unos pocos kilómetros destrocen por completo el embrague de nuestro coche.

2. No pisar a fondo el pedal del embrague.
Tan dañino para nuestro embrague es pisar el pedal ligeramente cuando no debemos, como no pisarlo a fondo cuando engranamos marchas. De nuevo estaríamos sometiendo al conjunto de la transmisión a fricciones que pueden hacer que un embrague dure mucho menos de lo que debería. Asegúrate de que tu asiento está bien ajustado longitudinalmente, de manera que puedas pisar a fondo el pedal del embrague sin que te resulte incómodo. Piensa que en 1.000 kilómetros de conducción urbana cambiaremos de marcha cientos, o incluso miles de veces, y que cada vez que engranemos una marcha sin pisar bien el embrague, aunque entre sin “rascar” demasiado, estaremos acortando la vida del embrague.

3. Soltarlo demasiado rápido. Por la misma razón que no pisar a fondo el pedal para cambiar de marcha es dañino para nuestro embrague, soltarlo demasiado rápido, o hacerlo de manera desacompasada con nuestro movimiento de mano derecha sobre la palanca de cambios, genera un estrés y fricciones innecesarias en el embrague.

4. En las detenciones, por ejemplo semáforos, mejor desengranar marchas y punto muerto.
Aunque no sea el hábito más dañino para nuestro embrague, mantener pisado el pedal cuando nos detenemos en un semáforo también añade un estrés innecesario al embrague, y genera fricciones (si no mantenemos el pedal completamente pisado durante todo el tiempo) que a la larga pueden provocar un desgaste prematuro del disco. También se produce un desgaste innecesario de cableados y muelles.

Lo ideal es que en los semáforos, o mientras esperas detenido por cualquier otra razón, te mantengas en punto muerto, con la marcha desengranada y, por supuesto, sin pisar el embrague.

Este hábito también es interesante en los automóviles modernos por otra razón, el uso del Start & Stop. Este sistema, que está concebido para ahorrar combustible, solo detiene el motor cuando desengranamos la marcha y soltamos el embrague.

5. No controlar el famoso “punto de embrague”. Todos los que hemos aprendido a conducir – con un coche manual – nos hemos enfrentado alguna vez a este problema, el de salir en una pendiente ascendente pronunciada. El conductor ha de tener un control absoluto del punto del recorrido del embrague en el que soltar el freno y pisar el acelerador, y hacerlo de la forma más rápida, pero a la vez suave, que sea posible, para evitar que el coche se cale, y que el embrague se mantenga excesivamente a medio recorrido, con la correspondiente fricción que puede acortar su vida útil.

Si el habitáculo se inunda de un olor similar al de un animal muerto, es muy probable que no hayamos realizado bien el proceso, y estemos quemando el embrague. Todo conductor debería controlar esta técnica, sin excepción. Y no evitar las pendientes ascendentes por no controlarlo (que es algo muy común en algunos conductores), puesto que nunca puedes prevenir del todo si en tu camino vas a tener que detenerte en una pendiente muy pronunciada.

Aunque para muchos sea una solución, tampoco me parece recomendable la técnica que utilizan algunos conductores que no controlan bien el “punto de embrague” de apoyarse en el freno de estacionamiento, de mano, para salir con mayor facilidad evitando el cambio del pie derecho entre el pedal de freno y el acelerador. Por suerte para muchos conductores, en los coches modernos es cada vez más común que exista un sistema que ayude en las salidas en pendiente evitando que el coche se descuelgue hacia atrás durante unos instantes, lo suficiente para que aceleremos y reanudemos la marcha.