• La compañía del sector del 'dinero virtual' desapareció de la noche a la mañana
  • Se calcula que se han 'esfumado' unos 375 millones de dólares de clientes
  • La cotización de bitcoin se tambalea mientras los mercados del dinero virtual intentan regenerar confianza

La noche del 24 de febrero, la web de Mt.Gox, uno de los mercados de cambio de Bitcoin, se fue a blanco. Era el equivalente a mostrar un 'pantallazo azul' en los ordenadores o a la 'nieve' estática en un canal de televisión que no emite. Simplemente, desapareció.

Tras casi 24 horas volvió con un escueto mensaje: "Debido a los recientes acontecimientos y su potencial repercusión en las operaciones de Mt.Gox y del mercado se ha tomado la decisión de cerrar todas las transacciones para proteger al sitio web y a los clientes".

Y con la desaparición de esa web también desaparecieron como por arte de magia todas sus bitcoin: 375 millones de dólares en total.

Golpe para bitcoin
El desastre supone un fuerte golpe para moneda virtual, que pasó de ser una perfecta desconocida para el público general a cotizar a 500, 1.000 e incluso 1.200 dólares al cambio.

Se ha calculado que los cientos de millones de dólares actualmente en 'paradero desconocido' gestionados por Mt.Gox son un porcentaje significativo del total 'emitido' en esta moneda virtual: un 6 por ciento.

La información no es del todo clara a estas alturas porque los acontecimientos se han precipitado en cuestión de horas, pero casi todo gira en torno a un documento -cuya autenticidad no ha sido certificada- en el que se explicaría que durante los últimos siete años Mt.Gox habría 'perdido' (no está claro si por robo, descuido o algún otro tipo de problema) unos 740.000 bitcoin, junto con un plan de emergencia para solventar esa peculiar crisis.

Al cambio actual de unos 500 dólares por bitcoin, el agujero en Mt.Gox equivaldría a unos 375 millones de dólares (unos 273 millones de euros), algo difícil de seguir ocultando. Y por qué ese 'robo' pasó desapercibido tanto tiempo, no se denunció, ni cómo se produjo. Es todavía un misterio.

El hecho cierto es que el consejero delegado de Mt.Gox presentó hace poco la renuncia del consejo en la Fundación Bitcoin, donde participan otros mercados de cambio y organizaciones.

Ahora todos ellos han tenido que emitir un comunicado en el que explican que su trabajo sigue siendo "establecer confianza de los usuarios y empresas en la moneda virtual", al tiempo que recalcan la (literalmente) insolvencia de Mt.Gox. Entre ese comunicado y la desaparición de Mt.Gox la cotización de bitcoin bajó de 550 dólares a 400.

Recuperar la 'confianza' en bitcoin
Algunos inversores consideran que este es el tipo de pruebas que les envían los 'dioses' de Internet, dado que el único activo real tras la moneda virtual es eso tan etéreo llamado 'confianza'.

El pionero de Internet Marc Andreessen, inversor a través de sus empresas en varias compañías relacionadas con el mundo de bitcoin, cree que tras unos días todo volverá a la normalidad y que lo sucedido no es más que un bache en el camino. Como cuando un banco estafa a sus clientes, declara bancarrota y luego es vendido, comprado por otra entidad y vuelto a poner a flote.

En realidad bitcoin se está enfrentando continuamente a problemas peores, como países completos que le cierran sus fronteras o rechazan sus operaciones por cuestiones legales (China, Rusia, Israel) cuando no es porque se ve envuelta en diversos escándalos sobre el origen del dinero con el que se compran los bitcoin, como se ha comprobado más de una vez en ocasiones el blanqueo de dinero de dudosa procedencia.

Los más perjudicados, como casi siempre, son los clientes que confiaron su dinero a Mt.Gox desde hace años: aunque sus bitcoin y dólares estuvieran guardadas con las mejores técnicas criptográficas y supuestamente se pueda seguir el rastro de ese dinero, no pueden "tocarlo".

Actualmente sus bitcoin y sus dólares están en un limbo en el que nada pueden hacer. Algunos incluso han ido en persona a las oficinas de Tokio porque dan todo por perdido y quieren localizar en persona a los responsables para pedirles explicaciones. O al menos decirles a la cara lo que piensan sobre ellos.