La alemana Sabine Lautenschläger, miembro del directorio del Banco Central Europeo (BCE), asegura que la institución mantendrá el próximo mes el plan de reducción progresiva de las medidas de apoyo a la economía, a pesar del freno del crecimiento y del riesgo que supone Italia.

"Ha llegado la hora de normalizar progresivamente la política monetaria", dijo Lautenschläger en una entrevista con AFP.

"Las informaciones más recientes son un poco inferiores a las anticipaciones pero el crecimiento económico continúa globalmente conforme a nuestras proyecciones", asegura, convencida de que la institución de Fráncfort alcanzará su objetivo de una tasa de inflación ligeramente inferior al 2%.

Por eso ahora toca "decidir poner fin a las compras netas en diciembre, como estaba previsto", declara.

La posición de Lautenschläger contrasta con la de los que piden aplazar el fin de las medidas de apoyo a la economía frente a los signos de desaceleración de la expansión económica en la zona euro.

Para el BCE se trata en particular de poner fin al programa de flexibilización monetaria, el llamado "QE", lanzado en marzo de 2015, que hasta diciembre inyectará 2,6 billones de euros en el mercado para comprar a los bancos deuda pública y privada.

El BCE espera que el dinero, una vez redistribuido en la economía, apoye el crecimiento y los precios.

A pesar del aumento de la incertidumbre en los últimos seis meses, relacionada con el Brexit y con las tensiones comerciales con Estados Unidos, Sabine Lautenschläger no ve "ningún elemento que pueda modificar ese guión en las próximas semanas".

El BCE decidirá del futuro de su política monetaria el próximo 13 de diciembre.

"Una prórroga del programa de compras netas de activos no sería muy benéfica pero acentuaría al contrario los efectos secundarios negativos", afirma Lautenschläger.

Más adelante el BCE decidirá "en función de lo que digan los datos" aumentar sus tasas de interés, actualmente en niveles mínimos, explica, y cree que el primer paso se dará en verano o en el otoño boreal de 2019.

Una vez terminado el QE, el BCE se convertirá en un gran actor del mercado, reinvirtiendo su stock de obligaciones que llegan a vencimiento.

ITALIA BAJO VIGILANCIA

El BCE también tiene que seguir de cerca la situación tensa en Italia.

La tercera economía de Europa, muy endeudada, está enfrentada a la Comisión Europea, que rechaza su proyecto de presupuesto, considerado demasiado deficitario, y la semana pasada Bruselas abrió la vía a posibles sanciones.

Aunque Sabine Lautenschläger, que también ejerce de supervisora europea de bancos (el Mecanismo Unico de Supervisión, MUS), no quiere entrar en ese debate, asegura que hay que "seguir la evolución del entorno macroeconómico en el que los bancos se mueven".

En general asegura que "el sistema bancario italiano ha reforzado su capacidad de resistencia" frente a las incertidumbres.

Sin embargo ni los bancos italianos ni otras entidades europeas han terminado de deshacerse de los préstamos que suponen un riesgo en sus cuentas. "Esta cuestión durará todavía varios años", advierte Lautenschläger.

Según datos del BCE en la zona euro hay unos 680.000 millones de euros en préstamos con retrasos en el pago.