Latinoamérica y el Caribe podrían finalizar 2018 con un crecimiento económico promedio del 1,5 por ciento a escala regional, pero sin resolver el elevado desempleo y los escasos efectos redistributivos de las políticas fiscales.

Distintas evaluaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sustentan la tesis anterior, a partir del análisis de coyunturas y de los problemas estructurales en el área.

Bajo el título 'La ineficiencia de la desigualdad', en mayo de este año el organismo demostró que la política fiscal predominante resulta insuficiente para reducir las asimetrías atendiendo a su composición y la cuantía de los ingresos.

Tras la aprobación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en 2015, la cuestión del financiamiento del desarrollo ha adquirido un papel central y, entre las fuentes alternativas sobresale la movilización de recursos internos, señaló la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, en un seminario sobre el tema en Santiago de Chile.

A juicio de la experta, tales ingresos continúan por debajo de su potencial, no solo por deficiencias en el diseño y la administración de los tributos, sino también, y principalmente, por la elevada evasión impositiva, tanto en el ámbito doméstico como internacional y por la existencia de cuantiosos gastos tributarios.

'Ampliar la base impositiva y mejorar el diseño del sistema tributario, fortalecer la administración de los impuestos y eliminar las vías para la elusión y la evasión fiscales, resultan tareas clave para mejorar el financiamiento del desarrollo sostenible y el crecimiento inclusivo en los países de la región', subrayó.

El informe 'Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe 2018', elaborado también por la Cepal, dio nuevas luces sobre la evolución histórica de las políticas en ese campo durante las últimas tres décadas y sus desafíos futuros.

De acuerdo con el documento, en 2015 la evasión impositiva condujo a la pérdida de 340 mil millones de dólares, solo contabilizando el dinero dejado de captar por los impuestos sobre la renta y al valor agregado (IVA), lo que representó un monto equivalente al 6,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del área en ese año.

El impuesto a la renta personal, consideró el estudio, continúa siendo el talón de Aquiles de los sistemas tributarios, con una recaudación regional promedio de 1,8 por ciento del PIB en 2015, comparada con el 8,4 por ciento del PIB para los estados miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

'Todo ello conduce a otro gran déficit a nivel regional: la escasa capacidad redistributiva de la tributación, con estructuras tributarias dominadas por impuestos indirectos regresivos', en una zona como América Latina que 'continúa siendo la más desigual del planeta a pesar de los avances logrados en esta materia durante la década pasada', dijo Bárcena en el prólogo del texto.

En opinión de la funcionaria de Naciones Unidas, el desafío de alcanzar desarrollo con igualdad plantea tres grandes problemas por resolver: 'la heterogeneidad estructural, que es la expresión de la cultura del privilegio a nivel del sistema productivo; la vulnerabilidad externa, que mantiene a la región altamente dependiente del contexto externo, y la enorme debilidad del Estado, la parte institucional que no nos permite avanzar'.

Según el 'Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2018', el repunte del PIB regional responderá fundamentalmente al mayor dinamismo de la demanda interna, en particular del consumo privado, y el modesto incremento de las inversiones.

Al igual que en años precedentes, el avance estará marcado por la heterogeneidad entre países y subregiones: América del Sur podría crecer 1,2 por ciento, Centroamérica 3,4 por ciento y el Caribe 1,7 puntos porcentuales, distinguió la agencia.

República Dominicana y Panamá, indicó, liderarán el crecimiento, con alzas del PIB de 5,4 y 5,2 por ciento, respectivamente, seguidos por Paraguay (4,4), Bolivia (4,3), Antigua y Barbuda (4,2), y Chile y Honduras (ambos con 3,9).