Seguramente, los cardiólogos no vean con buenos ojos los vaivenes del bitcoin. Eso de caer en picado o subir como la espuma sin motivo aparente no es bueno para el corazón de los inversores, ni para la salud de sus cuentas corrientes. No en vano, cada vez son más los economistas que recomiendan a los pequeños inversores y a los traders novatos que se alejen del bitcoin (y de las criptomonedas en general) como si de un invento demoníaco se tratara. Entonces, por qué tanta gente invierte en bitcoin, a pesar de los peligros que supone la extrema volatilidad de la madre de todas las criptodivisas.
La realidad es que la creciente masa de inversores inexpertos que invierte en bitcoin espera ganar dinero rápido y en cantidades industriales, aprovechando tanto los bombazos al alza como los descalabros que llevan a la divisa de Nakamoto a arrodillarse frente al dólar cientos de pips en cuestión de minutos.
La presencia inestimable de los especuladores
Desde que las criptomonedas aterrizaron en la jungla bursátil, los especuladores han ido marcando las cartas con las que jugaban los que creían (y siguen creyendo) que el bitcoin subiría hasta el infinito y más allá. Esto no quiere decir que exista una brecha bélica entre los que apuestan por el bitcoin a largo plazo y los especuladores a corto plazo, o los day traders, que abren multitud de operaciones sin importarles la dirección del criptomercado. Eso sí, la posibilidad de aprovechar las subidas y las caídas para ganar dinero puede terminar molestando a los que gustan de esperar que la cotización suba poco a poco, con correcciones asumibles.
También es cierto que el perfil hormiguita no casa mucho con este tipo de instrumentos, pero, oiga, cada uno es libre de tirarse a la piscina que más le apetezca. Las oportunidades para el especulador ávido de riesgo son muchas, aunque cabe destacar que la mayoría de los inversores que se han hecho millonarios con el bitcoin se subieron al carro antes de que se activara la montaña rusa. De hecho, casi la totalidad de los traders que se han zambullido en el mar de las criptomonedas a ola pasada han terminado mareados, sin saber hacia dónde se dirige la corriente. Y ese es el problema para los inversores que se suman a la fiesta del bitcoin, inflando la burbuja más si cabe, que el oleaje es impredecible.
La fuerza de los believers del bitcoin
Con este panorama, es normal que los entendidos no paren de repetir que el bitcoin es agua pasada, que no tiene valor a largo plazo, que está bien para especular, pero que no merece la pena invertir. A pesar de estas y otras profecías apocalípticas, lo cierto es que, frente a la horda de especuladores dispuestos a exprimir las aventuras y desventuras del bitcoin, existe un bloque de inversores esperanzados. En general, se trata de aquellos que ahora cuentan millones porque prefirieron ahorrarse una tarde de tapas para comprar un puñado de bitcoins, pero hay quien intenta emularlos con los números en contra.
Evidentemente, ahora hay que olvidarse de tapear durante varios años para tener alguna oportunidad de hacerse millonario en la próxima década invirtiendo en bitcoins, y solo si se cumplen las expectativas de Saxo Bank. El problema es que las predicciones de la entidad danesa veían la luz en un momento de euforia generalizada en el que el bitcoin se escribía con cinco cifras y tenía buena prensa. Todo indicaba que la criptomoneda más popular del ciberespacio, esa que dejaba al oro a la altura del betún, terminaría convirtiéndose en el método de pago universal más allá del mundo digital.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces, pero todavía hay believers del bitcoin que ven en la criptodivisa un valor refugio, la forma de pago del futuro y una oportunidad de inversión a largo plazo. De hecho, estos esperanzados inversores, junto los especuladores, son los que forman los pilares fundamentales del bitcoin como activo bursátil. Dos caras de la misma criptomoneda, entre la avaricia y la esperanza, flotando sobre una burbuja que podría explotar más pronto que tarde, o seguir hinchándose hasta decir basta. El tiempo y los números dirán qué camino sigue el bitcoin, pero, de momento, le quedan muchos bolsillos que llenar.