Cualquier persona que por estos días viaje en metro por Buenos Aires, transite las calles cercanas a un colegio secundario o las inmediaciones del Congreso de la Nación, se cruzará seguro con un lienzo de color verde: el pañuelo de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
La “ola verde” –el movimiento en favor del aborto no punible– se ha convertido en una marea que se expande por toda la Argentina y se ve con mayor presencia en los grandes centros urbanos. No es para menos: el debate y el voto a favor de la despenalización del aborto de la Cámara de Diputados, conseguido el 14 de junio, luego de veintidós horas de debate y meses de campañas y movilizaciones, es una conquista del movimiento de mujeres que desde hace años viene ganando peso en las calles, las redes y la agenda pública. La ocupación callejera y la presión ejercida por la multitud congregada alrededor del Congreso fueron claves para la media sanción.
El Proyecto para la Interrupción Voluntaria del embarazo, que despenaliza el aborto hasta la semana catorce, se aprobó con 129 votos a favor, 125 en contra y una abstención. Durante casi un día los alrededores del Congreso de la Nación estuvieron divididos por un corredor central que separaba a los grupos conservadores, llamados antiderechos, de las miles de mujeres y activistas prolegalización. El grito de las mujeres, quienes habían pasado la noche en vigilia esperando el resultado de la votación, resonó en las calles: hubo ansiedad, emoción y llanto.
Argentina es el único país de la región donde anualmente y desde hace más de 32 años se celebra un Encuentro Nacional de Mujeres. Se trata de un espacio de discusión donde se reúnen mujeres autoconvocadas –cada vez son más– para discutir en formato asambleario sobre sus problemáticas: trabajo doméstico, violencia, relaciones de pareja, sexualidad, maternidad, aborto. El pañuelo verde que hoy cuelga de carteras, cuellos y muñecas se vio por primera vez en el Encuentro de Mujeres realizado en la ciudad de Rosario, en 2003. Por entonces era muy difícil imaginar que algún día el aborto se debatiría en el Congreso de la Nación; todavía estaban por suceder episodios fundacionales en el movimiento de mujeres de Argentina.
En 2015 surgió el movimiento #NiUnaMenos con el propósito de reclamar al Estado respuestas urgentes ante la violencia contra las mujeres. Fue un grito unificado que recorrió el mundo y se replicó en varios países. En los últimos años, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, ha sido una fecha de protesta en Argentina, con marchas, manifestaciones y la realización del Paro Internacional de Mujeres. Junto a los encuentros, estas movilizaciones fueron ganando magnitud y lograron colocar nuevos temas en la agenda pública, entre ellos, el aborto.
A fines de 2017 el presidente Mauricio Macri habilitó el tratamiento del tema en el Congreso de la Nación, a pesar de manifestarse públicamente “a favor de la vida”. De este modo se daba lugar, por primera vez en la historia, al debate de un proyecto que la Campaña ya había presentado ante el Congreso durante seis años consecutivos, sin lograr reunir el apoyo suficiente para ser discutido. Durante esos años, lo que seguía en pie era la voluntad de cientos de activistas y organizaciones decididas a lograr que, más tarde que temprano, el aborto fuera legal en Argentina.
El lienzo triangular que identifica a la Campaña tiene la misma forma que la insignia blanca utilizada por las Madres de Plaza de Mayo, quienes usaban el pañuelo en sus cabezas durante las rondas en reclamo por la aparición con vida de sus hijos secuestrados clandestinamente, durante la última dictadura militar. La Campaña adoptó el pañuelo y lo resignificó: los derechos de las mujeres son parte de los derechos humanos. Sobre el color verde hay dos teorías: una que indica que “era el tono vacante” y otra según la cual el verde representa la esperanza de una vida mejor para todas las mujeres.
Ante la creciente presencia en las calles de pañuelos verdes, los grupos conservadores y antiderechos hicieron su propio lienzo: uno de color celeste –como la bandera nacional– que lleva impresa la leyenda: “salvemos las dos vidas”.
Durante el debate en el Congreso, los argumentos en contra de la despenalización se centraron en tres argumentos: garantizar el derecho a la vida del niño por nacer; la idea de que el aborto "es un asesinato” y que la mujer que aborta sufre traumas de por vida y hasta puede llegar a padecer consecuencias físicas irreversibles. También se escucharon exposiciones de diputados en las que se comparó al embarazo de una mujer con el de una perra y el desarrollo de un feto con el de un marsupial. Mientras todo esto sucedía, los grupos antiderechos que se congregaron en las calles aledañas al Congreso tuvieron una performance cargada de patriotismo y escenas litúrgicas: cantaron el himno nacional, rezaron en conjunto y hasta hicieron una ecografía en vivo.
Entre el 10 de abril y el 31 de mayo, los martes y jueves, se realizaron audiencias informativas en la cámara de Diputados, donde se expusieron posturas a favor y en contra de la legalización del aborto. Participaron más de 700 expositores y todos tuvieron la misma cantidad de tiempo para su disertación: siete minutos. Expusieron académicos, profesionales de la salud, actrices, defensores de los derechos humanos y religiosos. Las audiencias fueron transmitidas en vivo por algunos canales de televisión y por Youtube. El tema mantenía en vilo a la sociedad: hubo más de un millón de entradas durante los dos meses y medio que duró el tratamiento parlamentario. En la madrugada del debate, más de 40 mil personas seguían en vivo la sesión que tenía lugar en la cámara. Al momento de la votación –horario laboral en Argentina– los usuarios conectados llegaban a 75 mil. Las redes sociales proporcionaron información y animaron debate. El equipo de Economía Femini(s)ta, por ejemplo, abrió una planilla de cálculo online llamada “el poroteo” (por la expresión “contar porotos”, frijoles) para llevar la cuenta de los votos a favor y en contra del proyecto.
Según un informe del 2012 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 97% de los abortos en África y 95% en América Latina son considerados inseguros. Con excepción de Uruguay, la capital de México y Cuba, los países de la región oscilan entre la prohibición absoluta del aborto (con penas de prisión para quienes lo practican) y la prohibición con algunas pocas excepciones. Pero si finalmente el aborto se legaliza en Argentina, el panorama regional podría comenzar a cambiar. Por lo pronto, en México, Perú, Colombia y Chile se han echado a andar campañas por la legalización. El primer paso fue la elección de un color distintivo para los pañuelos, como los lienzos verdes que por estos días se ven en todos los rincones de Buenos Aires.
La iniciativa irá ahora al Senado, en donde puede recibir la sanción definitiva, ser modificada o rechazada de plano. Los pronósticos para la etapa actual son optimistas: la ley podría llegar a la cámara alta en los próximos dos meses y, una vez allí, obtener un dictamen favorable.
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