Los procesos de deslocalización y las inversiones internacionales directas que desde el centro (Occidente, potencias tradicionales) han tenido lugar hacia otras zonas del planeta han permitido que surjan nuevos países etiquetados como emergentes, que están encaminados a liderar la economía en un futuro no muy lejano.
Con este proceso de globalización y de liberalización del comercio exterior no sólo han salido ganando los países occidentales, cuyas empresas se han beneficiado reduciendo costes al otro lado del océano, también los países que han recibido esas inversiones y esas deslocalizaciones han salido reforzados. Tanto que, de hecho, algunos de estos países emergentes están amenazando la supremacía que tenían las viejas potencias tradicionales