Francois Botha hacía su trabajo, como todos los días, cuando de repente vio pasar un avión de combate militar.
"Juro que pude ver el blanco de los ojos del piloto", dice.
"De pronto, el sonido nos golpeó".
Ese cercano "encuentro" fue un recordatorio de que puede pasar cualquier cosa cuando estás trabajando con cuerdas, colgado a una altura de 50 metros de una torre de comunicaciones en una zona remota del suroeste de Escocia.
Francois cree que el avión pudo haber estado 20 ó 30 metros por encima suyo, pero fue un shock que estuviera tan cerca.
"Creo que solo estaba presumiendo de lo bajo que podía volar", dice.
Francois es muy consciente de los peligros de trabajar en altura.
Empezó a hacer este tipo de trabajo con cuerdas hace casi 20 años, después de un breve período como guía en Sudáfrica.
Con 42 años de edad, dice que es escéptico de cualquiera que diga que no tiene miedo cuando se pone su equipo por primera vez y mira desde el filo de un edificio de 20 pisos.
"Incluso después de todos estos años de trabajo en altura y escalando, todavía tengo ese miedo inherente a caer; simplemente no quiero hacerlo", afirma.
"Lo que me hace sentir un poco más relajado es que sé que cualquier proyecto en el que estoy trabajando ha sido meticulosamente planeado, sé que el equipo ha sido inspeccionado y está en buenas condiciones".
Paul Smith tampoco es ajeno al peligro.
Fue comandante de la sección de francotiradores en el Black Watch (el batallón de infantería del Regimiento Real de Escocia), y sirvió en Irak, Kosovo y Bosnia, antes de dedicarse a su nueva carrera.
En estos días, se puede encontrar a Paul colgando de cuerdas en la parte superior de estructuras como el Puente de Forth Road, los Kelpies (dos gigantes esculturas de cabezas de caballos) o la Catedral de Ed Giles de Edimburgo.
El especialista en recubrimientos industriales, de 35 años, asegura que su trabajo es menos peligroso de lo que la gente piensa.
"En última instancia parece un trabajo muy riesgoso, pero tomamos las precauciones y las medidas necesarias para eliminar ese peligro", dice.
"En mi mente estoy seguro de que no voy a caer y que nada peligroso va a suceder".
"Habiendo dicho eso, los accidentes ocurren, así que la complacencia es algo a lo que prestamos mucha atención".
Paul, que trabaja para la firma SG Access, con sede en Edimburgo, es lo que se conoce como un técnico de "nivel 3".
Esta es la calificación más alta que otorga la Asociación comercial de acceso industrial por cuerdas (Irata, por sus siglas en inglés).
El organismo internacional se formó a finales de la década de 1980 para hacer frente a los desafíos del mantenimiento en la industria de petróleo y gas en alta mar (offshore).
Hoy en día hay técnicos -la vasta mayoría de ellos hombres- que trabajan en altura en estructuras como edificios de oficinas, viviendas, aerogeneradores, mástiles y puentes.
Sus tareas pueden variar ampliamente: desde lavar ventanas hasta realizar reparaciones y mantenimiento o incluso instalar luces o revestimientos en edificios.
El año pasado, Irata reportó tres muertes entre sus 475 compañías miembro en todo el mundo. Dos fueron causadas por caídas y una por una desprendimiento repentina de rocas.
Paul dice que su trabajo anterior como francotirador lo ha ayudado a mantenerse a salvo en su nueva carrera.
"Cuando estamos en situaciones estresantes, algunos atributos de mi carrera anterior son una ventaja", dice.
"Tal vez sea la forma en que trabajo, la forma en que veo mis trabajos de acceso por cuerdas como algo de precisión militar".
"Me gusta ser detallista y asegurarme de que todo se realice correctamente".
Paul cuenta que su estructura favorita para trabajar es el puente de Forth Road (un puente colgante cerca de Edimburgo).
"En el acceso por cuerda las vistas son siempre hermosas, pero me encanta cómo en el puente de Forth Road estás expuesto directamente a todos los elementos. No puedes esconderte de nada, pone a prueba todo sobre ti", explica.
El jefe de Paul, Calum MacDonald, dice que es gratificante trabajar en esa industria, a pesar de los desafíos.
"Trabajamos arduamente para hacer bien nuestra tarea y eso es muy satisfactorio, pero también tenemos el privilegio de ir a donde la mayoría de los demás no pueden ir, ver lo que la mayoría de los demás no ven, y hacer lo que la mayoría de los demás no hace".
"Eso no es algo malo que decir sobre tu trabajo diario".
Francois, que trabaja para Web Rigging Services, una compañía con sede en la localidad escocesa de Inverkeithing, ha trabajado previamente en el Tower Bridge de Londres y en el museo Louvre en Abu Dhabi.
Dice que las temperaturas extremas o los vientos fuertes a menudo representan los mayores desafíos para los técnicos y las compañías de acceso por cable.
"Por lo que he visto, el Mar del Norte es, con diferencia, el ambiente más adverso, desde el punto de vista del clima".
"A veces no puedes subir a una plataforma de perforación porque hay una tormenta o puedes quedar prácticamente atrapado dentro de una casucha durante días".
Francois tiene un consejo para cualquiera que esté pensando en trabajar en este oficio.
"Nunca dejes de respetar la gravedad, siempre está funcionando, a diferencia de la electricidad o de una luz", dice.
"Si le faltas el respeto te sorprenderá en algún momento".
Las cifras de Irata:
- 475 compañías miembro y aproximadamente 61.000 técnicos certificados en 61 países
- 11 muertes reportadas desde 1989 (6 entre 2013 y 2017)
- En 2017, hubo tres muertes, una lesión severa, nueve graves y 49 menores
- Hubo 18 casos de "cuerdas dañadas o rotas" y 32 "objetos caídos", incluidos bolsas con herramientas, baldes y un casco que cayó 38 pisos
- Uno de cada 60 técnicos certificados por Irata es mujer.
Fuente: Irata International