Otro elemento que agravó la sobrecapacidad energética, vinculado a la codicia capitalista, ha sido la prolongación del funcionamiento de centrales nucleares y estaciones hidroeléctricas que ya cumplieron su ciclo de vida útil, y cuyo uso continuado más allá de ciertos límites puede tener consecuencias muy graves para la seguridad de la población. Es el caso de la central nuclear de Santa María de Garoña (Burgos), que debía haberse clausurado hace 6 años. Para Iberdrola y Endesa es un negocio mantener abierta esta central. Hace años que su inversión está amortizada, de manera que todo lo que ingresan va a beneficios. Además, como luego veremos, el precio de generación del megavatio (Mwh) nuclear es de 20 euros, pero la ley les autoriza a cobrar el precio de generación del Mwh de la energía más cara del sistema, la de las centrales térmicas alimentadas con carbón, que sale a 50€ el Mwh. De manera, que sólo esta central nuclear deja a sus propietarios un beneficio de 150 millones de euros anuales.