A pesar de la euforia que muestra el gobierno argentino luego de la cumbre del G20, los nuevos datos económicos ilustran una economía en franco deterioro.

Excepto algún retroceso esporádico en la cotización del dólar, producto de una economía global con fuerte volatibilidad e incertidumbre y con crecientes tensiones geopolíticas (a pesar de aparentes calmas), cada nuevo número de la actividad económica es un duro golpe al gobierno de Cambiemos y sus aliados en las provincias.

No hay sonrisas ni galas del G20, ni "doctrina chocobar" posible, que pueda ocultar este derrotero, sin solución de continuidad bajo el comando del ajuste acordado con el FMI.


Ayer se conoció el valor del índice industrial de octubre, que muestra un nuevo desplome de la actividad del sector de 6,8 % interanual. De esta forma, continúa una tendencia recesiva en el sector, luego de que en septiembre la caída registrada haya sido de 11,5 %, una de las más grandes en seis años.

La tendencia es a que continúe en retroceso. Y ello tiene sus consecuencias profundas más allá de los fríos números. Despidos y suspensiones, menor creación de puestos de trabajo. Familias enteras con dificultades para llegar a fin de mes.

Si bien aún no se conoce el dato de empleo registrado de dicho mes (octubre) en la industria manufacturera, es sabido que en septiembre la rama fue la que mostró la caída en el empleo más pronunciada. Hubieron 40 mil empleos formales menos en comparación con el mismo mes de 2017, una caída de 3,4 %, la mayor en los asalariados registrados según las estadísticas de la Secretaría de Trabajo.


La Encuesta de Indicadores Laborales adelanta la situación de octubre, antes de conocerse los datos de registro, y anuncia que el retroceso de la actividad económica lógicamente se acompaña de más pérdida de empleos. Según dicha encuesta la industria en octubre retrocede otro 2,6 % en términos interanuales, y 0,4 % en relación a septiembre.

De acuerdo a los analistas Bour y Bermúdez citados en Clarin, “No está claro aún cuál será la profundidad del ajuste en la industria en los próximos meses, pero el piso de la contracción se encuentra en torno del 6% durante la segunda mitad de 2018”.

De conjunto, la encuesta de Trabajo señala una variación negativa de 0,3 % en el empleo formal en octubre. Asimismo, considerando los datos del SIPA, desde marzo a septiembre ya se perdieron 136 mil puestos laborales registrados.


Es que la economía ya entró formalmente en recesión. En septiembre cayó un 5,8 % interanual, al acumular dos trimestres de saldo negativo, según el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) publicado por el Indec.

Es la segunda recesión durante el Gobierno de Macri, y difícilmente se recupere el año próximo. Incluso el FMI en un escenario optimista habla de caída del PBI de 1,7 % para 2019.

Para el tercer trimestre del año, el combo entre la caída de puestos laborales, el desaliento laboral y la fuerte pérdida de poder adquisitivo de los salarios frente a la inflación aumentará sin dudas los niveles de pobreza.

Las propias políticas de ajuste fiscal (recorte en el Presupuesto 2019 de partidas de educación, salud, seguridad social) y monetario (altas tasas de interés y congelamiento de la base monetaria) con el fin de cumplir con los crecientes vencimientos de deuda, oscurecen el panorama económico. Sectores empresariales ya tienen dudas de la posibilidad de que el escenario hacia la segunda mitad de 2019 se recupere, como promete Macri de cara a una reelección del oficialismo.


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Estas recetas de déficit cero y endeudamiento nunca terminaron bien para los trabajadores y los sectores populares.

Pero al mismo tiempo, las perspectivas negativas de la economía evidencian la imposibilidad de que la simple "espera" hasta las elecciones pueda ser favorable para los sectores populares. Cada día que pasa es un punto en contra para las familias trabajadoras. La burocracia sindical ya fue cómplice de semejante ajuste, convocando apenas a paros y movilizaciones aisladas para contener el descontento.

Así también, es ilusorio pensar que la solución a la crisis de deuda a la que está conduciendo Cambiemos pueda solucionarse con una mejor negociación con el imperialismo y el FMI para reestructurar la deuda.

Algunos sectores del progresismo y el peronismo kirchnerista buscan alimentar la idea de que la solución es ganar las elecciones para iniciar un ciclo de crecimiento que permita ir pagando los vencimientos de deuda. Una falacia que olvida un aspecto central de la "receta" del crecimiento a tasas chinas de los primeros años de los gobiernos kirchneristas: el "trabajo sucio" del ajuste realizado a costa de un enorme saqueo y represión, en el marco del feroz ajuste realizado por Duhalde, que incluyó entre otras cosas el default de la deuda y una megadevaluación.

Es rompiendo el Acuerdo Stand By y dejando de pagar al FMI y a los especuladores el único camino viable para poner fin al curso del ajuste y empezar a sentar las bases de un gobierno independiente de los trabajadores. Solo sobre esta base será posible ppmer en pie una verdadera salida al curso de atraso y dependencia del país.