Es muy fácil decir “si te caes 7 veces te levantas 8 “ y listo. Fácil de decir pero no de hacer.
Llega una etapa en tu vida como trader en la que parece no haber salida, incluso piensas en abandonar.
El trading es un oficio muy psicológico. Lees muchos libros sobre consejos y experiencias de los demás pero cuando te toca vivirlo de cerca, en tus propias carnes, la cosa cambia.
No es lo mismo que te lo digan a que te pase. No se parece en nada ni por asomo.
He tenido abundantes pérdidas en mi carrera, pérdidas que casi me eliminan del mercado totalmente, especialmente en una ocasión en la que recuerdo mi máximo pico de concentración para evitar una muerte segura como trader. Fue impresionante. Estaba muy apalancado y con posiciones largas en el futuro del Ibex pero este no paraba de bajar y bajar.
En un punto tuve que tomar la decisión de desprenderme, con pérdidas, de parte de los contratos para que las garantías que me pedían y más posibles bajadas de la cotización no me dejasen fuera de juego definitivamente. Lo hice justo en un soporte clave. Si este era traspasado, adiós. Funcionó y justo en ese soporte, el Ibex comenzó a recuperarse. Luego me lamentaba de la venta de parte de los contratos, pues si no los hubiese vendido habría recuperado el dinero en poco tiempo, pero claro, la presión a la que te ves sometido en ciertas situaciones hace que hagas lo lógico y lo lógico en aquel momento era vender la mitad de los contratos pues a poco que bajara, el margin call era seguro.
Las estrategia salió en parte bien ya que recuperé el dinero suficiente para seguir operando pero las secuelas fueron importantes.
La escala de sentimientos y emociones que experimentas en estas situaciones extremas sólo las sabe el que pasa por ellas. Por mucho que se expliquen no es lo mismo que sufrirlas.
Es imposible describir el estado mental de ese momento, el estado de impotencia, de abatimiento, sensación de que todo se acaba, que te quedas sin dinero, que empiezas de cero, que ya no puedes hacer más operaciones porque te quedas sin nada en la cuenta, la autoestima por los suelos, estado de humildad y sumisión, necesidad de estar con un ser querido como el niño que pide cobijo en el colo de su madre. En fin, muchos sentimientos que sólo leídos parecen inverosímiles, y sin irme ya al estado físico de dolor de estómago, de cabeza, confusión, sofocos, sudores…
Tuve que pasar varias situaciones parecidas a esta, aunque no tan trágicas, para obligarme a poner un stop-loss en todas mis operaciones y a controlar el número de contratos que ponía en “juego” adaptados a la cantidad total de dinero en mi cuenta.
A partir de ahí comencé una nueva etapa. Había pasado por la necesaria y aburrida fase de la gestión del riesgo y del dinero.
A partir de aquí ya me adentré en otros terrenos peligrosos como la manera de entrar y salir (técnicas) y sobre todo, el pantano psicológico del que casi no salgo.
Una vez que me di cuenta de que el problema de que mi trading no funcionase era yo, comencé una dura lucha contra mí mismo. Sobre todo en el aspecto disciplinario. Soy muy distraído y pierdo rápido la concentración. Tratar de reeducar mi cerebro me llevó a un periodo de depresión.
Al eliminar todo lo que me gustaba hacer (que me distraía) por lo que debía hacer me dejó en un régimen de total disciplina que hasta llegó a cambiar mi carácter. Por lo normal suelo estar riéndome casi siempre, le quito importancia a las cosas, es muy raro verme enfadado y soy bacilón (de manera sana).
Pero la falta de resultados y la disciplina, sobre todo en los horarios, me llevó a ser más serio, demasiado responsable y ordenado. Pautas que en mi vida había experimentado. Esto lo llegué a extrapolar fuera del mercado por lo que mi familia notaba ese cambio en mi carácter, y eso no era lo que yo quería. Si no podía ser yo mismo siendo trader, no quería ser trader.
Sabía que debía mantener una disciplina. Sabía que si andaba saltando de una rama en otra no sería capaz de seguir el camino verdadero. Sabía que tenía que luchar contra mi mismo pero que también debía ser feliz si quería triunfar.
Así que entré en un período de depresión, (yo que por naturaleza soy super-optimista y perseverante…) que duró hasta que comprendí que estaba sufriendo una crisis. Y una crisis es un cambio, una adaptación a una nueva situación. Note que estaba a punto de superar otra fase. Me había desprendido de cosas que me gustaba hacer, sabía que también era temporal, así que tras un período de desgana, me levanté y puse los puntos sobre las íes.
Me había entregado al trading, había tratado de adaptarme a él y no funcionó, así que hice lo contrario. Adapté el trading a mi forma de ser.
Desde ese mismo momento vi la luz al final del túnel (y no era un camión con las luces encendidas en dirección contraria) era la salida.
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Había arriesgado mucho dejando mi trabajo fijo, un trabajo para toda la vida, y lo había arriesgado junto con mis ahorros por mi pasión, vivir del trading. Me había arriesgado a poner en riesgo el bienestar de mi familia, el apoyo incondicional de mi mujer. Tenía que confiar en mi, buscar la manera, buscar por caminos inexplorados por los que nadie antes había pasado, separar el ocio y la familia del trabajo, saber compaginarlo todo sin que ninguna de las partes sufriera. En suma, compensarlo todo para que funcionase con un reloj.
Si dedicaba más tiempo del necesario a una de las partes las otras se resentirían y eso no era lo que quería.
Quería disfrutar de mi pasión, el trading, quería tener tiempo para disfrutar de mi familia y tiempo para mi, para el ocio. Fueron muchas cosas las que deseché, fueron muchos los cambios en mi personalidad, normalmente me muevo en una linea recta pero en dicha depresión los altibajos emocionales se movían bruscamente al alza y a la baja, como la bolsa misma.
Y todo esto hasta que logré identificar mis prioridades, seguirlas para que ninguna de las partes sufriera. Traté de ser muy asertivo, de adaptar el trading a mi personalidad, de no poner vallas para controlarme como me parecía que me pedía el mercado, y noté que la fuerza para seguir renacía en mí, noté que era yo mismo, mis allegados también lo notaron, y me di cuenta que sólo un estado de felicidad me llevaría a triunfar.
La depresión es un estado mental y así como otros sentimientos pueden ser cambiables. Eso si, tuve que recurrir a otras técnicas que nunca pensé que tuviese que recurrir a ellas, pero es que el trading es un tronco con muchas ramas.
“El trading, el oficio más duro del mundo”