La Reserva Federal (Fed) incrementó su meta para la tasa de interés sobre los fondos federales 25 puntos básicos, a entre 2 y 2,25%. La decisión fue unánime entre los miembros del Comité de Operaciones de Mercado Abierto (FOMC). Ahora el debate al interior de la Fed es cuándo empezar a enfriar la economía norteamericana.
En el comunicado sugirió que continuará el tránsito hacia una postura neutral. La mediana de los pronósticos de los miembros del Comité de operaciones de mercado abierto sugiere que habrá otro incremento de la misma magnitud este año, tres más el año entrante y uno más el siguiente.
En general, se puede decir que la FED mantuvo una visión optimista sobre la economía de Estados Unidos, al indicar que espera un crecimiento superior al 3% este año, impulsado por un mayor consumo y una inversión más alta. La FED destacó igualmente la buena dinámica de la generación de empleo.
Como no hubo sorpresas, los mercados reaccionaron con serenidad: las bolsas estadounidenses subieron y los bonos de la deuda pública se valorizaron con moderación.
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Dentro del Comité de Operaciones de Mercado Abierto hay un debate sobre si la meta de la tasa de interés debería llevarse a la neutralidad (alrededor de 3%) o a una magnitud desestimulante (por encima de 3%).
Esto significa básicamente que la FED está discutiendo si se pasa al terreno del enfriamiento de la economía, un estado inédito prácticamente en la última década, pues desde la caída de Lehman Brothers en 2008, las tasas de interés y la impresión de dinero han sido la estrategia para enfrentar los enormes desafíos que generó la gran crisis financiera de ese año.
Los partidarios de llevarla a una tasa desestimulante argumentan que el crecimiento excede su tendencia de largo plazo, el mercado laboral está estrecho y la inflación fluctúa alrededor de la meta (2% anual).
Señalan además que los mercados financieros están en auge, los precios de los activos se han elevado de una manera notable y el endeudamiento de las empresas ha aumentado de un modo muy dinámico, por lo cual los riesgos para la estabilidad financiera se han acrecentado.
Los pronósticos medianos del Comité son un crecimiento de 3,1% en 2018, tres puntos básicos mayor que el de la anterior previsión; 2,5% en 2019 y 1,8% en 2020. De manera que la economía crecerá este año y el siguiente por encima de su tasa potencial de 2%.
El pronóstico mediano de inflación básica del FOMC es 2,1% este año y los dos siguientes, con lo cual se mantendría cerca de la meta (2%).
Su proyección mediana para la tasa de desempleo es 3,5%, por debajo de la de largo plazo 4,5%.
¿Y Colombia?
El incremento de la meta de la tasa de interés sobre los fondos federales y los pronósticos medianos de que continuará en ese rumbo, así como el debate de dónde detenerse, pueden presionar al Banco de la República a comenzar a subir su tasa antes de lo previsto.
En el mismo sentido pueden actuar las crisis monetarias de algunas economías emergentes, como Turquía y Argentina, así como la eventualidad de que otras, como Suráfrica y Brasil, pudieran afrontar inestabilidad cambiaria.
Como Colombia tiene todavía unos desbalances fiscal y externo cercanos al 3% del PIB y sus deudas pública y externa no se han estabilizado todavía, aunque deberán hacerlo a partir de este año, todavía tiene una vulnerabilidad moderada a los choques externos.
En esas condiciones, la estabilidad de la tasa de cambio puede verse afectada en alguna medida, por lo cual el Emisor podría verse forzado a subir el costo del dinero antes de lo previsto.
Por las mismas razones, el gobierno debe mantener su compromiso con el cumplimiento de la regla fiscal.
Quizá también por ello debe pensar con cuidado la posibilidad de que la ley de financiamiento suba la carga tributaria total, porque podría desestimular la dema
Todo indica que este no es el momento de aumentarla, sino de relajarla, como había prometido el Presidente Duque durante la campaña, para estimular la inversión. Recargar el mayor esfuerzo tributario en el IVA puede desincentivar el consumo. En general, si la ley de financiamiento es muy agresiva, podría afectar de manera adversa la confianza y generar incertidumbre.
Por eso sería mejor posponer los planes de gasto del Gobierno y cumplir las metas de la regla fiscal, sin tener que aumentar impuestos.
Otro frente de riesgo es el de la guerra comercial, que podría infligir daños al comercio y, por esa vía, a los balances externos de muchos países.
El aumento de tasas en Estados Unidos pone al mundo frente a una pregunta inquietante: qué tan rápido será necesario empezar a enfriar a la principal economía del mundo. Este interrogante tendrá respuesta mucho antes de lo que la mayoría piensa.