Veinte años después que Larry Page y Sergey Brin emprendieron la tarea de organizar toda la información en internet, la máquina de búsquedas que llamaron Google se ha vuelto una fuerza dominante en la telefonía celular, el video online, el correo electrónico, los mapas y tal vez mucho más.

Ese éxito espectacular lleva a reguladores y legisladores en el mundo entero a preguntarse si la empresa no se ha vuelto demasiado poderosa a medida que sus servicios ubicuos absorben información confidencial sobre los miles de millones de personas adictas a sus productos.

El motor de búsquedas de Google está arraigado como el portal de entrada principal a internet y su negocio de publicidad digital va camino de generar ingresos por 110.000 millones de dólares este año. Buena parte de ese dinero ingresa a través del sistema operativo Android de Google, utilizado en el 80% de los teléfonos celulares del mundo.

Google maneja también el sitio de video más grande, YouTube; el navegador de la web más popular, Chrome; el servicio de correo electrónico con mayor número de usuarios, gmail; y los mapas con que se orienta la mayoría de la gente.


No está mal para una empresa que comenzó hace 20 años con una inversión inicial de 100.000 dólares. Google y sus hermanas bajo el paraguas de Alphabet Inc. valen en conjunto 800.000 millones de dólares.

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Google se negó a hacer declaraciones para esta nota, pero ha señalado con frecuencia que sus productos, en su mayoría gratuitos, tienen tantos usuarios porque gustan a la gente.


El éxito de Google suele invitar a las comparaciones con Microsoft.

En 1998, cuando se fundó Google, los reguladores estadounidenses estaban tan preocupados por el poder de Microsoft a través de su sistema operativo Windows que empezaron a estudiar la posibilidad de obligarlo a dividirse. Aunque finalmente quedó intacto, la prolongada batalla con el gobierno estadounidense y los reguladores europeos maniató y distrajo a Microsoft, lo que dio impulso al surgimiento de Google y Apple.

Google podría correr la misma suerte.

“El gobierno tiene a Google en la mira”, dijo Ken Auletta, quien tuvo acceso a la empresa para escribir su libro de 2009 “Googled: The End of the World As We Know It” (Googleado: el fin del mundo tal como lo conocemos). “Esta empresa tenía cierto resplandor, pero está perdiendo la aureola”.

La semana pasada, Google provocó la ira del Congreso al negarse a enviar a Page o su actual director general, Sundar Pichai, a una comparecencia sobre la manipulación de los servicios de internet por Rusia en su injerencia en las elecciones estadounidenses. Los legisladores ofendidos acusaron a Google de “arrogancia”.

La Comisión Europea ha impuesto multas por un total de 7.800 millones de dólares al concluir que la empresa utilizó su motor de búsqueda para destacar sus propios servicios y empaquetó ilegalmente sus productos en Android.

Google niega haber cometido delito alguno, lo cual no ha impedido a los reguladores europeos indagar en otros posibles abusos. El presidente estadounidense Donald Trump y algunos reguladores plantean la posibilidad de iniciar nuevas investigaciones en los negocios y las normas de privacidad de Google cinco años después que la Comisión Federal de Comercio determinó que la empresa acataba las leyes en general.

En el presente, todo esto apunta a una compañía que podría tener que dedicar su tercera década de vida a proteger el imperio que construyó en las dos primeras.


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